sábado, enero 16, 2016

Viste como quieras y te diré quién eres.



Reza el dicho: “Cuando el diablo no tiene nada que hacer, mata moscas con el rabo”. Parece ser que a los de PODEMOS, la imaginación no les da para mucho y como lo único que sale de sus bocas, no ha pasado antes por la neurona solitaria de su cerebro, - afortunadamente, dicho sea de paso – las posibilidades de llevar a cabo sus estrafalarios planes ideológicos, son escasas. Por lo tanto, y dado que algo tienen que hacer para hacerse notar, como ya dije el otro día, se comportan como nenes mal educados e interrumpen a los mayores. Y una de esas formas infantiles de llamar la atención, parece ser que es la indumentaria. Del mismo modo que los Beatles supusieron un antes y un después en la sociedad de la época, conjuntamente con el movimiento hippie, los podemitas pretenden dar muestras de su presencia, no por sus ideas – que ya las iremos conociendo – sino a través de su comportamiento y manera de vestir. Lo cual, si tenemos en cuenta que Ay, Carmena! ha destrozado la Cabalgata de Reyes con su particular y extraño sentido de la estética, parece indicarnos que estos de Podemos, tienen algún tipo de fijación Freudiana con la ropa.

Basta que algún diputado del PP haya mostrado su disconformidad con la falta de higiene de alguno y haya sugerido que les convendría más lavarse con más frecuencia, para que toda la caterva de filo podemitas haya saltado en defensa de “sus muchachos”. Ahora, por mor del nuevo estilo que pretende imperar en el Hemiciclo, resulta que llevar rastas, vaqueros y zapatillas, es prácticamente sinónimo de gente honrada, honesta y cabal, pasando de modo automático y casi sin solución de continuidad, a sospechar de todo aquel que vista corbata, como de un delincuente en potencia. Una vez más, la sinécdoque política, el silogismo erróneo: “Como los chorizos corruptos a los que han pillado, llevan corbata, todos los que llevan corbata son corruptos”.

La ropa, sea buena o mala, cara o barata, es un mensaje en sí mismo. Define lo que cada uno es, cómo se ve y cómo le gusta que le vean los demás. Por eso, cuando somos invitados a cenar a casa de unos amigos, aunque sean íntimos y de total confianza, vamos vestidos en consonancia con las circunstancias. Arreglado pero informal, que dirían los de Gomaespuma. De igual modo, si el compromiso es fuera de casa, cada uno es fiel a su propio estilo, pero desde luego hay factores comunes que denotan la importancia que le damos al aspecto exterior. A nadie se le ocurre ir despeinado, sin afeitar, con vaqueros rotos, zapatillas en vez de zapatos, o sin depilar o con las medias rotas, si se trata de una mujer.Y a ninguno se le pasa por la cabeza, no ducharse, sea hombre o mujer.

Existen una serie de reglas elementales, por las que en el vestir, en su mensaje, está implícito un respeto, tanto por el sujeto, como por los otros y por el entorno. Acudir a clase correctamente vestido, es también una señal de respeto hacia el profesor, la institución. Acudir a una entrevista de trabajo con un aspecto desaliñado, oliendo mal y con una actitud impropia, es la forma más segura de no conseguir el puesto. Tal vez sea esa una de las razones por las que las empresas no contratan a jóvenes, aparte de su formación adecuada o no. De igual modo, la foto que cada uno coloca en su CV, es una foto cuidada cuya finalidad es mostrar por un lado la realidad del individuo y al tiempo, dar una sensación de credibilidad. Sinceramente, no me imagino a la cretina del otro día, colocando en su CV una foto suya dando de mamar al niño. Como tampoco me imagino que a nadie, por muy imbécil que sea, se le ocurra poner en su CV, la típica foto de Facebook, con la lengua fuera, poniendo cara de memo/a o haciendo la peineta a la cámara. Es evidente que si esos comportamientos se descartan, es debido, precisamente, a que en el subconsciente de todos ellos existe ese código de conducta implícito.

Decía Dani Martin, el cantante, que estaba harto de que no le dejaran entrar en las discotecas con zapatillas y hasta se tomó la molestia de hacer una canción. Y yo me pregunto por qué, en el Congreso, que es la casa de todos los españoles, tenemos que consentir que haya gente que no la respete; que nos falte al respeto a todos. Porque, no hay que olvidar, que están ahí INVITADOS, o sea, temporalmente. Y si a cualquiera de nosotros nos invitan a una casa y acudimos vestidos respetando las normas, a esta gente hay que hacerla ver que ahí también existen normas.

Claro que este tipo de enseñanzas elementales, se deberían enseñar en la escuela, aunque sea pública, y todos sabemos que en realidad, lo que sucede es que los profesores de la escuela pública, no tienen autoridad para indicar a sus alumnos lo inadecuado de sus formas de vestir. Que hay gente que en verano, en los primeros días de junio, va a clase en traje de baño porque después se va a la piscina (lo sé, no es una opinión). Una vez más, de aquellas lluvias vienen estos barros.

Así es que, si en las discotecas no dejan entrar a aquellos que no respetan unas elementales normas de vestimenta. Si a las entrevistas de trabajo, acudimos adecuadamente vestidos y arreglados. Si respetamos esas reglas en otros entornos y circunstancias, ¿por qué no hacer lo propio en el Congreso?

jueves, enero 14, 2016

Hacer el indio.



Los Podemitas, están tan exultantes y enfebrecidos, como las tropas aliadas que entraron en la Guarida del Lobo en la Segunda Guerra Mundial. Han accedido al sancta sanctórum del poder, al lugar donde reside la casta. Están en el mismo Olimpo. Casi, casi, se les escapa eso de “…las fuerzas bolivarianas han alcanzado sus últimos objetivos parlamentarios…”. Es evidente que están tan pagados de sí mismos, tan ufanos y orgullosos de lo que han conseguido, que no son conscientes de que allí se va a trabajar por los que están fuera y que entrar, sólo es un medio, no un fin  en sí mismo. Es más, se trabaja por el bien incluso, de los que no te han votado. Pero claro, habiendo empezado en la Puerta del Sol hace unos años y terminar ahí, a uno hace que se le suba el pavo. Sobre todo cuando le importa un bledo el resto de españoles. Por eso, porque les importa un bledo, los protagonistas tienen que ser ellos. Por eso, se permiten el lujo de dimitir para el puesto que han sido elegidos en Bruselas, traicionando a sus votantes que han sido utilizados para sus particulares fines, y se trasladan a casita, a Madrid, que se vive más calentito y se está más cerca de donde se cocina todo. Y porque aquí, cuando hacen ruido, siempre hay alguien dispuesto a servir de altavoz y de cla, mientras que en Bruselas, les tildarían de exaltados, raros, extravagantes y leninistas. O sea, lo que son.

No sé si fue en la película Maverick, cuando en un momento dado aparece un indio cabalgando de espaldas sobre su caballo. La estampa, llamativa de por sí, es explicada por el supuesto jefe de la tribu: “Está enfadado y muestra así su disconformidad”. Y eso es exactamente lo que esta panda de sucios zarrapastrosos, extremistas, adoradores de Stalin y Pol Pot, que comparten entre todos una única neurona, se ha dedicado a hacer en el Congreso durante la jornada inaugural y el juramento o promesa de acatamiento a la Constitución: hacer el indio.

Como nenes malcriados y consentidos, cuando hay visita en casa, se han dedicado a llamar la atención de todas las formas imaginables - al menos, para su escasa imaginación -, mientras sus mayores, se dedicaban a hacer algo por aquellos que les han llevado hasta allí. La utilización de fórmulas, cuanto menos pintorescas, de prometer respetar la Constitución, es sólo una de ellas. La bulla, el circo y el esperpento a las puertas del Congreso, con banda de música incluida; la demagógica exhibición de bicicletas para acudir al Palacio, que les van a durar lo mismo que a la Carmena, o sea, un día (ya verás como luego van en metro); los vaqueros, las zapatillas y las rastas, que nos auguran un verano de chanclas, pantalones piratas y camisas hawaianas. Y lo mejor de todo, el uso político de un bebé, con nada incluida, que tenía como supuesto objetivo llamar la atención de las madres que trabajan y tienen hijos, cuando en el propio Congreso ya existe una guardería. Pues sepan ustedes, señores diputados de PODEMOS y demás, que en el Congreso han trabajado señoras madres que tenían no 1 bebé, si no 6, 7. Y además, era Ministra. Y en este caso me refiero a Isabel Tocino, por poner un ejemplo. 

En esta amalgama de partidos - cada uno de su padre y su madre -, lo que realmente prevalece por encima de todo, es el selfi político. O sea, el culto a la personalidad individual, tan del gusto de dirigentes marxistas como Stalin, Mao, Fidel, Maduro o el de Corea del Norte. A éstos, les importa un bledo si sus ideas tienen sentido, son aplicables o reportan algún beneficio a los demás. Ellos están ahí para aplicar su ideario marxista, a sangre y fuego si fuere menester, como lo han hecho sus amigos en Venezuela, siguiendo sus consejos y por los que han cobrado su buen dinerito. Y cuando el pueblo se revela y vota en las urnas y vence, se utilizan los medios que haga falta para contrarrestar esa pérdida.  

Son autócratas, sólo se necesitan a ellos mismos. Están en posesión de la verdad absoluta y tan sólo usarán a otros partidos, para pactar lo que les convenga, en función de sus exclusivos intereses. La política del preservativo. 

Me temo que a no mucho tardar, el hemiciclo va a tener que ser desinfectado. No encaja bien esa imagen de querer limpiar la política con ese aspecto de piojosos malolientes con el que nos regalan sus señorías. Habrá que ver cuánto tarda algún fotógrafo avispado en pillar in fraganti a algún diputado podemita, fumando un canuto en algún tugurio de la zona de Huertas, esnifando coca en algún macro botellón en un parque público con los colegas del barrio, conduciendo bajo los efectos de las drogas o el alcohol o ambos, o fornicando en la vía pública con la choni de turno.

sábado, enero 09, 2016

Pedro Sánchez - Sigmund Freud. La interpretación de los votos



En 1899 Sigmund Freud publicó la que es considerada su mejor y más conocida obra, “La interpretación de los sueños”. Con ella se inauguraba una nueva disciplina y un nuevo modo de entender el psicoanálisis, no exenta de críticos y controversias. Esa nueva perspectiva y su manera de interpretar la realidad, transformaron lo que hasta entonces había sido calificado como tabú y afectó al comportamiento y actitud de todas las personas, sobre todo de las mujeres.

Desde el 21 de diciembre de 2015, en España hemos inaugurado una novedosa manera de entender la democracia. Hasta ese día, la idea generalmente aceptada, era que la democracia se basaba en que después de unas votaciones, gana el que más votos tiene. Eso sucede, por ejemplo, en las comunidades de vecinos, en las elecciones a presidentes de clubes de fútbol, en las oposiciones a notario o bedel del ministerio y en cualquier acto público o privado, en el que un grupo de personas deciden qué hacer sobre cualquier aspecto. Hay una excepción: El Parlamento español.

Los resultados de las pasadas elecciones han sido nítidos. Hay 3 fuerzas políticas, que acaparan 15 millones de votos y más de 200 escaños del Congreso de los Diputados. Y luego hay una cuarta, de corte marxista, que no tiene ningún inconveniente en alinearse con las políticas de gobiernos como el de Maduro o de Tsipras –antes de bajarse los pantalones -,  y que no le hace ascos a desmembrar España en cuantos cachitos sea menester.

En cualquier país medianamente normal, después de estos resultados, lo que cabría esperar – de hecho, hay precedentes en Europa – es un gobierno de coalición entre PP, PSOE y C’s. Todos ellos comparten una visión de Estado común sobre la soberanía nacional, la indivisibilidad del territorio y lo ilegal de los referéndums que se solicitan por doquier, ahora en Cataluña, mañana en el País Vasco – Urkullu ya lo ha dicho – pasado mañana en Galicia – la franquicia e PODEMOS ya lo ha anunciado -  y la semana que viene en la Ínsula de Barataria.

Un gobierno de coalición, aportaría una nueva visión de la realidad, acometiendo los cambios más acuciantes y las reformas pendientes de una manera más consensuada y vendría a dar respuesta a la misma petición de los ciudadanos que con sus votos es lo que han dicho, pero es que además, son esos mismos ciudadanos los que antes de las elecciones, reclamaban un gobierno de concentración nacional. Reclamaban más diálogo. Claro que también hay que recordar que en esos días, el PSOE, fiel a su línea de “parecer gallegos”, seguía navegando entre dos aguas y no decía ni sí ni no, sino todo lo contrario. O sea, lo de siempre. Tal vez por eso, el PSOE de Pedrito “Kent” Sánchez, haya obtenido el peor resultado del PSOE en democracia desde 1977.

Rajoy ya ha dicho que él ve con buenos ojos ese gobierno de coalición y que no presenta líneas rojas previas, excepto las ya consabidas de la unidad nacional. Pero que está abierto a escuchar cualquier cosa que le propongan.

Rivera está en la misma línea y con un claro posicionamiento de “partido de estado”, con pretensiones de futuro a medio y largo plazo.

Pero el problema, es Pedrito “Kent”. Resulta que Sánchez, se ha visto por mor de las circunstancias, preso de sus excesos verbales en la campaña. Se pasó de frenada, se le calentó la boca, echó toda la carne en el asador y al final, ha cosechado el mayor de los ridículos que haya obtenido el PSOE jamás en su historia, muy lejos de sus aspiraciones de tener manos libres para formar un gobierno “alternativo”. Si ahora, Pedrito “Kent” Sánchez, accediera a lo que resulta más lógico y coherente – la coalición tripartita -, se vería automáticamente retratado y con los pantalones en los tobillos, por esa actitud excesivamente beligerante que traspasó el terreno de lo político y entró en el personal.

 Ante esta situación, Pedrito “Kent”, tiene pocas alternativas.
     A)     Dimitir como Secretario General del PSOE. Algo que como ya dejó claro en la misma noche electoral, no pasa por su cabeza.
   B)  Acceder un pacto de gobernación tripartito, lo que indefectiblemente llevaría aparejado llegar al punto A.
    C)     Tirarse un farol e intentar el triple salto mortal con doble tirabuzón invertido, para pactar con todas las fuerzas a la izquierda de la izquierda, ya sean nacionalistas, independentistas o quien sea, que le permitiera acceder a la Moncloa.

Para la opción “A”, podría fijarse en el espejo de Joaquín Almunia que habiendo obtenido resultados bastante mejores en su momento que los que ha obtenido Pedrito, tuvo la decencia de dimitir en la misma noche de las elecciones.

Para la opción “B”, sería necesario, simplemente, mirar por los intereses de España y por ejemplo, de esos 15 millones de votantes que sustentan a esos tres partidos. Parece evidente, que la visión de Estado de Pedrito “Kent”, le queda muy lejos de sus planteamientos.

La última opción, ya de por sí harto dificultosa, colocaría al PSOE – y por ende, a todos los españoles – a los pies de los caballos. Coaligarse con gente que solicita la desmembración de España – entre otras cosas – no parece que sea la opción más inteligente ni la que más necesitamos. No olvidemos el refrán: “el que con niños se acuesta, meado se levanta”.

Por otro, sería la primera vez que en nuestra democracia – y probablemente en la de muchos países – el partido más votado no gobierna, algo que va en contra de la esencia de la democracia, por mucho que se haya hecho en ayuntamientos y CCAA a lo largo de nuestra corta historia, desde 1978.

Parece claro que los intereses personales de Pedrito “Kent”, no son los que comparten ni personas importantes dentro del PSOE, ni muchos de los españoles, que ni siquiera le han dado un voto de confianza para ser Presidente del Gobierno. Pero según parece, eso no es obstáculo, óbice o impedimento para que el compañero de Barbie, lo intente.

Hace unos días, en una cena familiar y hablando sobre esta situación, yo manifesté mi postura de aceptar con agrado el tripartito PP-PSOE-C’s. Y como respuesta, recibí algo muy significativo: “Es que C’s es lo mismo que el PP”. Ante lo que respondí: ¿Y? ¿Acaso no es eso lo que han votado los españoles?

Antes de las elecciones, como ya he comentado antes, había una corriente que apuntaba a lo ideal que sería un gobierno más abierto, más dialogante, de concentración. Y ahora que tenemos la oportunidad, refrendada por las urnas, resulta que el objetivo real no era ese; el objetivo era desalojar al PP del gobierno, utilizando los medios que fuere menester y si además fuera factible, expulsarlos de España como hicimos con los moros y los judíos en 1492. Una nueva diáspora, pero esta vez, de derechones.

Hombre, un poquito de por favor.

Pedro Sánchez, prefiere optar por la solución a la portuguesa. Cualquier solución es buena con tal de desalojar al PP de La Moncloa. Aunque sea una ilusión, intenta formar gobierno con 90 disputados. Cualquier cosa que le permita llegar a La Moncloa y con ello, apuntalar su maltrecha posición interna en el PSOE. O sea, básicamente, asegurarse el sustento para el resto de su vida, que por el momento, no está muy claro. Lo que sí parece claro, es la ausencia total de criterio propio a la hora de sugerir soluciones y alternativas. Después de pasarse toda la campaña electoral pregonando a los cuatro vientos que él sí que quería dialogar, debatir y llegar a acuerdos, resulta que lo primero que ha hecho ha sido establecer un veto al partido más votado. No parece que eso encaje con el concepto de democracia que tenemos los demás, al margen de la tendencia política. A no ser que las elecciones sean simplemente una excusa para que la derecha pierda sistemáticamente y gane siempre la izquierda. Como en 1931, por ejemplo.

Uno de los muchos defectos de Pedro “Kent” Sánchez, es su falta total de visión de Estado. Su perfil político en nada se asemeja a algunos históricos de su partido como Rodríguez Ibarra, José Bono, Nicolás Redondo Terreros, Múgica Hrzog, etc.etc. Su perfil, mucho más bajo, está más en consonancia con el tonto solemne de Zapatero, Bibiana Aído y Leire Pajín.

Que el PP no lo ha hecho perfecto, es posible y no lo discuto. Que ahora tenemos la oportunidad de seguir avanzando con un gobierno de concentración en el que unas fuerzas sirvan de contrapeso a las otras, sin duda. Deberíamos aprovechar la ocasión. Y si no nos queda alternativa, nuevas elecciones. Aunque mucho me temo que en ese caso, al PSOE le iban a ir las cosas incluso peor. Y si al PSOE le van peor las cosas, las consecuencias las pagamos todos. Si PODEMOS le come la tostada al tontoelhaba éste, la hemos cagado. Puede que el PP ganara con mayoría absoluta porque visto lo visto, tal vez los votos que migraron a C’s, regresaran ante la amenaza fantasma de PODEMOS y sus aliados. Sería usar “el voto útil”. Pero en cualquier caso y al margen de quién ganara, la amenaza persiste y hay que eliminarla. Y la unidad, siempre me ha parecido mejor solución.

jueves, enero 07, 2016

Santa Claus viajará en Harley.



A veces, gestos aparentemente inocentes, esconden tras de sí toda una filosofía,  un pensamiento, que poco a poco se va extendiendo y lo va impregnando todo. Hace unos años, en aquellos “maravillosos” años de Zapatero, los cretinos de siempre, esos que pierden el culo por ser más originales que la madre que los parió, lanzaron una idea a la calle, que consistía en prohibir los belenes en los colegios públicos porque se trataba de una fiesta que podía herir la sensibilidad de otras creencias y religiones. 

Los de izquierdas tienen una fijación anti clerical y anti todo lo que recuerde remotamente a religión, siguiendo con el viejo principio de que “la religión es el opio del pueblo”, que proclamó Marx. Claro que los de izquierdas, ignoran que las Navidades no son sólo una fiesta cristiana a la que se apunta el que quiere, sino también y sobre todo, una fiesta pagana. Pagana, de pagar, de soltar pasta, vamos. Pagana de comidas, bebidas, fiestas y bacanales. Eso es también la Navidad.

Empeñados como están - obsesionados más bien - con la idea de desterrar de la sociedad cualquier vestigio que recuerde las costumbres milenarias seguidas en todo occidente que rememoran el nacimiento de Jesús, su estrategia para conseguir su ideal de “estado laico puro”,  se basa en la vieja técnica del supositorio: meterlo poco a poco. ¿Qué importancia puede tener el cambiar una simple indumentaria, no? Pues algo así debió pensar Mao y acabaron todos de uniforme. Como en “Bananas”. Y los judíos de la Alemania nazi, con una estrella amarillas en su ropa. ¿Qué importancia puede tener el levantarse o no al paso de la bandera de EEUU? Pues basta con repasar la historia reciente para comprobar que la tiene y mucha. ¿Qué importancia tiene que en el nuevo Estatuto de Cataluña se utilice la palabra “nación”? Pues ya lo estamos viendo.

Las palabras, los gestos y la vestimenta, forman parte de la esencia de las cosas y de las personas. Por esa importancia, en el mundo del espectáculo – del cine y del teatro – hay profesionales específicos que se encargan de recordarnos cómo vestían las personas de tiempos pasados. ¿Se imagina alguien a Michelle Pffeifer con vaqueros y una chupa de cuero en “Amistades Peligrosas”? ¿Se imagina alguien a Mick Jagger vestido de etiqueta, con sombrero de copa a lo Fred Astaire, cantando sobre el escenario? ¿Se imagina alguien a Papa Noel vestido con camisa con chorreras y montado en una Harley?

Las ropas, los vestidos, las indumentarias, los uniformes, responden tanto a grupos socio económicos determinados – obreros, albañiles, banqueros, empresarios, militares, piratas…- como a la época en la que vivieron. Por lo tanto, si prestamos atención y respeto – recordemos que hay premios Óscar, por ejemplo, para estos aspectos - a los ropajes con los que aparecen en escena los personajes de una obra de teatro o de una película; si prestamos especial atención al decorado en el que se desarrolla la historia, ¿porqué no hacemos lo propio con una festividad que abarca a todo el orbe, como la Navidad y en España, los Reyes Magos?

La obsesión neurótica laicista de la izquierda, heredera directa del pensamiento de la Institución Libre de Enseñanza, refleja fielmente que algunos, por muy progres que quieren aparentar ser, lo único que demuestran es que se han quedado más obsoletos que un hippie. Pero no solamente eso. Es que demuestran que no son capaces de avanzar en sus ideas, que no aportan ideas propias ajustadas a los tiempos actuales y lo peor de todo, que sólo gobiernan para sus correligionarios y de entre éstos, los más radicales. No olvidemos que la radicalidad en determinados ambientes, es sinónimo de progresismo y de juventud.

Se comienza por no montar el belén en los colegios públicos. Luego, a los niños de los centros católicos, se les demoniza y se les aparta de la fiesta. Los Reyes Magos, ni son reyes, ni magos. Los camellos, son sólo los que se dedican a la droga. Y Jesucristo, era un tipo normal, que en realidad se llamaba Brian. 

En España tenemos problemas muy serios, pero eso no nos debe hacer olvidar que hay ciertos aspectos de la vida cotidiana, de nuestras costumbres, que lamentablemente, vamos a tener que luchar para que ningún mal juez, fumado y radical, venga a arrebatarnos lo que nos pertenece. No se elige a los políticos por sus creencias religiosas. Que no se entrometan en las de los demás. Está recogido en la Constitución. En esa misma Constitución que también nos quieren cambiar.

Claro que esta gilipolleces, sólo pasan en España. No me imagino a ningún socialista o comunista francés, o un demócrata de Massachusetts, exigiendo que los renos de Santa Claus se cambien por Citroën o Harleys.