lunes, diciembre 22, 2014

EL GAFE.

Como era costumbre cada año, el director del hotel encargaba al mismo empleado de siempre, la compra del número de lotería de Navidad para el establecimiento. De ese número, participarían tanto los empleados y familiares, como aquellos clientes que lo desearan. Era necesario, por tanto, adquirir un número mínimo de series que pudiera cubrir la posible demanda.
 
A pesar de que Palma de Mallorca nunca suele salir en las noticias del día 22 de diciembre por haber dado grandes premios, no por ello, se iba a perder la costumbre en el hotel de jugar, aunque sólo fuera “por si acaso”. Y fue el Destino el que jugó con todos.

El empleado que habitualmente se encargaba de elegir y comprar las series, aquel año se encontraba indispuesto. Fue por ese motivo por el cual, el director, buscó a un sustituto. Y escogió al maître Joan Colomer. El director, le llamó a su despacho y le dijo:

-          Joan, este año, se va a encargar usted de comprar el número para el sorteo de Navidad. Albert está de baja y dado el importe que tenemos que comprar, no es bueno que apuremos hasta el último momento, que luego tendremos problemas.

El tal Joan, el hombre, se quedó un poco apesadumbrado.
-  
        Mire usted, Sr. Bauzá. Yo por mí, no tengo ningún problema. Si usted quiere, encantado voy y lo compro, pero es que seguro que no toca.
-          Jajaja, pero hombre, no se preocupe. Si no toca nunca!
-          Ya, pero mire señor Bauzá, es que yo soy gafe.
-          Jajajaja pero Joan, hombre, no se preocupe. España está llena de gafes. Nunca nos toca a nadie! Ande, ande, no se preocupe. Mire aquí tiene el dinero para comprar las series. Firme el recibí y compre uno. No se preocupe más que no le exigimos que toque.
-  
        Sr. Bauzá, que soy gafe, de verdad, que no es broma. Que lo soy desde pequeñito.
-  
        No se hable más. Este año, le ha tocado, Joan. Y le doy las gracias por ofrecerse voluntario.

El pobre Joan, no podía soportar sobre su conciencia el peso de saber que su condición de gafe, iba a ser la culpable de que ni él ni sus compañeros, ni nadie relacionado con ese número, pudiera ser agraciado con ningún premio y menos aún el Gordo de Navidad. Pero se lo había encargado personalmente el director del hotel y no podía decir que no. Así que un día que fue a visitar a su primo que vivía en Santa María, una localidad a 15 kms de Palma de Mallorca, aprovechó para pasarse por la administración de Lotería del pueblo y quitarse el muerto de encima.

-          Buenas, ¿me daría 3 millones de pesetas de este número tan bonito?, preguntó al lotero. Es que es un número muy bajo. Sólo tiene 4 cifras.
-          Lo siento, señor, pero de este número, no tengo tantas series. Si quiere le doy las que tengo y el resto se lo doy de otro número.
-          No, no. Tiene que ser todo del mismo número, para evitar problemas.
-          Lo entiendo, es lógico. Mire, tengo uno muy parecido. De hecho, las dos cifras finales son iguales y de este segundo número, sí le puedo dar 3 millones de pesetas.
-          Pues perfecto. Deme ese mismo. Tenga, aquí tiene el dinero.
-          Después de cada uno comprobara el dinero por un lado y los décimos por otro, D. Joan Colomer i Colomer, maître en el restaurante del hotel de 4 estrellas, y gafe por convencimiento, salió de la administración con el deber cumplido.

Llegó el día del sorteo por excelencia y oh, milagro! por esos misterios que tiene la vida, el gordo cayó en Baleares. Concretamente en un pueblo situado a unos 15 kms de Palma, llamado Santa María. Y todos los que jugamos el famoso numerito de 4 cifras, estuvimos encantados de comprobar que habíamos ganado 10.000 pesetas del año 1986, que para entonces, no estaba mal.

Lo malo llegó al día siguiente.

-          Lo ve usted, Sr. Bauzá. Si se lo dije: que soy gafe – se excusaba Joan ante el director del hotel que no entendía nada.
-          Pero Joan, por favor, si hemos cogido las dos cifras finales del gordo! Está usted obsesionado! Eso son supersticiones suyas. Nunca cogemos nada y este año usted nos ha traído la suerte!

-          Que no, señor Bauzá, que no. Que cuando fui a comprarlo en la administración de Santa María, el lotero me enseñó el otro número, EL GORDO, el 03772,  PERO NO LO PUDE COMPRAR PORQUE NO HABÍA SUFICIENTES SERIES y me dio este otro, que es muy parecido. ¿Lo ve, señor Bauzá, como yo tenía razón? ¿Soy o no soy gafe?

El señor Bauzá, director del hotel, intentó convencerle de que no tenía importancia, mientras entre dientes mascullaba algún tipo de maldición en alemán.