viernes, abril 24, 2015

CON "K" DE KAGERA



Hace un par de días, los Reyes han entregado a Goytisolo el Cervantes, máximo galardón de las letras en español. Por eso, la anécdota que voy a contar, viene que ni pintada.

Un amigo, al que llamaremos Germán, se dirige a su entidad bancaria para realizar las gestiones propias de su estado. Financiero, por supuesto. Se dirige a la cajera, la cual, le pide que se identifique y que le proporcione el DNI. Germán, tipo simpático, abierto y algo charlatán, le da el número y la letra: “K”.

-          ¿ Con “K” de Keso?, pregunta la cajera.

Mi amigo, se quedó esperando unos instantes a que surgiera de la comisura de los labios de la “kagera”, una sonrisa, indicativo inequívoco de que en efecto, como él suponía, se trataba de una broma. Pasaron un par de segundos o tres y entonces, pasó de la sospecha al asombro: no se trataba de una broma. Era una analfabeta disfrutando de un puesto de trabajo, seguro y estable. ¡Era cierto!

-          Con “K”………de “K”. Una “K”, respondió medio aturdido el bueno de Germán.

A todo esto, la tarada de la “kagera”, debió percibir algo en la situación porque por su comportamiento, denotaba cierto azoramiento y vergüenza. Se había percatado de "ke" escribir como lo hacen habitualmente una generación entera a través del móvil, está causando efectos desastrosos en la ya, por otra parte, desastrosa educación general.

Mi amigo Germán, me lo contaba en el límite de la indignación.

-      - Pero cómo es posible que la cajera de un banco, UN BANCO!, pueda decir algo así. Qué clase de conocimientos les piden para disfrutar de un puesto así.  Yo, hasta me tomo la molestia de poner los acentos en el móvil, cuando mando un mensaje y ni te digo cuando es un correo. Y voy y me encuentro con esto!

Pos asín es. La LOGSE, ha hecho estragos y el pseudo lenguaje que utiliza toda una generación, en sus comunicaciones, más todavía. Entre eso y la falta de interés por la lectura, el español acabará como el latín: siendo una lengua para eruditos.

Recuerdo que hace bastantes años, concretamente en 1990, se le concedió a Octavio Paz, el Nobel de Literatura. Por entonces, el ilustre escritor, disfrutaba entre otras cosas, de una tarjeta American Express y al Director General de la empresa, - cuyo nombre no quiero difundir para no darle publicidad gratuita - , se le ocurrió la feliz idea de enviarle una carta de felicitación. Una idea apropiada, si la mencionada misiva no hubiera ido plagada de errores ortográficos y gramaticales. 

No alcanzo a imaginar la cara de sorpresa de D. Octavio, al recibir una carta del Director General de AMEX en España, con semejante sarta de errores de bulto. Tal vez pensara, como mi amigo Germán, que se trataba de una broma. De mal gusto, en todo caso.

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