viernes, junio 30, 2017

Las bicicletas son para matarse.



Hace unos días veía en Facebook un vídeo de un tarado bajando una montaña en bicicleta, a velocidad terminal. Al verlo pensé que el tipo, estaba completamente zumbado. Sólo de verlo, se me cerró el píloro y casi al instante, me vi reflejado en él.

Corrían los primeros años de la década de los 70. Las vacaciones de verano transcurrían mortalmente aburridas y monótonas, en un secarral a unos 15 kms de El Escorial. Las únicas que parecían disfrutar de lo lindo, eran las chicharras, que cantaban alegremente, con cuanto más calor, mejor. Los días pasaban en un “dolce far niente” desde finales de junio hasta septiembre. A los pocos días, una vez superado el stress de los exámenes de fin de curso y vuelta el cuerpo a un ritmo normal, aquello empezaba a resultar bastante tedioso. Así es que, en vista de la escasez de alicientes externos, servidor ideó un sistema que aumentara el flujo de adrenalina en vena.

Uno de los escasos métodos de diversión al alcance, era la bicicleta. Un elemento que había sobrevivido a los años y que convenientemente tuneada, subiendo el sillín al máximo y haciendo lo propio con el manillar, todavía seguía prestando un buen servicio, al margen de la pobre imagen - casi de circo - que pudiera provocar. Sobre todo, porque el resto solía moverse en moto, bien fuera la Vespino o alguna de motocross.

El caso es que eso de dar pedales, estaba bien, pero el secarral en sí, era un conjunto de cuestas, alguna de las cuales era directamente inasequible para un no profesional o alguien sin una bicicleta con cambios de marcha. Claro que siempre que hay una cuesta arriba, tarde o temprano hay una cuesta abajo.

La mente de un adolescente de 16 años, es una máquina de hacer estupideces y sin sentidos. En una de esas excursiones que realizaba de vez en cuando con la sana intención de “ampliar horizontes”, había descubierto un trayecto en el que, a partir de cierto punto, todo era cuesta abajo. Era un trayecto bastante largo, de un par de kilómetros y de hecho era la vía de comunicación entre dos urbanizaciones de chalets, colindantes la una con la otra. Lo malo era llegar hasta allí, pero una vez alcanzado ese punto, dejarse llevar cuesta abajo por aquel camino asfaltado - aunque lleno de arena en muchos tramos - y con curvas amplias, constituía toda una aventura.

Con ese espíritu mitad inconformista mitad inconsciente, servidor urdió un plan que iba más allá de la simple aventura. Se adentraba - sin saberlo - en el terreno del suicidio.

Al igual que hace Alonso con los circuitos, una vez que me lo sabía de memoria, podía anticipar los movimientos, mejorar la toma de las curvas, prestar atención a la posible salida de vehículos y finalmente, llegar sano y salvo al final, donde, tras volver a pedalear un poco, regresaría a casa. Tal dominio llegué a tener, que en cada pasada intentaba tocar los frenos lo menos posible. Hasta que conseguí realizar el trayecto en más de una ocasión, sin frenar nada. Ni siquiera un poquito. Y con una lógica aplastante, me dije a mí mismo: “Y si no frenas, ¿para qué quieres los frenos?” Dicho y hecho. A partir de ese día, directamente, a la bici, le quité las zapatas de los frenos. Sin red. Con un par!

Para tirarse en bicicleta por un recorrido largo, sobre asfalto, con arena y polvo en muchas partes del mismo, sin frenos y la mayoría de las veces, en traje de baño, hace falta estar tan chalado como el de la bici bajando por la montaña. O tener 16 años, que viene siendo lo mismo. Al final, todo el mundo se echaba las manos a la cabeza cuando les hablaba de lo que para mí, más que una hazaña, era una forma de añadir algo de excitación o interés al tórrido y aburrido verano. Pero como todo buen artista que se precie, uno nunca está del todo satisfecho con su obra. Siempre necesita ir un poco más allá, superarse a sí mismo, batir su propia marca. Y eso fue lo que hice.

El chalet donde vivía, estaba en un altozano de donde tomaba el nombre: “La Colina”. Para introducir el coche en el garaje, la subida era muy pronunciada y para favorecer el agarre del vehículo, se había solventado con cemento grumoso. Es decir, no se había alisado. Así es que, cada vez que salía de expedición con mi bicicleta tuneada, lo único que tenía que hacer era abrir la verja de entrada y salir disparado cuesta abajo, como el hombre del cañón en el circo. Sin casco, sin traje protector, sin frenos y en bañador.

Siempre tenía la precaución de comprobar que la verja estuviera abierta. Uno podía estar loco pero otra cosa era ser gilipollas. Pero hubo un día, en el que, entre la comprobación de la apertura y el momento de salir disparado, se produjo un evento inesperado que cambió el statu quo de la situación.
Como era mi costumbre, me subí en la máquina de la muerte y a pesar de lo pronunciado de la cuesta y de que ésta, además estaba en curva ciega, di una pedalada. Se ve que ese día, o tenía prisa o quería una dosis extra de adrenalina. Y a fe mía que la tuve.

Justo al girar la curva para enfilar la verja y salir disparado, compruebo que la verja está casi cerrada. Sólo se mantenía entreabierta la hoja de la izquierda, mientras en la derecha había un coche aparcado. El coche pertenecía al “evento inesperado” y era lo que obligaba a cerrar la verja.

Durante unos nanosegundos, analicé las diferentes alternativas de las que disponía, antes de estamparme contra la verja, contra el coche, contra ambos o contra el muro de piedra.

    A. Abandonar el proyecto, tirándome en marcha de la bici. Esta opción fue descartada de inmediato, toda vez que había alcanzado el “punto de no retorno” y que la indumentaria del kamikaze - además de en bañador, iba con chanclas - lo hacían desaconsejable. Los daños de una caída sobre el grumoso cemento, podrían dejar marcas de por vida.
     B.  Chocar contra la verja, saltar sobre ella, sobre el coche aparcado e intentar no estamparse contra el muro de piedra de enfrente. Demasiado arriesgado, incluso para un tarado.
      C.  Entrar por el hueco que quedaba.

En efecto. La opción elegida, fue la C.

La hoja de la verja, la izquierda, había dejado un escaso hueco con respecto al coche. El objetivo consistía en hacer una finta, casi una auténtica filigrana con la máquina del infierno, pasar por el hueco, y en todo caso, si no fuera posible evitarlo, que el seguro de accidentes del propietario del vehículo - un tío mío - , se hiciera cargo de los daños. Ahora, sólo se trataba de verificar si por ese minúsculo espacio, cabía la bici y yo sobre ella, sin que por el camino me dejara atrás ninguna costilla ni ninguna rodilla enganchada ni con la verja, ni con el coche.

Por algún extraño sortilegio, conseguí pasar por el hueco, sorteando la verja, al coche aparcado y de paso, dar un susto mortal al vehículo que venía por la calle tranquilamente, a mis espaldas, y que vio cómo repentinamente, apareció de la nada un tarado montado en una bici suicida, incorporándose a la calzada a velocidad terminal. Instintivamente, el conductor frenó en seco al tiempo que hizo sonar el claxon, más asustado que yo, que ya debía tener las pulsaciones a 200, como mínimo. Los exabruptos no los escuché, pero me los imagino. Pero entre la velocidad que llevaba yo y el frenazo que tuvo que dar el pobre hombre - que nunca llegué a saber quién era - me alejé de él como un rayo, mientras ambos nos recuperábamos de nuestros correspondientes ataques cardiacos.

Una vez que recuperé el ritmo cardíaco, regresé a casa inmediatamente. Lo primero que hice fue colocar de nuevo las zapatas de los frenos en la bici. A partir de ese día, la usé poco. Eso sí, fui el centro de atención de todos los amigos de la pandilla durante una semana.

Pero al parecer, estaba en deuda con el destino y éste lo sabía.

Habiendo abandonado las prácticas suicidas utilizando métodos sofisticados, como una bici trucada, a partir de entonces, sólo me trasladaba a pie. Pensé que con ese sistema, el nivel de riesgo de accidente era cero. Me equivoqué.

A los pocos días, había quedado con un amigo para jugar al tenis en las pistas centrales de la urbanización. Así es que, cogí la mierda de raqueta que tenía, me puse las zapatillas adecuadas, el consabido bañador y bajé corriendo la maldita cuesta de cemento grumoso. Con tan mala fortuna, que tropecé. Debió ser la falta de costumbre. El caso es que, cuando iba por el aire, en bañador, camino de meterme una hostia de campeonato contra el cemento grumoso, y con la raqueta en una mano, pensé “qué burlón es el destino”.

Cuando me vieron aparecer en casa con esas pintas, no lo podían creer. Pensaban que me había caído de algún avión. La mercromina, me la dieron a brochazos. Tenía las dos muñecas dislocadas, arañazos en las manos, en los muslos y en la espalda. Tuve que llevar ambas muñecas vendadas durante varios días y las heridas escocían lo suyo. Sobre todo cuando te metías en la piscina con el cloro. Si ya les costaba un esfuerzo entender lo que había pasado mientras bajaba a pie la cuesta del garaje, no tenía mucho sentido comentarles lo de la bici de unas semanas atrás.

Al verme mis colegas de la pandilla, con esas pintas de haberme peleado con un león en el Serengueti, todos dieron por hecho que la culpable era la bici o en su defecto, un accidente de moto. Cuando les conté que no, que iba corriendo, y no en bici ni en moto, la reacción básica fue de descojone general.

Así es que cuando el otro día vi en Facebook al tarado ese bajando una montaña en bicicleta, a velocidad terminal, pensé: “mira ese gilipollas. ¿A dónde irá?”.

miércoles, junio 28, 2017

60 años del SEAT 600

Hoy parece una locura y seguramente lo fue. Levantarse a las 4 de la mañana. Meterse cuatro adultos, un niño y el sorollo (el gato) en un 600, con los baúles arriba, en la baca, y conducir por esos caminos de Dios, 600 kilómetros hasta Foz (Lugo), constituía toda una aventura. 

Sin autopistas, ni de pejae ni de las otras. Subiendo todos los puertos del mundo mundial, empezando por el de Los Leones, en la sierra madrileña, para ir haciendo boca. Con socavones en el supuesto firme que parecía que acababan de bombardearla. Parando de vez en cuando no sólo para orinar, sino para que el pobre 600 respirara y se refrescara. Sin aire acondicionado en el coche. Atravesando la estepa de Castilla la Vieja a la increíble velocidad de 80 kms/hora. Sin radio, ni música. Aquello era como atravesar el desierto en dromedario de cuatro ruedas.

Y las averías. Cuando no era un manguito, era alguna correa. Menos mal que en aquella España en blanco y negro, la solidaridad era moneda común. Los primeros que paraban, eran los camioneros. Que incluso alguno llevaba piezas de repuesto y hasta las colocaba él mismo. Y luego, como mucho, un apretón de manos aunque mi padre insistía en que al menos, se tomara un café a su salud. 

Luego venía el escoger un sitio para parar y comer en el camino. Nada de mesones, ni restaurantes, ni con estrellas ni sin ellas. En mitad del campo, a la sombra de un buen árbol. Con la cesta de mimbre y los platos y vasos de plástico. Con su tortilla de patatas, sus pimientos fritos y el pan que habíamos comprado al pasar por algún pueblo, junto con el agua, el vino y una Casera. Y vuelta a la carretera.

Luego venía la peor parte. Era entrar en Galicia y sufrir sus carreteras. En cualquier curva, podías encontrarte a un carro tirado por un par de bueyes, transportando heno, por los mismos ancestrales caminos que lo habían hecho siempre. Y ni los bueyes ni el labriego, entendían el significado de la prisa ni del claxon. 

Y los camiones. Si te tocaba un camión en una carretera de esas, que era más difícil adelantar que el circuito de Mónaco, "a chupar rueda". Ahora se dice a rebufo, pero entonces, te comías toda la mierda negra que salía por el tubo de escape del camión.

Y después de unas 10 o 12 horas de viaje, dependiendo de cómo se hubiera dado la cosa; dependiendo de si habías tenido una avería, si habías tenido que parar o no en un taller de un pueblo; de si habías tenido un camión o varios. Entonces, después de 10 o 12 horas, llegabas a Foz. Y entonces era cuando pensabas que el coñazo de viaje que te habías metido en el cuerpo, con el gato vagabundeando por dentro, para poder tumbarse en la bandeja de atrás del coche y así tomar el sol, había merecido la pena. Entre otras cosas, porque te ibas a pasar todo el verano allí. Sin más preocupación que no lloviera demasiado porque si no, ese día, no había playa. Y si no había playa, tampoco había fútbol, y eso era demasiado sacrificio.

Durante el verano iba con Clotilde, montado en su burra y me parecía que era John Wayne, aunque no íbamos a ningún pueblo del oeste. Íbamos a un terruño a sacar "patacas" o a recoger algunas berzas para dar de comer a los cerdos y a los pollos que había en el corral. O Lucio, el marido, marinero en un barco de pesca; con la piel curtida, las manos grandes y callosas como corresponde a un auténtico hombre de mar; moreno como un nigeriano, me enseñaba a hacer nudos marineros, mientras entre sus labios colgaba una especie de cigarrillo que él mismo liaba con un tabaco que sacaba de vaya usted a saber dónde.

Para muchos, el Seat 600 es todo un símbolo. Para mí, representa un montón de recuerdos, de viajes y de excursiones.

 

sábado, junio 24, 2017

EXCURSIONES POR MARRUECOS



VIAJE EN GRUPO: Marrakech-Desierto-Fez- Rabat-Casablanca (18 al 24 Julio 2017)

Te proponemos vivir una experiencia inolvidable recorriendo Casablanca, Marrakech, Fez, Rabat y el Desierto del Sahara. El trayecto se realiza en 4x4 o minibús, dependiendo del número de personas. 

Le proponemos una aventura, donde podrás conocer la cultura más antigua de Marruecos, los Bereberes.  Descubre impresionantes paisajes como el Gran Atlas, sus culturas, sus tradiciones y su exquisita gastronomía. Una escapada ideal para perderse durante unos días, porque a veces perderse, es la mejor manera de encontrarse a uno mismo.

Más detalles del programa:

Día 1 Llegada al Aeropuerto de Marrakech:

Llegada al Aeropuerto de Menara. Su guía turístico se reunirá con usted y a continuación, le acompañará a su hotel.
 Alojamiento y cena en el Hotel Le Meriem http://www.hotelmeriem-marrakech.com/ES/hotel.html

Día 2 Marrakech- Visita Turística:

Después de desayunar pasaremos a recogerle junto con un guía de habla hispana que le acompañará para visitar la ciudad Imperial del Sur. Visitará la mezquita de Koutoubia y podrá admirar su torre, el Jardín de Majorelle, un jardín botánico con plantas variadas, las Tumbas Saudies del siglo XVI; todas ellas decoradas con mosaicos coloridos, el Palacio de la Bahía del siglo XIX con su hermosa arquitectura. Haremos una pausa para el almuerzo. Por la tarde, tendrás tiempo para explorar los zocos fascinantes y las callejuelas alrededor de la plaza Djemaa el-Fna. Por la tarde, podrás disfrutar de los encantadores de serpientes, cantantes, acróbatas, bailarines, narradores y cuentistas – moverse de un grupo a otro.
Pasaremos la noche y cena en el Hotel Le Meriem http://www.hotelmeriem-marrakech.com/ES/hotel.html

Día 3 Marrakech – Tizi N’Tichka– Kasbah de Aït Benhaddou - Ourzazate- Valle de Dades:

Viajaremos a Aït Ben Haddou por el paso de Tizi-n-Tichka (2260m). Deteniéndonos en el camino para sacar fotos y disfrutar de las vistas panorámicas de las montañas del Alto Atlas, junto con los pueblos bereberes situados al lado del camino. Continuando con nuestro camino hacia el pueblo de Aït Ben Haddou, podrán visitar la Kasbah exótica que lleva su nombre. Esta Kasbah se encuentra en una colina a lo largo del fértil río de Ounila, es famosa por su presencia en la filmación de numerosas películas como: El hombre que pudo reinar, La Joya del Nilo, Jesús de Nazaret, El Mensaje, Lawrence de Arabia, La Momia, y Gladiator.

Llegada al Valle del Dades donde disfrutaremos de una maravillosa cena y pasaremos la noche en Riad Tifawen: http://www.tifawen.com/

Día 4 Valle de Dades –  Gargantas de Todra –Erfoud – Merzouga:

Después del desayuno en el hotel, partiremos hacia Tinghir y después hacia las Gargantas del Todra. Tendrá la oportunidad de parar para contemplar la vista panorámica del río. Continuaremos por la carretera junto al río para llegar a las gargantas, donde tendrán un descanso para el almuerzo. Caminaremos a pie a través de este maravilloso lugar, mientras disfrutamos de las vistas de las altas paredes de roca. Desde aquí nos dirigiremos a Merzouga pasando por Tinjdad, Erfoud. Es posible que hagamos una parada en Erfoud para visitar uno de los portadores de fósiles de mármol. Luego continuaremos hacia su hotel situado en los pies de las dunas naranjas de Erg Chebbi. Vas a experimentar un paseo extraordinario en camello para llegar en el medio de las dunas en el desierto donde pasaremos la noche. Disfrutaremos de la noche, cenaremos bajo las estrellas con espectáculo de canticos y tambores típicos bereber y dormiremos en una tienda nómada bereber.

Día 5 Merzouga – Rissani – Fez:

Por la mañana saldremos a Rissani, haremos una pequeña visita al mercado local con la oportunidad de ver el mercado de burros. Más adelante, pasaremos por Errachidia, conocida como la ciudad militar, debido a sus numerosas guarniciones. Podremos parar en la presa de Hassan Adakhil para sacar fotos. El viaje continuará a través del Medio Atlas, cruzarán el paso de Tizi N’Talghom (1907m). Más tarde, tendrán la oportunidad de ver el árbol viejo (800 años llamado Cedre Gouraud) y ver los monos en el bosque de cedros. Desde aquí nos dirigiremos a Ifran “La Suiza de Marruecos,” verán el león de piedra y nos tomaremos la foto con él. Continuaremos con nuestro viaje a Fez pasando por Imouzar Kandar.

Llegaremos a Fez donde cenaremos y pasaremos la noche en el Riad Sultan: http://riadsultan.com/

Día 6 Fez – Rabat- Casablanca:

Tras el desayuno saldremos camino para Casablanca, pasaremos por la Capital de Marruecos, Rabat, donde visitaremos Méchouar (las rampas y muros que rodean el Palacio Real), la Kasbah de Oudayas y el magnífico mausoleo de Mohamed V y de Hassan II y llegada por la tarde a Casablanca donde Ud.  podrán aprovechar para hacer sus compras
Cenaremos y pasaremos la noche en el Hotel Maamoura http://www.hotelmaamoura.com/

Día 7 Casablanca – Marrakech:

Saldremos de Casablanca, el “Centro Comercial de Marruecos” hacia Marrakech. Llegada al medio prevista sobre las 13:00 horas
Traslado al Aeropuerto.

Condiciones del viaje
Inicio del Viaje y Fin del viaje Casablanca.
7 días / 6 noches
La reserva según presupuesto incluye:
- Recogida aeropuerto y traslado último día.
- Transporte durante el viaje en vehículo 4x4 o minibús, dependiendo del número de personas.
- Conductor guía de habla hispana.
- Combustible del vehículo y peajes.
- Alojamientos en régimen media pensión (desayuno y cena).
- Campamento Jaimas según programa.
- Paseo en dromedario, uno por persona.
- Guía de habla hispana en Marrakech.
- Seguro Básico de Viajeros.
La reserva no incluye:
- Vuelos
- Comidas del mediodía y Bebidas.
- Entradas a monumentos, sitios de interés visitados, etc.
- Propinas y lo que no está en el programa.
Información:
Los 10 primeros inscritos tendrán un descuento del 10% sobre el precio final del viaje.

APÚNTATE YA!

Esperamos de todo corazón que disfrutéis como nosotros hemos disfrutando preparando este programa.

jueves, junio 22, 2017

Los Picapiedra y la Pasión Turca

No deja de resultar curioso, que ambos personajes de nuestra política, tengan los mismos nombres que los famosos dibujos animados de Los Picapiedra (Pedrito y Pablito). De hecho, cada día estoy más convencido de que sus ideas, son de la misma época en la que vivieron sus antepasados.

Por ejemplo, ahora, a Pedrito, se le ha ocurrido tomar la decisión unilateral de no apoyar el Tratado de libre comercio con Canadá. Y lo ha hecho sin consultar con nadie. Ni siquiera con su partido, en el que ha dejado a más de uno con la boca abierta. Pedrito, ya se sabe, es de los que van haciendo amigos allá por donde pasa.

Lo paradójico es que cada vez más, Pedrito se está pareciendo a otro con nombre de dibujos animados: Donald. Que por cierto, está empeñado en salirse de todos los acuerdos a los que había llegado Obama antes.

De todas formas, este tirarse al monte de Pedrito, yo tengo claro que viene obligado por el acoso electoral que tiene a su izquierda. Al final, dada la escasez de ideas, lo anticuado de las que tiene y en general, el poco entusiasmo que despierta entre los suyos (en el último Congreso Federal, tiene un 30% en contra), Pedrito se ve obligado a seguir el carro y el ritmo que marca la liebre Pablito. Hay una especie de carrera, a ver quién es más de izquierdas.

Y esto me recuerda al del aforismo: "Yo nunca discuto con un imbécil. Para eso, tendría que rebajarme hasta su altura y allí, él me gana por experiencia".

PODEMOS, el socio al que quiere adherirse Pedrito y sus adláteres, es un partido que en su día no firmó el Pacto Antiterrorista. Ese que ha permitido detener a 175 hijos de puta, antes de que pudieran atentar en España, mientras que en Francia, Inglaterra y Bélgica, todavía están viéndolas venir. Si quieren, les podemos enviar a la Guardia Civil y los GEO, para que les den clases particulares.

Recordar que PODEMOS, es un partido que no cree en esta Constitución y que sus tesis políticas, han sido puestas en práctica en países tan avanzados como Venezuela, con el éxito que todos conocemos.

Que PODEMOS, no ha condenado a ETA. Antes al contrario, ha justificado poco sutilmente que sus acciones terroristas tenían una motivación política legítima.

Que PODEMOS, no tiene reparos en aliarse con todos los partidos separatistas, o filo terroristas, cuyo único objetivo es precisamente acabar con este Estado y con la Constitución.

Que mientras mantienen una intransingencia irreductible contra aquellos que ellos consideran corruptos, son extremadamente benevolentes cuando el problema lo tienen dentro.

Que mientras acusan con el dedo a otros y se autoexcluyen de sus pecados, se les han detectados pufos en diferentes Universidades, cobros millonarios no declarados convenientemente a Hacienda, casas adquiridas con métodos poco claros y en definitiva, haciendo uso - como todos los demás - de su posición privilegiada, de información confidencial y de amigos y contactos.

Es como aquel relato de R. Kipling "El hombre que pudo reinar". Al final, sus súbditos, descubren que tiene sangre en las venas, que no es un dios y se lo cargan. 

Pues Pablito y los suyos, no son mejores que nadie, por mucho que intenten hacernos creer que no pisan el suelo por su santidad inherente a sus ideas.

A mí, este noviazgo entre Pedrito y Pablito, me recuerda al de tantas parejas que he conocido, que se unen por alguna extraña razón y uno de los dos, va obligando al otro a aceptar y a comportarse de manera diferente a su natural proceder.  Al final, el que ha ido haciendo concesiones, se encuentra un día con que no se reconoce en el espejo. Y no sabe en quién se ha convertido ni tampoco porqué.

Una especie de "Pasión Turca", pero en la cama del Congreso de los Diputados.

Y en casos así, el que palma - ya lo sabemos - es el que ha intentado adaptarse a las exigencias del otro. En este caso, Pedrito.

miércoles, junio 14, 2017

La JP Tráfico de Málaga y la madre que los parió.



El pasado mes de enero, por alguna extraña razón, pero razón al fin y al cabo, me dio por meterme en la web de la DGT para comprobar mis puntos del carné. Estaba 100% seguro que los tenía todos, porque a mí nunca me pillan.


Pero hete aquí que me llevo la desagradable sorpresa de que me habían quitado 2. Empiezo a navegar por la mierda de web que tienen y finalmente descubro cuál se supone que es el motivo de la sanción. El único inconveniente es que, en la fecha en la que supuestamente infringí el código de la circulación, YO NO TENIA COCHE. NINGUNO.


Así es que tardé nada y menos en escanear la documentación, rellenar el formulario que tienen en la web y adjuntarlo todo para su estudio y posterior cancelación de la sanción. Esto fue el día 31 de enero de 2017.


Algunos meses más tarde, después de comprobar que la situación no se había modificado ni un ápice, intenté ponerme en contacto a través del correo electrónico, para recabar información al respecto. Lamentablemente, contacté con el departamento erróneo y me indicaron que lo hiciera con el soporte de la web en cuestión.


Pasó el tiempo y en cierta ocasión, harto ya de estar harto, llamé por teléfono para que alguien me informara. La respuesta fue que “tienen 6 meses para responder”.

Hoy, he vuelto a entrar para comprobar que, efectivamente, no había cambios. Y no los hay.


Y tampoco existe una forma de contactar con aquellos que han diseñado un acceso via certificado digital para rellenar un formulario.


Y entonces, ingenuo, se te ocurre llamar al 060. Y entonces te das cuenta de que por la tarde, no van al trabajo y que cuando no trabajan, es por la mañana.


Lo intentas de nuevo, accediendo a la web de la DGT. Buceando, llegas hasta un formulario que dependiendo del M. Interior, se supone que puedes hacer llegar tu queja sobre la queja que ya enviaste.


Después de rellenar el maldito formulario de los cojones, te encuentras con que tu navegador Mozilla, no es bien recibido. Te da un error de Java.


Despides al Mozilla de muy malas formas. Abres el Explorer. Consigues encontrar el maldito formulario de las narices y después de volverlo a escribir todo de nuevo, te da el mismo error que antes.

Desesperado y jurando en sánscrito, vuelves a llamar al 060. Después de unas 7 horas y media escuchando una musiquita insoportable y de teclear no sé cuántos dígitos para poder hablar con un ser humano, finalmente lo consigo.

Le explico mi problema al primero. Repito con la segunda y su respuesta es matadora:

- Los expedientes de Tráfico, para verlos tiene que ir en persona. No se pueden hacer por internet.


¿Es o no es como para coger una escopeta y liarse a tiros?