lunes, marzo 07, 2022

Los del Servicio Andaluz de Salud (enésima parte)

El pasado 16/11/2021 tuve una cita con mi especialista preferido en el hospital de Málaga. La anterior fue el año anterior, concretamente el 11/11/2020.

De la última consulta salí con una sugerencia por parte del médico. Debía esperar que me confirmaran la fecha para unas pruebas y al mismo tiempo, la siguiente cita con él. La sugerencia hablaba de que la fecha de las pruebas serían “a partir de abril de 2022”. Estaba de suerte: era probable que me citaran en solo 6 meses.

Al cabo de unos meses recibo por el conducto normal, o sea, por correo ordinario, ambas citaciones, una para las pruebas el 20/05/2022 y otra para la cita con el especialista unos días después.

Por sorpresa, hace unos días recibo una nueva notificación por correo ordinario en la que me cambian la fecha del 20/05/2022 por una nueva el 19/05/2022 y con una nota bien visible en el documento en el que se me indica que esta cita cancela cualquier otra anterior. Vale. Hemos ganado un día.

Dice el viejo refrán que más sabe el diablo por viejo que por diablo.

Hoy me ha dado por verificar en la aplicación online disponible del SAS, si la nueva fecha era correcta. No me fío de éstos. Y he hecho bien: en la aplicación online, la fecha NO es la del 19/05/2022 sino la del 16/05. Las fechas no coinciden.

Ahora, imaginemos que a mí no se me hubiera ocurrido verificar lo que, en principio, parecía obvio: que la fecha estaba bien. ¿Qué habría pasado? Pues que me habría desplazado hasta el hospital, en Málaga, y que la enfermera me habría dicho que tendría que pedir una nueva cita porque a la que yo tenía, no acudí. Y eso explícaselo a alguien sin un PC delante para poder demostrárselo. Aunque daría igual. 

Sigamos imaginando. Pensemos en un señor mayor, de esos que rondan o superan los 80 años, que vive un pueblo, no en la capital; que su conocimiento de la tecnología ha alcanzado su máximo esplendor cuando llama por el móvil a su hijo o su nieto. Que no dispone de coche propio porque por la edad, ni necesita coche ni tiene carné y que, por tanto, para sus desplazamientos necesita contar con la ayuda de algún vecino, amigo o familiar. Y que se encuentra con el mismo problema que he tenido yo.

Y alguno dirá: “hombre, un fallo lo tiene cualquiera”. Es cierto, uno sí, pero no es la primera vez.

Hace unos meses tenía una cita en el hospital de Benalmádena. A mí me supone 10 minutos desde que salgo de casa, aparco y entro en el hospital, pero no todo el mundo tiene esa suerte.  Y cuando me presento me dice la recepcionista que me he equivocado de fecha. Que ese no era el día. Y entonces ve a demostrarle a la pobre administrativa, que la cita era correcta, que te la había dado por teléfono alguna tarada que estaría pensando en cualquier cosa excepto en poner bien la fecha. ¿Seguimos imaginando?

Yo comprendo todo eso del sufrimiento de los profesionales de la salud, de la sobrecarga de trabajo, el que quieran cambiar de profesión (no les aconsejo la informática, de verdad) y todo eso, pero me pregunto: ¿se equivocan igual dando medicinas a los pacientes o muestran su torpeza solo a la hora de poner las fechas de las citas? ¿Son conscientes del impacto que tiene en las agendas de los distintos profesionales y en los pacientes ese tipo de errores? ¿Son conscientes de que eso forma parte de la sobrecarga de trabajo en otros compañeros de profesión? Porque está claro, que cuando se produce un error de estas características, al paciente hay que proporcionarle una cita nueva cuanto antes y no puede esperar otros 6 meses, con lo que la nueva cita hay que meterla a martillazos en la agenda.

De verdad, ¿resulta tan complicado? ¿De verdad es cuestión de contratar a un millón de personas para que no equivoquen las fechas? 

Es importante terminar aclarando que el teléfono que supuestamente sirve para que te atiendan, NO EXISTE. Así es que para informar como paciente y ciudadano de la confusión en las fechas no me ha quedado otra alternativa que enviar un email.

Ya he empezado el rosario por los misterios dolorosos.


 

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