martes, mayo 30, 2023

Viajar

El viaje estaba respondiendo a las expectativas. Reunía en el mismo paquete algo de aventura, novedad, anécdotas, romanticismo y exotismo.

Un coliseo romano enorme, perfectamente conservado; enclaves únicos milenarios donde se rodaron películas muy conocidas de corte futurista, mientras el muecín llamaba a la oración; unas cascadas en la montaña en mitad del desierto; un palmeral enorme donde les enseñaron que a las palmeras había que fertilizarlas a mano; una cena en el desierto a base de cordero cocinado al estilo tradicional, introducido en la arena. Todo un cúmulo de sensaciones nuevas con un cierto halo de misterio. Y calor, mucho calor. Tanto, que, en ocasiones, cuando atravesaban alguna aldea, por las ventanillas del autocar se podía ver a algunas personas durmiendo en el suelo sobre colchones junto a sus viviendas. El guía les dijo que de esa forma intentaban sofocar el calor de la noche en sus casas de adobe: durmiendo a la intemperie, pero con colchón. El calor era sofocante, intenso, extremadamente seco.

Como el día que visitaron el coliseo. Allí parado de pie, en medio del coliseo, los goterones le caían por dentro de la camisa y el pantalón, mientras hacía el vídeo y tomaba las fotos de rigor. O como la tarde que visitaron el palmeral. Mientras les ilustraban acerca del tamaño y de la manera de cultivar las palmeras, quietos en la sombra, sin que se moviera una brizna de aire, sudaba como Rafa Nadal en medio de un partido: a chorros. O como el día que visitaron las cascadas en el desierto. Hacía tanto calor a las diez de la mañana que estuvo dudando de si meterse o no vestido bajo la cascada, por otra parte, con más personal que la cumbre del Everest y casi todos japoneses. Al final, se contuvo y sólo puso su gorra a modo de recipiente que, al ponérsela, le sirvió de alivio momentáneo.

Su guía, Beshir, hablaba perfectamente español, entre otras cosas, porque había tenido una novia española, y eso ayuda mucho para dominar un idioma. Además de ilustrarles sobre los lugares que visitaban, también les proporcionaba una información muy valiosa para entender la idiosincrasia de su país. La importancia de la educación en las escuelas, de los idiomas, la forma de educar a los hijos, la libertad de la mujer, algunas particularidades del Corán.

El autobús no era el último modelo y el aire acondicionado tampoco se hacía notar tanto como hubiera sido deseable, habida cuenta de lo que sufrían fuera, pero se conformaron con que no se estropeara o tuvieran que bajar a empujar. El conductor iba acompañado de su hijo, un chaval de unos diez años, que llevaba la camiseta de la Juventus de Zidane, cuando Zidane se dedicaba a perder finales contra el Real Madrid. No se quitó esa camiseta a lo largo de todos los días que duró el viaje.

Un día cualquiera llegaron a un pueblo. Era relativamente grande porque había algunas tiendas e incluso algo parecido a una cafetería. Disponían de unos minutos y se dirigieron al primer – y probablemente único – bar que tenían cerca. Por supuesto, todos los parroquianos en la terraza del bar eran hombres, que disfrutaban fumando de sus cachimbas y sorbiendo su té. Los miraron sorprendidos de que dos extranjeros se aventuraran al interior del café, pero la visita era obligada porque ella debía usar el aseo.

No hay nada como entrar en un bar, para saber cómo es el país en el que estás. Acostumbrado a España, donde el bar más humilde de la aldea más recóndita te acoge con calidez, en esta ocasión, la primera impresión fue que el mobiliario pertenecía al decorado de una película de la serie C y que se les había olvidado recogerlo cincuenta años después. Afortunadamente, todos hablaban francés y le pidió al único camarero dos cafés con leche. Al tiempo, su francés le dio como para preguntar dónde estaba el cuarto de baño. El hombre parecía totalmente desconcertado y con un ligero movimiento de cabeza, señaló a lo que parecía una puerta a punto de venirse abajo y por supuesto, sin cerradura.

Al principio buscaban el aseo de señoras, pero al preguntar de nuevo al camarero, éste se extrañó de la insistencia y señaló en que ese era el baño. Lógico – recapacitó él-, que no haya baño de señoras en un país donde las señoras no van al bar.

Al abrir la puerta del supuesto baño - tocándola lo menos posible para evitar cualquier tipo de contagio-, se encontraron con que, además de unisex, era una letrina, o sea, un lugar para colocar los pies y un agujero en el que tenías que atinar para encestar lo que fuese menester. De la limpieza de aquel estercolero, debía estar encargado el mismo al que se le olvidó recoger el mobiliario de la película cincuenta años antes. Por supuesto, en esas latitudes desconocían el concepto de papel higiénico. Pero la necesidad apremiaba y el secreto era tocar lo imprescindible.

Mientras ella intentaba concentrarse en lo suyo, él se dirigió a la barra a tomar el café. De repente, un grito estremecedor, que debió escucharse en todo el pueblo y en parte del desierto, salió de la letrina. Los clientes que estaban dentro se sobresaltaron, pero ninguno movió un músculo para ver qué sucedía. Los que estaban fuera, en la terraza, debieron pensar que estaban destripando a alguna infiel y tampoco se mostraron muy alterados.

Al salir de la letrina ella pudo explicar a qué se debió el grito. Mientras intentaba satisfacer sus necesidades de aguas menores, una rata del tamaño de un gato, mostró su curiosidad por conocer otras culturas y salió a ver qué sucedía.

Es lo que tiene viajar y conocer otras culturas.

lunes, mayo 29, 2023

Insultos y vejaciones

Todo el mundo se muestra encolerizado, escandalizado, por los constantes insultos racistas que tanto Vinicius como otros jugadores de fútbol, han sufrido ahora y antes. Y estoy de acuerdo en que ese tipo de comportamientos hay que erradicarlos de raíz y de modo inmediato. Sin embargo, la violencia en el fútbol, por desgracia, no es algo nuevo. Santillana, el que fuera jugador del Real Madrid, ya mostraba su inquietud hace muchos años cuando decía: “no entiendo por qué hay gente que va a un campo de fútbol con cadenas”.

Dentro del terreno de juego, entre los jugadores se dicen de todo. Materazzi usó a la hermana de Zidane para sacarle de sus casillas y éste terminó por darle un cabezazo en el pecho, como se lo podía haber dado en plena cara y le hubiera desfigurado el rostro. Juanito, el inefable Juanito, en un partido de Copa de Europa en el Bernabéu, intentó pisar la cabeza de Lottar Mathaus mientras éste estaba en el suelo fingiendo una lesión y perdiendo tiempo. Por suerte para el alemán del Bayern de Munich, lo vio venir y apartó la cabeza a tiempo. Si no, todavía estarían buscando restos del cerebro. Míchel, también del Real Madrid, le tocó sus partes más innobles al colombiano jugador del Real Valladolid, Valderrama. Lo repitió varias veces, pero Valderrama, en vez de enfadarse dio la impresión de que disfrutaba con el magreo y hasta casi se le podía ver invitando a Míchel a que continuara con sus toqueteos. Pero una cosa es que un jugador rival te insulte o te provoque de cualquier manera y otra que un campo entero te insulte. Hay una línea roja que no debe traspasarse nunca.

Es de destacar, como ya he dicho en otra ocasión, que este tipo de comportamientos sólo se dan en el fútbol. Nadie recuerda que en un partido de tenis los espectadores se dedicaran a lanzar improperios contra Yanick Noa, por ser negro, o contra McEnroe, por ser un borde, o más recientemente en contra de Kyrgios, que es del estilo del americano. A lo sumo que se llega en una pista de tenis es a silbar a un jugador, a aplaudir a rabiar sus fallos y poco más. Yo no he visto tirarle botellas ni cabezas de cerdo a la pista en ningún torneo a ningún jugador. Y lo mismo cabe decir de otros deportes, incluso más violentos que el fútbol, como el rugby.

Sin embargo, hay un entorno en el que los insultos, las vejaciones y la persecución sicológica a las personas campa a sus anchas. Me refiero al mundo laboral. Allí, con métodos más o menos tortuosos, sibilinos o brutalmente directos, también se falta al respeto a las personas. Y allí, no hay cámaras de televisión, ni VAR, ni árbitros. Ahí el sujeto está solo, en mitad de la selva, luchando contra un monstruo que, además, juega con ventaja, porque te puede dejar sin trabajo. No es que te griten ¡negro!, pero hay otras formas.

Son docenas los ejemplos que todos conocemos acerca de este tipo de situaciones. En el fondo, aun siendo una actitud inaceptable, los futbolistas tienen a su favor la publicidad de esas vejaciones y las instituciones para poder defenderse.

Las impertinentes preguntas a cualquier mujer candidata a un puesto relacionadas con su situación sentimental o si pensaba tener hijos, fueron, lamentablemente, tan corrientes que casi se convirtieron en parte del guion. Luego, cuando ya eras una empleada y tenías hijos, la empresa – lo he vivido personalmente – te presionaba para que abandonaras el trabajo o directamente te rescindía el contrato.

La idea de un director comercial de establecer unas suculentas comisiones por la venta de los productos de la compañía, no terminaron de convencer al director general. En su opinión, algunos de esos comerciales, ganaban más que él y eso era inaceptable. El director comercial argumentó que la diferencia era que los comerciales estaban todo el día en la calle y el director general, no salía de su despacho. Como represalia, al director comercial no le echaron, pero le quitaron todas sus responsabilidades, le sacaron de su despacho, y le colocaron en una mesa, al lado de los lavabos. El hombre aprovechó para asesorar al comité de empresa en sus negociaciones y cuando la empresa quiso echarle, se montó una huelga general. No le echaron y aprovechó el tiempo para sacarse la carrera de psicología.

En cierta ocasión unos compañeros me contaron que el viernes anterior, a eso de la medianoche, vieron salir llorando a un hombre, de unos cincuenta años y con el pelo canoso, del despacho de un directivo del banco. Ya hay que poner empeño para conseguir algo así.

En cierta ocasión alguien me dijo que tenía las puertas de un cliente cerradas y repliqué que si acaso eso era malo. Mi interlocutora se sorprendió de mi postura y repliqué que personalmente, no tenía ningún interés en trabajar en un sitio donde me faltaban al respeto. Que eso no estaba incluido en mi nómina. Tampoco lo entendió.

Por desgracia, el maltrato a los empleados, además de provocar una atmósfera cada vez más irrespirable, genera toda una serie de problemas de salud, tanto en la propia empresa como en la sociedad. Unos problemas que, en el fondo, terminamos pagando todos, con la saturación de los servicios de asistencia sicológica de la Seguridad Social – casi inexistentes – o en el peor de los casos, con el despido del trabajador.

sábado, mayo 27, 2023

¿Pucherazo electoral? (21/11/2022)

Aunque en estos días se está hablando mucho de este asunto, me he permitido rescatar un post que publiqué en otro blog, allá por el 21 de noviembre del pasado año 2022. 

Creo que a pesar del tiempo transcurrido, sigue estando de actualidad. Sobre todo, después de los últimos movimientos habidos en INDRA en los últimos días.

***

¿Pucherazo electoral?

 

En los últimos tiempos estamos asistiendo a un fenómeno tan llamativo como preocupante. Me refiero a la actitud de ciertos políticos en relación con los procesos electorales de sus respectivos países. En concreto Donald Trump y más recientemente Jair Bolsonaro.

Los que tenemos un poco de memoria recordamos aquellas elecciones del año 2000 en las que George Bush Jr. salió elegido presidente de EEUU contra Al Gore. Sospechosamente, se habían extraviado unas 60.000 papeleteas de voto en el estado de Florida, donde por esas cosas del destino, el gobernador era el hermano de George Bush Jr. Todo ello provocó un inusual desconcierto, la paralización del recuento de votos y la repetición del proceso de conteo. Fue así como, desde España, nos quedamos perplejos al comprobar las imágenes en las que se mostraba que las papeletas de votación que se estaban manejando, consistían en que el votante debía presionar en un punto determinado, en lugar de marcar claramente cuál era la opción elegida.

Ese sistema, a todas luces impropio de una de las potencias industriales del planeta y abanderada de la democracia y las libertades, dejaba al descubierto alguna de sus deficiencias más palmarias, colocando al país y a su sistema de conteo al borde del ridículo más espantoso.

A raíz de esas imágenes, en las que unos voluntariosos colaboradores se afanaban en intentar descubrir si el punto marcado en la opción elegida tenía la suficiente profundidad en el papel para considerar válido o no el voto, sirvieron para que la empresa INDRA -la que cuenta los votos en España – se ofreciera a ayudar al gobierno de los EEUU.

Dada la complejidad de la operación y del perjuicio que se estaba produciendo en contra de las instituciones americanas, algunos rumores apuntan a que llegaron a una especie de acuerdo entre Bush Jr. y Gore, de modo que el segundo se quedaría como VP del gobierno y después de su mandato se quedaría con la “exclusiva” de la lucha contra el cambio climático, a razón de 500.000$ por charla en universidades y centros políticos.

Esa fue la primera vez que surgieron serias dudas acerca del proceso de votación en EEUU y su verificación posterior. Un proceso en el que históricamente a las clases menos favorecidas les ha resultado prácticamente imposible participar o cuanto menos, muy complicado.

Posteriormente, Donald Trump, en las últimas elecciones habidas en EEUU aventuró, incluso antes de que se votara, la posibilidad de que las elecciones fueran amañadas. Es decir, previendo que iba a perderlas, ya estaba poniéndose la tirita antes que la herida, promoviendo un caldo de cultivo que culminó con el famoso asalto al congreso del que todavía no se ha dicho la última palabra.

Tanto él como sus seguidores más recalcitrantes mantienen hoy en día, que aquellas elecciones les fueron robadas, eso sí, sin aportar ni una miserable prueba. Pero esto es como el Big Foot: los hay que creen firmemente en ello, aunque no lo hayan visto jamás, como también creen a pies juntillas que en el área 51 se estrelló un OVNI.

Sin embargo, se habla muy poco o nada acerca de la más que probable intervención de Putin en las elecciones norteamericanas, tanto cuando Trump fue elegido contra pronóstico en vez de Hilary Clinton, como en esta última ocasión. Y no se menciona tampoco los estrechos lazos que unen desde los años 80 del siglo pasado a Trump con Putin.

De nuevo, tras las elecciones presidenciales en Brasil, se están reviviendo acontecimientos que nos recuerdan a los vividos en Washington. El presidente saliente que no reconoce la derrota. Los partidarios que deciden cortar carreteras y manifestarse por todo el país. Mientras tanto, algunos pidiendo sin tapujos un golpe militar para impedir que Lula da Silva asuma el poder.

Pero eso mismo ¿podría suceder aquí, ahora, en España? ¿Sería posible que un país de la UE, en pleno siglo xxi, cayera en ese tipo ardides sólo por el ansia de poder de unos pocos? A continuación, vamos a analizar una serie de hechos, aparentemente inconexos entre sí y las posibles implicaciones que pueden tener.

“Ley de los nietos”.

Recientemente, el gobierno de Sánchez, ha impulsado una nueva ley conocida como la “Ley de los nietos”. De acuerdo a esta nueva ley, miles de descendientes de españoles podrán acceder a la nacionalidad, si sus abuelos/as se exiliaron de España con motivo de la guerra civil y la dictadura.

Esta “Ley de Nietos”, actualmente encuadrada dentro de la “Ley de Memoria Democrática”, contempla tres nuevas situaciones por las que se puede acceder a la ciudadanía española:

·         Si se ha nacido fuera de España y se cuenta con un padre, madre, abuelo o abuela originariamente español. En el caso de que estos, como consecuencia de haber sufrido exilio por razones políticas, ideológicas o de creencia o de orientación e identidad sexual, hubieran perdido o renunciado a la nacionalidad española.

·         Si se es hijo o hija nacido/a en el exterior de una mujer española que hubiese perdido su nacionalidad (es decir, la posibilidad de transmitirla a sus descendientes) por casarse con una persona extranjera antes de la entrada en vigor de la Constitución de 1978.

·         Si se es hijo o hija mayor de edad de españoles a quienes les fue reconocida su nacionalidad de origen en virtud del derecho de opción con la Ley de Memoria Histórica de 2007.

 

Una medida muy oportuna para alguien al que, según todas las encuestas serias, le dan como perdedor en las elecciones generales del año que viene. Sin duda alguna una fuente de votos importante para el PSOE y sus aliados, de aquellos que verán en este gesto una oportunidad de revancha o la posibilidad de pagar un favor.

La parte menos importante del asunto consiste en preguntarse cómo prueba uno que su abuelo se tuvo que exiliar por motivos políticos o simplemente se fue porque quería comer caliente todos los días.

El asalto al INE (Instituto Nacional de Estadística).

En primer lugar y para aquellos que no estén familiarizados con el asunto explicaré qué es el INE.

“El Instituto Nacional de Estadística (INE) es un organismo autónomo adscrito al Ministerio de Economía y Hacienda. Su tarea principal y de mayor tradición es la de elaborar estadísticas públicas, que son estudios oficiales sobre la situación y evolución de la población, la economía y la sociedad de España.”

“La Ley asigna al Instituto Nacional de Estadística un papel destacado en la actividad estadística pública encomendándole expresamente la realización de las operaciones estadísticas de gran envergadura (censos demográficos y económicos, cuentas nacionales, estadísticas demográficas y sociales, indicadores económicos y sociales, coordinación y mantenimiento de los directorios de empresas, formación del Censo Electoral...).”( Fte: INE)

El pasado verano, el gobierno criticó abiertamente los datos que sobre el PIB había publicado dicho organismo, que iban radicalmente en contra de la propaganda lanzada por el gobierno y con ello, provocó la dimisión de su director Juan Rodríguez Poo.

El Instituto Nacional de Estadística, a pesar de ser un organismo público adscrito a un ministerio, es y debe seguir manteniendo una escrupulosa independencia con respecto a los vaivenes de los gobiernos que se sucedan. Tanto es así que la asociación de estadísticos superiores del Estado emitió un comunicado en el que manifestaban su preocupación por la injerencia del Gobierno.

Este nuevo asalto a una institución independiente, no ha pasado desapercibido en Europa. Así lo ha manifestado esta misma semana el Consejo Asesor Europeo de Gobernanza Estadística (ESGAV), en un comunicado, según el cual, dice haber tenido conocimiento del "repentino" cese de Rodríguez Poo "en medio de repetidas críticas públicas de altos funcionarios del Gobierno español con los métodos de compilación de ciertas estadísticas europeas por parte del INE", como el crecimiento del PIB o la inflación, "con los responsables políticos insistiendo en que el PIB es más alto que lo expresado por el INE y la inflación más baja". (Fte: Libremercado 7/07/2022).

Colocando a un súbdito al frente de este organismo, se puede manipular la información y el método empleado para obtenerla y publicarla.

INDRA.

Es una empresa española presentes en diversos sectores y países. También, y no es menos importante, es la empresa que históricamente gestiona todos los datos y la infraestructura tecnológica en las elecciones generales en España. O sea, es la empresa que cuenta los votos.

La estructura accionarial de la empresa se distribuye de esta forma:



Es decir, de entrada, el Estado Español es dueño del 25% de la compañía.

Sin embargo, desde mediados de mayo de 2021 se venían filtrando detalles acerca de la mala relación existente entre el presidente de la compañía, Fernando Abril-Martorell y La Moncloa. Unas desavenencias que han terminado por plasmarse en junio de 2022, cuando por sorpresa, la empresa Amber Capital, entró a formar parte del accionariado de INDRA. Cabe reseñar que Amber Capital es la propietaria del 29,7% de PRISA, a su vez, propietaria del diario “El Pais”, o sea, el diario oficial de La Moncloa.

“Detrás de la explicación oficial existen otras derivadas que se deben tener en cuenta. La principal está relacionada con la intención del Ejecutivo de tomar el control de Indra para alinearla con los intereses del Estado. En otras palabras: los de Moncloa. Por esta razón, el Consejo de Ministros autorizó el pasado 22 de febrero a la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI) para que incrementara su peso en la empresa tecnológica hasta el 28%.”

(Fte: VOZPOPULI, 22/06/2022)

Correos.

Es un organismo público perteneciente a la SEPI, es decir, al estado.

Es el único organismo autorizado a gestionar el voto por correo de los españoles.

Ya tiene, desde hace tiempo, a su servicio al CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas).

El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) es un organismo autónomo, adscrito al Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, cuyo fin es el estudio científico de la sociedad española, normalmente a través de la elaboración de encuestas periódicas, por propia iniciativa del Centro o por petición de otros organismos.

Este organismo presidido por un miembro con carné del PSOE, Tezanos, se encarga de sorprender y hasta escandalizar a la mayoría de españoles con unas encuestas de intención de voto que rara vez se acercan a la realidad contrastada posteriormente. Tal es el desatino continuado en la predicción del comportamiento de los votantes que algunos han sugerido acusarle de malversación de caudales públicos, mientras otros sospechan que sus métodos se basan más en la magia negra, el vudú y la propaganda, antes que en el rigor científico. Sería prolijo documentar los continuos descalabros que han sufrido sus predicciones en favor de las de sus competidores.

***

Así es que, por el momento, tenemos estos hechos supuestamente inconexos entre sí, pero que tal vez no estén tan desconectados y sí ofrezcan más bien una visión estratégica.

Imaginemos por un momento que un individuo, con inequívocos signos de perpetuarse en el poder, ve que todas las estadísticas serias, le son desfavorables y todas, sin excepción, le apean del sillón de mando. Si sus intenciones son las de permanecer en el poder al precio que sea y caiga quien caiga, debería hacer algo al respecto.

En primer lugar, debería animar a sus seguidores a seguir votándole usando para ello los resultados de las “encuestas” del CIS. Aunque más que encuestas deberíamos calificarlas de bulos.

Con el fin de conseguir más votos, será necesario ampliar el rango de votantes permitidos, para lo cual, la Ley de los Nietos, puede ser una herramienta magnífica.

Sabiendo como se sabe que el INE siempre ha mantenido su rigor científico y su independencia con respecto a los gobiernos, será menester someter a dicho organismo y colocar al frente a quien se muestre más dócil y obediente, como si de una Fiscal General del Estado se tratara, por ejemplo.

 El INE ya supuso un trago amargo cuando el gobierno mentía como un bellaco a la hora de ofrecer el número de fallecidos por COVID en España, cambiando 7 veces (¡siete!) el método de conteo. Todas esas artimañas saltaron por los aires cuando el INE, comparando cifras homogéneas con respecto a años anteriores, demostró que el número de fallecidos fue del doble, como mínimo.

Correos siempre ha estado ahí, pero ahora, además, se dispone de un fiel siervo: INDRA.

¿Se puede manipular el sistema de voto por correo? ¿Quién controla que lo que yo he votado es contabilizado apropiadamente? ¿Y el presumible voto de los nuevos “nietos”? ¿Cuántos nietos puede tener una pareja? ¿Son nietos todos sus descendientes incluidos aquellos que provienen de uniones de facto, de hijos no reconocidos, de amancebamiento?

Es bien sabido que republicanos ilustres y reconocidos, abandonaron España ante el cariz que tomaba el gobierno de la república. Así lo atestigua Hugh Thomas en su libro: “La guerra civil española”.

“Otro hecho notable que tuvo repercusiones más allá de las líneas de batalla fue el cambio de actitud de los más eminentes intelectuales de la España anterior a la guerra. La mayoría de ellos se encontraban en la España republicana en el momento del alzamiento.   Firmaron   un   manifiesto   pidiendo   apoyo   para   la República.  Entre las firmas se contaban las del médico e historiador doctor Marañón; el exembajador y novelista Pérez de Ayala; el historiador Menéndez Pidal; y el prolífico filósofo José Ortega y Gasset, amigos, e incluso fundadores, de la República de 1931.  Pero las atrocidades y la creciente influencia de los comunistas hicieron que todos estos hombres aprovecharan cualquier oportunidad que se les presentara para huir al extranjero. Y, una vez allí, retiraron su apoyo a la República”.

A tenor de lo que pretende la Ley de los Nietos, ¿se deberían contemplar a estas personas como exiliados por razones del fascismo, o bien, por el contrario, exiliados por temor al propio gobierno con influencias comunistas? ¿Y sus nietos?

¿No se dice nada de los que tuvieron que emigrar tras las elecciones de 1931, por la victoria de los partidos de izquierdas? ¿El Rey Alfonso XIII se puede considerar un exiliado político?

Cada vez parece más evidente que lo que pretende este gobierno es otorgar la ciudadanía española en función de la ideología del sujeto y no en función de sus ancestros y condiciones.

Por si todo esto fuera poco, en el horizonte cercano está el control absoluto de la Justicia, mediante al asalto al CGPJ, el TC, el TS y todo lo que abarque la insaciable capacidad de dominar los resortes de los contrapesos en democracia.

Si existiera un sistema para manipular unas elecciones.

Si existieran pruebas de ello.

Si alguien pudiera obtener esas pruebas.

¿Quedaría algún organismo o resorte legal dispuesto a luchar contra esa manipulación?

Y no olvidemos los ataques cibernéticos de los cuales los españoles no hemos sabido ni el alcance ni la profundidad de los que sufrieron Sánchez, la ministra de Defensa Margarita Robles y vaya usted a saber cuántos más. Ni siquiera se ha informado a los españoles de dónde venían esos ataques, ni si eran de un único país o de varios.

Así es que, si se produjera una alteración de la voluntad de los españoles mediante un “pucherazo”, ¿con qué armas o aliados contaríamos los ciudadanos para hacer prevalecer la verdad, la libertad y la democracia? ¿Acaso el CIS, maneja datos que nadie más conoce? ¿Se ha cuantificado el impacto en votos de la nueva Ley de los Nietos y sólo lo saben el CIS y La Moncloa?

Si finalmente se cumplieran las previsiones de los especialistas y ganan el gobierno el PP + VOX ¿las izquierdas lo van a admitir o se van a comportar como Trump y Bolsonaro, arengando a sus huestes y promoviendo alborotos?

Todos hemos sido testigos de que se puede asesinar a un presidente de los EEUU y endosarle el muerto a un único individuo con unas dotes como francotirador dignas de una leyenda o de un campeón olímpico.

También hemos visto como más de una democracia ha sucumbido a las malas artes de quienes han sabido usurpar los poderes, colonizar y extender la mentira, el robo, el abuso, el totalitarismo. De hecho, España fue capaz de transitar desde una dictadura hasta esta democracia dinamitando el propio sistema franquista desde dentro. Así es que, ¿no sería posible terminar con esta democracia, también desde dentro, conquistando los puestos clave de modo paulatino?

Como bien reza el viejo aforismo:

“Para que los malos ganen, sólo es necesario que los buenos no hagan nada”.

© Carlos Usín




Sinatra y mis recuerdos (VII)

Como dice el famoso adagio: “todo lo que pueda salir mal, saldrá mal”. Y en mi caso se cumplió a rajatabla.

Corría el año de nuestro Señor de 1967. En octubre cumpliría la avanzada edad de once años y ese fue el momento elegido para decidir que ya era hora de que fuera solo al colegio. Una vez más las circunstancias marcaron su ley. Al fin y al cabo, el plan era sencillo. Sólo debía levantarme a eso de las siete de la mañana, tomar un desayuno ligero y muchas veces sin desayunar, coger cerca de casa un autobús que me dejaría en la Puerta del Sol, para allí tomar otro autobús en la cabecera de línea y bajarme en la última parada. Después, sólo tenía que andar unos 300 metros para llegar al colegio. Al mediodía, a la salida de clase a las 13.30, viaje de regreso a comer a casa y con el último bocado en la boca y después de engullir como un pavo, vuelta a los viajes en autobús para entrar a las 15.30, algo, que, por supuesto, jamás ocurría. Era metafísicamente imposible cuadrar los tiempos, lo cual, me suponía que cada vez que llegaba tarde a clase, tenía que explicar que vivía muy lejos. Aun así, de vez en cuando al profe de turno no le convencía la explicación y terminaba castigado. Después, cuando la jornada escolar terminaba a las 18.00, sólo quedaba volver a realizar el tour por Madrid para llegar a casa pasadas las siete de la tarde y ponerte a hacer los deberes. Y así un día detrás de otro.

No había socialización con los compañeros de clase. No había juegos. No había actividades extra escolares. No había fútbol. Era un adulto atrapado en el cuerpo de un niño.

Pero este año, además, tuve una desgracia añadida. Se llamaba Jesús Montoya. El hermano Montoya para sus víctimas.

Este cura me sometió a tal persecución sicológica que me diagnosticaron principio de úlcera de estómago, lo cual, si tenemos en cuenta el estrés habitual al que estaba sometido y añadimos el que sumó este hijo de puta, el resultado fue de lo más lógico.

Era tal el odio, la rabia y la frustración que tenía hacia mi enemigo declarado que repetía sin cesar: “Juro que bailaré sobre su tumba el día que muera”. Mi compañero de pupitre debió pensar que estaba poseído por alguna clase de demonio, por la cara que ponía cada vez que lo escuchaba, que fueron varias.

La persecución era diaria: castigos constantes e injustificados, desprecio, agresiones físicas, y presentarme al resto de la clase como objeto de burla y mofa, formaban parte de sus métodos didácticos.

Un día cualquiera el hermano Montoya interrumpió la clase y me hizo levantar de mi asiento, algo obligado cuando te dirigías al cura o profesor de turno o viceversa, pero, sobre todo, cuando lo que se pretendía era colocar a un alumno frente a todos sus compañeros e intentar acomplejarle, humillarle o ponerle en ridículo. Entonces el hermano Montoya, empezó una retahíla de ataques, acusaciones y un sinfín de supuestas faltas cometidas por mí, aunque la mayor parte de todos esos aspectos entraban dentro del terreno personal.

-        Es que siempre llegas tarde a clase por las tardes.

-        Es que vivo muy lejos.

-         ¿Y por qué no comes en el comedor del colegio?

(¿y qué pasa si la razón es que en mi casa no hay dinero para ese concepto?)

-         Hable usted con mi madre – fue mi respuesta.

-         Pero también tienes unos tíos que viven cerca. ¿Por qué no vas a comer a su casa?

(¿y quién era él para organizar a mi familia?)

-         Hable usted con mi madre.

Estaba claro que el individuo estaba bien enterado de mi vida y quería meterse donde no le había llamado nadie. Y le salió el tiro por la culata.

-         Pero vamos a ver, aquí, ¿quién manda, tu madre o yo?

-         Mi madre, por supuesto, que es la que paga.

El cura se quedó estupefacto ante la respuesta de un niño de once años, pero mis compañeros estaban acojonados esperando que en cualquier momento se rifara una hostia y yo llevaba bastantes papeletas.

-        Sí, pero tu madre paga para que te eduquemos nosotros - respondió torpemente el cura.

-         No. Mi madre paga para que me eduquen como ella quiere, no como usted quiere.

-         Pues entonces márchate de este colegio.

-         Hable usted con mi madre.

Y se terminó la discusión.

Otro día teníamos una hora de estudio hasta la salida. Cada uno podía estudiar lo que quisiera, pero en silencio. Yo ese día estaba hecho polvo y por más que intentaba concentrarme en lo que estaba leyendo, tenía que volver al inicio una y otra vez. Necesitaba descansar, dormir, relajarme.

Cuando llega la hora de salir, el hermano Montoya toma la palabra y dice que todos pueden irse excepto fulano, mengano, zutano y yo. Entonces, yo me levanto y le pregunto la razón de que me deje allí y me responde: “has estado una hora sin pasar la página del libro”. Es cierto, le respondí, pero ¿qué debo hacer si no soy capaz de concentrarme y entender lo que estoy leyendo?

La respuesta tampoco le gustó, pero yo, a pesar de todo, tomé las de Villadiego y me marché a mi casa. Cuando estaba en casa el hermano Montoya se tomó la molestia de llamar y hablar con mi madre para quejarse de que me había saltado un castigo y de paso soltar a mi madre la misma lista de acusaciones que me había hecho a mí en clase. Intenté hacer comprender a mi madre de qué iba la película, sin mucho éxito.

Por otra parte, el hermano Montoya, al parecer, desconocía que era absolutamente ilegal dejar a unos alumnos encerrados con llave en una clase, y, sobre todo, más allá del horario lectivo. Eso estaba tajantemente prohibido por las normas del colegio. Ni siquiera se podía hacer a la hora del recreo, que algunos profesores castigaban sin recreo a algún alumno y los encerraban en la clase con llave. Alguien podría considerarlo secuestro y en caso de algún tipo de incidente, quién sabe lo que la compañía de seguros o el propio Ministerio de Educación podrían opinar al respecto.

El caso es que entre unas cosas y otras cada vez que entraba por la puerta de aquel penal, yo tenía unos dolores de tripa tremendos. No entendía lo que me pasaba, pero algunos días, lo que no consiguieron pegándome con la regla en las manos o en el culo, lo conseguía ese dolor intenso en la tripa: hacerme llorar.

Durante varios meses, de todos los profesores y curas que fueron testigos de mis dolores, tan sólo dos se preocuparon realmente por mí. Un cura, que con cariño me recomendó que me pusiera el abrigo en la tripa para darme calor y un profesor, que al menos, se interesaba, aunque poco podía hacer. Se ofreció incluso a proporcionarme alguna medicina que estuviera tomando, pero no tomaba nada.

Cuando yo le decía a mi madre que me dolía mucho y que casi lloraba, la respuesta suya fue la de considerarme sospechoso de urdir una patraña para no ir al colegio. Según ella, todo formaba parte de una estrategia encaminada a ese fin.

Imagino que debió ser alguien del colegio que llamó a casa para hablar con ella y ponerla al corriente. Sólo así puedo llegar a entender que un día – por fin - fuera a visitar a un médico, que me hizo tragar una papilla asquerosa. El diagnóstico: gastritis, es decir, la inflamación del revestimiento del estómago. La inflamación de la gastritis generalmente se produce por la misma infección bacteriana que provoca la mayoría de las úlceras estomacales o por el uso habitual de ciertos analgésicos. Conjuntamente con el diagnóstico médico y la ingesta de alimentos suaves, venía una seria recomendación de otro tipo: que no fuera al colegio durante tres meses.

Aquel momento lo viví como si se tratara de la rendición de Alemania en el 45. Mi guerra había terminado. Entonces no tenía la capacidad de analizar lo sucedido y cómo fue posible que pasara de ser un potencial culpable, a ser la víctima de una enfermedad, que, por cierto, ya había atacado tanto a mi padre como a mi tío. Con el transcurrir de los años he reflexionado sobre ello y he llegado a la conclusión de que debió de producirse algún contacto entre aquel cura que me veía sufrir – casi llorar - en silencio en clase y mi casa, al tiempo que esta información también debió de llegarle al médico.

La principal preocupación de mi madre consistió en que el jamón de york que me había recetado el doctor, era muy caro.

Mi reincorporación a las clases fue todo un acontecimiento entre mis compañeros que pensaban que me había muerto. Desde ese momento, el hermano Montoya desaparece de mis recuerdos. Desconozco si alguien se tomó la molestia de informar a la dirección del colegio sobre lo sucedido y sus consecuencias, pero el caso es que el hermano Montoya no supuso más problemas.

Otro dato a destacar es que, a pesar del largo período de ausencia de las clases, aprobé el curso en junio. Supongo que habrá que incluir algo de benevolencia a la hora de puntuar mis exámenes, e incluso – tal vez – un cierto sentimiento de culpa colectiva por la poca atención que recibí de quienes se supone están más obligados a proporcionar cariño y ayuda.

Al menos pasaría un verano tranquilo, sin preocuparme de tener que examinarme en septiembre. Aunque desde que dejamos de ir a Foz, los veranos en Miraflores de la Sierra estaban bien, pero no eran lo mismo.

Ese año tampoco fue lo que se dice un buen año.

 

jueves, mayo 25, 2023

Marruecos, nuestro íntimo enemigo

Desde antes de que Marruecos fuera Marruecos, ya eran una molestia y un incordio. Desde los tiempos de Muhammad Ibn 'Abd el-Karim El-Jattab, más conocido como Abdelkrim, el que fuera líder de los rifeños y que encabezó una lucha independentista contra Francia y España a inicios del pasado siglo xx. Una guerra que España pagó cara y en donde forjó su merecida fama como militar un tal Francisco Franco. Desde entonces, Marruecos ha sido y es un dolor de muelas.

El gran problema de Marruecos es que es un país africano al que le gustaría disfrutar de las ventajas de estar en Europa, lo cual, es absolutamente kafkiano. La situación geográfica puede ser cercana, pero la cultural e ideológica está a años luz. Mientras Europa es un espacio de libertad y democracia basado en los principios cristianos, Marruecos es un país anclado en un concepto musulmán, feudal, regido por una monarquía absolutista, disoluta, corrupta y traicionera. Intentar mezclar Europa con Marruecos es como intentar unir el agua y el aceite.

El país africano busca su expansión económica al otro lado del Mediterráneo, ya que sus vecinos más próximos no disfrutan ni de la estabilidad política, ni económica, ni social, que permita establecer relaciones constantes en el tiempo. Sólo Europa puede ofrecer un mercado continuo, estable, fiable. Y eso, ya es un problema en sí mismo. Mohamed VI pretende que el mundo gire alrededor de su ombligo y que el resto del planeta se adapte a sus caprichitos, tal y como está acostumbrado que suceda en su feudo con sus súbditos, que no ciudadanos.

Así las cosas, la estrategia del monarca – que es quien manda, ordena, organiza y planifica – consiste en obligar a Europa a transigir con sus demandas. Y como frontera exterior de la UE, España sufre en primera persona los embates de este reyezuelo, - que pasa más tiempo en París que en Rabat – acogiendo a cientos de miles de marroquíes en territorio europeo. Cientos de miles Caballos de Troya, todos ellos jóvenes, fuertes, musulmanes y obedientes sólo a su amo, su majestad.

Según datos del INE, el año 2022, en toda España residían más de 883.000 marroquíes. De ellos, más de 235.000 residían SOLAMENTE en Cataluña.

La verdad es que eso de conseguir invadir un país enemigo y meter a un millón de los tuyos a base de pateras, hay que reconocerlo, tiene su mérito. Y encima, se lo estamos financiando nosotros a través de las ayudas que recibe, tanto de España como de la UE, para, supuestamente, evitar que sus fronteras sean tan permeables y luchar contra el tráfico de personas. ¿De verdad alguien se cree que miles y miles de personas pueden atravesar las fronteras de Marruecos hasta llegar a las playas de lanzamiento de pateras contra España, y todo ello sin que Marruecos tenga la más mínima idea y no pueda resolverlo?

En esta guerra permanente la estrategia a largo plazo de zapa y mina, se basa en la lucha demográfica como herramienta fundamental. Siempre se ha hecho así y no ha cambiado mucho a lo largo de la historia. Cuando una minoría quiere obligar a la mayoría a obedecer sus requerimientos, sólo hay dos opciones: o una limpieza étnica (País Vasco, Yugoslavia, Turquía, Camboya…) o procrear tantos ciudadanos como sea posible. De esta forma, siempre llegará un día en el que se adquiera el derecho de exigir una representación política en las instituciones del país invadido, en este caso España, aunque sea traicionando a la propia esencia de la democracia y se tengan que comprar votos para conseguir una representación política en determinados feudos, aunque esos votos sean más falsos que un euro de madera.

Y para ir probando la capacidad de la fuerza de la que se dispone, se podrían organizar todo tipo de manifestaciones, algaradas, disturbios, o incluso atentados (¿11-M?), ya sean en nombre de Alá, de la libertad – esa misma que no se disfrutan en su país - o de lo que sea. Para eso sirven los saltos organizados y bendecidos por las autoridades marroquíes a la valla de Melilla, con la pasividad de los guardias, o la invasión de nuestras fronteras a través del mar, aunque sea a nado. Sólo así se pueden encajar las piezas sueltas del rompecabezas de los atentados del 11-M, la invasión de nuestras fronteras de 8.000 marroquíes que fueron trasladados desde el interior del país hasta la frontera en autobuses del gobierno, y en estos días, la compra de votos por correo, que al parecer lleva años en funcionamiento en Melilla. Y la pregunta es: ¿cuánto tiempo van a tardar en hacer lo mismo en Cataluña y en toda España? Al fin y al cabo, ¿no es exactamente, así como funciona la “democracia” en Marruecos?

Y qué decir de Pegasus y el espionaje a los móviles de Sánchez, de la ministra de Defensa y vaya usted a saber cuántos más. Un tema sobre el que se ha lanzado una manta negra para taparlo todo lo posible, como las maletas de Delcy, o cualquier otro asunto del que este gobierno “decretista” haya decidido ocultar a los españoles.

El enésimo ejemplo de esta “colaboración fraternal” entre España y Marruecos, al más puro estilo Caín – Abel, es lo de los votos en Melilla. Tal vez en más sitios; en todos aquellos donde la presencia de musulmanes marroquíes aconseje luchar por lo que ellos consideren sus derechos.

Tenemos una bomba de relojería debajo del asiento y no sabemos cuándo va a explotar. Esa era la definición de Alfred Hitchcock de lo que era el suspense: el espectador sabía de la existencia de la bomba pero el sujeto que estaba sentado sobre ella, no tenía ni idea.

miércoles, mayo 24, 2023

Racismo y pucherazo

Lo que en un principio parecía que era un pucherazo por compra de votos por correo limitado a Melilla, - con la más que probable implicación de Marruecos -, ahora ya hemos conocido que en Mojácar también hay algo que huele a podrido. Las sospechas en este caso se dirigen a toda la izquierda, empezando por el PSOE, y cabe preguntarse a quién – aparte de a los propios involucrados – beneficia que siga en el poder la coalición de extrema izquierda que nos gobierna y la respuesta parece de cajón: a Marruecos.

Tengo la impresión de que esta conjura sólo es la punta de un iceberg que tiene como finalidad ir depurando los errores y los fallos, para tenerlo todo a punto en diciembre para las Generales. Simplemente, se están afinando los instrumentos para el concierto de Año Nuevo.

Y como toda buena conjura que se precie, siempre hay que tener una cortina de humo para despistar y para eso ha surgido un tema bien candente: Vinicius.

Ahora la atención de los españoles se divide al 50% entre el Real Madrid y las pasiones que despierta a favor y en contra en ciertos ámbitos, y el más que claro intento de pucherazo en – todavía- no se sabe cuántos más lugares de España. Casualmente, también se habla de Cataluña donde el número de marroquíes es el mayor de España.

Ahora, de lo que se habla no es solamente de si hay pucherazo o no, sino de si los españoles somos o no, racistas. Pues sí, claro que lo somos. No diré que a mucha honra, pero hay que aceptar las evidencias y desde luego, esto de la raza y de la pureza de sangre nos viene de antiguo, de cuando había que demostrar que uno no era judío, que no era árabe y que se era “cristiano viejo”.

El caso de Vinicius es algo que más pronto que tarde tenía que explotar y lo ha hecho ahora y ya sea por casualidad o no, le ha venido genial al gobierno y sus compinches. Sólo en esta temporada de fútbol, a Vini le han insultado en casi todos los campos que ha visitado. A bote pronto, que yo recuerde: Mallorca, Osasuna, Betis, At. Madrid, Valladolid, Barcelona, son algunos ejemplos. Aun así, todavía hay quien afirma que eso no es racismo, pero que racistas, haberlos haylos. Lo de siempre: que son casos aislados y que cuando se dan, no es todo el campo, que sólo son 2.000 o 3.000, y que eso lo hace más disculpable.

El asunto no es baladí toda vez que el propio presidente del gobierno de Brasil y últimamente la ONU, se han metido en el tema. El empeño en intentar evitar que España sea catalogada como una nación racista, es total, pero los hechos contradicen las buenas intenciones. ¿Cuántas agresiones verbales debe sufrir un jugador para que se admita que en el fútbol hay racismo? ¿Cuántos aficionados y seguidores de equipos de fútbol tienen que morir para que se atajen estos comportamientos? Porque hay que recordar que, en España, un seguidor de la Real Sociedad y otro del Depor de la Coruña, fueron asesinados en las inmediaciones del estadio del At. Madrid y no se supo nunca quiénes fueron los responsables. ¿Alguien se imagina esos gritos racistas en un partido de Copa Davis o en Wimbledon? ¿Cuántas agresiones físicas deben sufrir los de VOX antes de que alguien tome las medidas necesarias?

Supongo que en España la idea de ser catalogados como racistas es una imagen que está íntimamente ligada a la Alemania nazi y los judíos. Una nación que promulga leyes contra una etnia, evidentemente eso sí es racismo, como el que imperó durante siglos en EEUU o en la República de Suráfrica durante décadas. Todo lo que esté por debajo de eso, al parecer, son casos aislados, puntuales.

Hace cosa de veinte años o así tuve la oportunidad de impartir un curso a un grupo de personas. Era un curso del SEPE o del INEM o como quiera que se llamase entonces. Era un grupo de unas 15 personas, todas ellas mujeres, de diferente edad y condición. Había alguna ama de casa y una chica que jugaba al fútbol de lateral izquierdo. En ese grupo sólo había un varón, un chico joven.

Antes de empezar el curso que duraba como dos semanas o así, me llamó la responsable del centro a su despacho. Me indicó que por impartir ese curso recibirían una subvención, pero la condición imprescindible para ello era QUE NADIE PODÍA ABANDONAR EL CURSO. Con tan sólo una persona que lo hiciera, no se cubría el cupo y se perdía la subvención. Vale. Lo insultante vino después. Me dijo que el único varón, el chico joven, era gitano y que si yo creía que debía ser excluido desde el principio para evitar que en mitad del curso abandonara y perdieran la subvención. Parece ser que tenía miedo de que el chaval dejara aquel curso de “gestión de recursos humanos” y se fuera a tocar las palmas a un tablao o a rasgar la guitarra. Mi respuesta fue clara y tajante: yo no iba a definir o coartar el futuro de nadie y menos basándome en un prejuicio racista. Tengo que decir que el chico, no faltó ni un solo día, algo que no se puede decir lo mismo de alguna de las otras personas.

Esta mañana, mientras me debatía entre la ira, la frustración y las ansias de coger un Kalashnikov, me preguntaba qué pensarán de nosotros, los españoles, en Alemania, o en EEUU o en Reino Unido, cuando en las noticias aparezcan los insultos racistas a varios jugadores de fútbol a lo largo de la historia – Vinicius no ha sido el primero ni el único - y después hablen de las próximas elecciones municipales y los intentos de pucherazo que, por el momento, se han descubierto.

lunes, mayo 22, 2023

El sin techo empresario

Vivía en un chamizo de aspecto endeble situado en mitad de un descampado completamente llano y aislado de todo contacto humano. Por alguna razón, escogió la soledad, la intimidad, antes que ir a alguna barriada chabolista, aunque por esa zona del noroeste de Madrid, no parecía que hubiera muchas.

No había árboles, vegetación o arbusto que pudiera servir de cortina, de parapeto, contra los gélidos vientos invernales o que le pudieran servir de sombra en los bochornosos días del verano. Los días de lluvia todo lo que le rodeaba se convertía en barro y desconozco cómo solucionaba ese problema dentro de su refugio. Estaba ahí, en medio de ninguna parte, como si fuera el mismísimo teniente John J. Dunbar, de “Bailando con lobos”, padeciendo los rigores del clima.

Por alguna extraña broma de los dioses, quiso el destino que, justo frente a su “residencia” fuera a instalarse una gran empresa. La empresa construyó un edificio enorme, con capacidad para miles de empleados, y un garaje enorme exclusivamente para ellos. Pero además de los empleados propios de la empresa, se necesitaban muchos más; cientos, tal vez, miles de personas sub contratadas. Y entonces, a esos miles de personas que se veían en la necesidad de acudir al trabajo en coche, pronto se les planteó un problema: encontrar un sitio para aparcar.

Aunque la zona en la que estaba enclavada la empresa era amplia, el número de coches era tal, que algunos terminaron aparcando en lugares indebidos, con la consiguiente alegría por parte del ayuntamiento de turno, subsección de multas. Por tanto, había que encontrar una alternativa y parecía que la más lógica era dejar el coche justo frente al edificio en cuestión. Un lugar ideal. Tan sólo había un detalle que solventar: en ese descampado había una mini chabola.

Lo primero sería averiguar si estaba ocupada por alguien o sólo eran los restos de una vida anterior. Después, habría que confiar en el individuo no se fuera a dar el caso de que se dedicara a sustraer todos los objetos de valor del interior de los vehículos, o los coches en sí. Y al igual que sucedió en la película mencionada más arriba, fue la curiosidad y la necesidad las que llevaron a un grupo de personas a entablar relación con el habitante misterioso, que rara vez se dejaba ver.

El resultado de la charla fue de lo más interesante.

Resulta que ese terreno donde el indigente tenía su cobijo, pertenecía a una persona que, al parecer, había fallecido sin dejar herederos, por lo que, la empresa multinacional que construyó justo enfrente de su descampado, no pudo ejercer sus deseos de adquirir dicho terreno porque no había nadie legal a quien comprarlo. El indigente vivía así en un limbo legal que le permitía estar allí sin tener que rendir cuentas a nadie. Era lo más parecido a un paraíso fiscal.

La comitiva le propuso directamente, si vería con buenos ojos que los coches pudieran aparcar en su extenso terreno. A cambio, cada vehículo le daría una “propina” simplemente por el favor de vigilar que nadie se acercara a robar.

Y así, de esta manera tan rocambolesca, fue como aquel indigente, que sobrevivía por puro instinto en un descampado, en un chamizo, se convirtió en el gerente de su propio aparcamiento.

Cada vehículo que deseaba aparcar en ese terreno, debía comunicárselo a él, para que así lo hiciera constar en su lista. De esta forma, podía llevar un control de quién le había entregado la propina, quien se había retrasado y quien pretendía abusar de su buena fe y aparcar sin pagar.

Se calcula que al final aparcaban unos 200 vehículos a razón de unos 10 o 20 euros al mes cada uno. Sin contratos. Sin facturas. Sin impuestos. Un paraíso fiscal en medio de Boadilla del Monte y frente a un banco multinacional español.

Una ganga para los conductores y una nueva vida para el indigente.

sábado, mayo 20, 2023

Sinatra y mis recuerdos (VI).

Como era de esperar las Navidades de 1965 distaron mucho de poder ser consideradas siquiera navidades.

Tras la muerte de mi padre, mi madre – como era costumbre en aquellos tiempos – se vistió de luto riguroso. Un negro intenso de los pies a la cabeza, en sus escasos vestidos, acompañado de la eliminación absoluta, completa y total de la más leve sombra de maquillaje. Un luto que se extendió a la prohibición de escuchar música, o incluso de ver la tv, aunque esta última se suavizó levemente al consentir verla, pero con apenas volumen. Un luto en el que se desaconsejaba cualquier mención a la presencia de mi padre en este mundo, como si ignorando eso, se pudiera solventar el daño que hacía su recuerdo, lo que, al final, tuvo como consecuencia que mi padre se convirtiera en un desconocido. Un luto donde debía reinar el silencio en su más amplio sentido. En definitiva, mi casa se convirtió en un sepulcro con gente que respiraba dentro y utilizo el verbo respirar porque para mí el concepto de vivir es distinto. Vivir es mucho más que sólo respirar. Así es que con una atmósfera así de agobiante y lúgubre, es fácil entender que nadie estaba para luces, regalos y villancicos.

Por razones evidentes, pero, sobre todo, porque la economía no lo permitía, abandonamos la idea de continuar con nuestros veraneos en Foz. Al morir mi padre se llevó consigo la llave de la despensa. Fue así, impulsados por las circunstancias, como se intensificó la relación con mis tíos, mis primas y la tía Nani, que vivía con ellos. Mucho tiempo después he pensado en la cruz que le cayó a mi tío José Luís, el día que decidió casarse con la hermana pequeña de mi madre. De entrada, tuvo que arrastrar a la mayor de los hermanos Lacárcel, Nani, que, al no estar casada, no tenía protección alguna. En aquellos años las mujeres no trabajaban. Después, el bueno de mi tío, insistió una y otra vez en tener un hijo varón y cuando consiguió cuatro hembras, se rindió. Y para terminar la escena dramática, al cabo de los años, además, tuvo que acarrear con mi madre y conmigo en las vacaciones. Cuántas veces le escuché decir eso de “el clan de las Lacárcel”, mientras leía la prensa o un libro y miraba a su mujer y sus dos cuñadas, la soltera y la viuda. Entre las tres hermanas copaban todos los estados civiles posibles. El divorcio no existía.

El verano de 1966 fue algo especial. Mi tío José Luís junto con su cuñado – ambos eran más del Real Madrid que Santiago Bernabéu – decidieron alquilar un apartamento en Gandía. A la fiesta terminó uniéndose otro de los colegas del trabajo, a pesar de que este último era más del Atleti que Calderón – D. Vicente, no D. Pedro.

Así es que, una vez más, mis tíos consiguieron meter en el Seat 1500, el matrimonio, a la tía Nani y a mis cuatro primas, junto con las maletas. Un prodigio de la física aún no explicado suficientemente. Como colofón a semejante desplazamiento al más puro estilo Marco Polo, y dado que mi madre y yo no cabíamos en ninguna parte, fue mi hermano el que tuvo que hacer de chofer y de paso unirse a la fiesta componiendo un alegre conjunto formado por diez personas, y todas ellas tenían que comer, dormir, ir a la playa, etc.

Regresar a la playa, aunque fuera la de Gandía y no la de mi entrañable Foz, fue una sensación gozosa, aunque no por mucho tiempo. Acostumbrado como estaba desde niño a estar todo el día en la playa de Foz, sin saber lo que era ponerse un protector solar y terminar negro como un conguito, pensé que en Gandía sería igual. Mi madre insistió una y otra vez en que me pusiera crema solar en la espalda al menos, y yo, como siempre he sido muy lógico y un pelín terco como una maldita mula, le respondía que en Foz no lo necesité nunca y que el sol era el mismo en las dos playas. Evidentemente me abrasé los hombros, lo que me obligó a quedarme varios días en el apartamento, acompañado por mi tía Nani y otros días por mi madre, que protestaron – y con razón – de mi incorregible cabezonería. Se ve que ni los veranos podían ser perfectos.

La vuelta al colegio fue tan desagradable como cada año. Cada día que acudía lo descontaba mentalmente de aquellos “doce años de esclavitud” que tenía que estar allí y que le anuncié a aquel niño mi primer día de colegio.  Aunque no todos los años fueron iguales. La calificación oscilaba entre lo malo y lo peor.

Los castigos físicos eran el pan de cada día. Daba igual que tu comportamiento fuera ejemplar, como era mi caso. Siempre he sido un niño que prestaba atención, no alborotaba ni cosas así. Pero eso daba igual. Los curas y los profesores seglares solían utilizar para el castigo una regla, a ser posible, de madera, porque las de plástico a veces se rompían. El lugar donde se aplicaba el castigo dependía del delito. Y el código penal era subjetivo de cada profesor.

A veces se trataba de castigar las palmas de las manos. Tenías que ofrecer ambas boca arriba y esperar a que el agresor decidiera cuál de las dos te iba a dejar ardiendo. Y mientras esto sucedía, amenazaba con atizar al pobre crío, el cual, muerto de miedo por el daño que le iban a infringir, retiraba apresuradamente las manos, en una especie de juego macabro que se prolongaba hasta que el profesor o el cura conseguía golpear con saña. Con el tiempo descubrí que, para los curas y profesores, resultaba mucho más satisfactorio comprobar que el alumno volvía a su pupitre quejándose del dolor de la mano, mientras el resto de la clase se partía de la risa por lo bajo, excepto cuando al pobre chaval le hacían tanto daño que regresaba llorando. Pero puestos a ser rebelde, servidor nunca dio muestras de padecer dolor, simplemente, porque así el agresor no disfrutaba. Era una especie de juego sado-masoquista, lo cual, he de decir, encabronaba aún más al profesor, que si no se había quedado satisfecho viendo cómo sufría, lo repetía y con más ahínco. El objetivo era arrancar un gesto de dolor, un grito, una lágrima, una muestra de su poder sobre mí y a fe mía que aquello dolía, aunque yo no lo demostrase. Me sentía como Gladiator cuando en la escuela de gladiadores le obligaban a pelear y él se negaba aguantando todos los golpes que le daban.

Además de las palmas de las manos otro lugar preferido de los profesores eran los glúteos, todos ellos, lugares donde no se dejaban marcas ni señales o al menos no perduraban en el tiempo, con lo que el niño estaba inmaculado al llegar a casa. Eso era casi siempre, pero un día, un profesor que tuve (9 años) le había cogido cariño a eso de la regla y a darme estopa tan fuerte como le apetecía. Y un día se pasó de la raya y en vez de golpearme en el glúteo con la regla, que ya le había demostrado que no me dolía, lo hizo en la parte alta del muslo. Eso sí que dolió por mucho que yo fingiera que no. El problema fue que me costaba estar sentado y cuando llegué a mi casa, se lo enseñé a mi madre y vio la señal de la regla en los dos muslos, justo por debajo del glúteo. Mi hermano, que por entonces también era profesor en el mismo colegio, aunque en otros cursos, pidió una entrevista con el hijo de la gran puta del profesor. Creo recordar que yo estuve presente en esa entrevista y pude comprobar el cinismo del individuo cuando intentaba quitarle importancia al asunto, como si se tratara de una simple anécdota, sonriendo como si en el fondo me tuviera aprecio, mientras yo le dedicaba una de esas miradas fijas, sin pestañear, que intentaba transmitir todo el odio y el resentimiento que guardaba dentro. La respuesta del profesor fue presentarme ante la clase como una especie de marica, de niño enclenque y mimado, que no podía aguantar “un cachete”.  A partir de ahí, dejó la regla a un lado y se dedicó a darme capones. Normalmente los daba tan fuerte que terminaba por aparecer un chichón. Mi madre se asustó cuando comprobó que tenía la cabeza llena de ellos.

Era el método que se utilizaba en aquellos años para mantener la disciplina, para que sacaras mejores notas. En definitiva, era un sistema cruel, vengativo y abusador. Pero tuve que sufrir cosas peores.

Tampoco fue un buen año.

jueves, mayo 18, 2023

El famoso cambio climático

Día sí y día también, nos bombardean continuamente con este mantra del cambio climático con el único fin de hacernos sentir culpables del desastre medioambiental y climático que, al parecer, sufrimos de un modo cuasi irreversible. Dicho mensaje va ineludiblemente unido a inculcarnos el hecho de que debemos modificar nuestros hábitos más elementales.

Por ejemplo, se nos informa de que un hotel ha comenzado a colocar relojes de arena en las duchas para concienciar al usuario de que el tiempo medido de 4 minutos por ese reloj, debería ser suficiente para asearnos. Habría que preguntarse cuánto van a tardar las señoras de la limpieza de los hoteles en limpiar de pelos las duchas, los lavabos y los inodoros, teniendo en cuenta que el cliente debe tardar 4 minutos. Tal vez sea el primer paso para poner duchas en los hoteles con monedas o tarjetas monedero, como las TV de los hospitales.

También se nos machaca con la idea de comprar coches eléctricos, que cada vez son más potentes, más llamativos, con más autonomía, pero se olvidan de informarnos de los materiales de los que están hechas las baterías, de lo contaminantes que son esos materiales y de los planes que hay (o debería haber) a la hora de desechar dichas baterías al cabo de 10 años, que por término medio es la vida útil de esos elementos, sin contar con los métodos empleados para su extracción y la localización de las principales minas que proporcionan esos materiales llamados con toda justicia “minerales raros”.

Y todo esto sucede al mismo tiempo que el presidente del gobierno utiliza tantas veces el avión, que lo ha convertido en su único medio de transporte, incluidos, los mítines de su partido.

Los partes meteorológicos de todos los informativos nos muestran cada día las anormalidades térmicas que se suceden sin freno, perseverando con ello, en la idea de la culpabilidad, como si fuéramos los responsables de que no llueva, de que haya hijos de mil padres que incendian los montes a propósito, o de usar el coche en vez del transporte público, como si no fuera suficientemente disuasorio el precio de la gasolina. Si de verdad se quiere modificar los hábitos de transporte de la población deberían dar ejemplo las administraciones locales rebajando el Impuesto de Circulación por cada día que no se usa el coche. Lo que no puede ser es que los ayuntamientos te claven un impuesto por utilizar el vehículo, te obliguen, además, a pagar por aparcarlo en la calle y al mismo tiempo te intenten concienciar de que dejes el coche en casa y uses el transporte público.

Continuamente se nos muestran estadísticas de la evolución de las temperaturas como si estos iluminados que nos gobiernan ahora, hubieran descubierto que España es un país en su mitad sur, seco, árido y en ocasiones desértico, y lo hubieran pasado por alto los íberos, los cartagineses o los romanos. Ya lo decía Mark Twain: “Están las mentiras, las malditas mentiras y las estadísticas”.

En este sentido recuerdo dos situaciones que he vivido.

En 1980, recuerdo que había una amenaza de restringir el agua en la ciudad de Madrid, debido a la sequía de entonces. Tal era la situación, que me compré una garrafa de 20 litros. Estaba dispuesto a ir incluso a la sierra a recoger agua si era necesario.

Otro momento que recuerdo es que, en un mes de junio, nevó en Navacerrada. Fue hace tanto que no recordaba con exactitud el año, pero sí estaba 100% seguro de que fue en junio. Y después de consultar la información me he encontrado con que tal circunstancia no es, en absoluto, inusual.

 



 

Resumen mensual de precipitaciones y estado general de la atmósfera. 

Estación meteorológica de Puerto de Navacerrada. 1946-2012

Año

Mes

Días Nieve

1953

Junio

1

1957

Junio

1

1961

Junio

1

1963

Junio

3

1965

Junio

4

1966

Junio

2

1971

Junio

2

1972

Junio

2

1975

Junio

2

1977

Junio

1

1978

Junio

4

1984

Junio

4

1987

Junio

2

1992

Junio

4

1997

Junio

1

2002

Junio

4

2008

Junio

1

2010

Junio

1

 

 

España, lo sabemos, es un país donde hace calor en verano y el agua escasea. No es nuevo. Por esa razón, en su época se burlaban de Franco al que le apodaron “el pantanos”, de tantos como construía e inauguraba. Este gobierno, - progresista según se autocalifican-, por el contrario, se dedica a destruir embalses, a recortar los derechos de riego de los agricultores y, en definitiva, a destruir el campo y sus productos, y mientras los agricultores se arruinan, deciden repartir subvenciones a los jubilados para ir al cine los martes.

Yo me pregunto: ¿En Israel llueve mucho? ¿Por qué no imitamos algo que sea beneficioso para variar?