Gumersindo de la Rocha, mayor de edad, ya talludito, se encontraba como tantos otros españolitos de a pie, en paro. Sus más de 30 años de experiencia en su sector, no significaban nada para ninguna de las empresas del país. Ni del país, ni de ningún otro de los muchos a los que dirigió su CV por todo el mundo, en busca de una salida a su desempleo.
Tal y como se establece en las normas al uso, un día decidió pasarse por su oficina de desempleo (llamarla de EMPLEO, es un puro sarcasmo) para pasar a engrosar las listas de aquellos a los que todavía les quedan ganas y sobretodo, necesidad, de trabajar; al menos hasta que llegue la jubilación. Para ello, utilizó el procedimiento habitual en estos casos, que consiste en llamar por teléfono y solicitar cita. Una vez obtenido el día y la hora en el que iba a ser atendido, tan solo restaba esperar.
Llegado el día, se personó en las oficinas y esperó, impaciente, su turno. Finalmente, desde la pantalla que había en el techo, hacia la mitad de la sala, aparecieron sus apellidos, la inicial del nombre y la mesa a la que debía dirigirse, acompañado de una señal acústica, especialmente indicada para despistados.
La funcionaria, le tomó sus datos y en 5 minutos, había terminado.
- ¿Ya está?, preguntó Gumersindo extrañado por la rapidez del procedimiento.
- Sí, señor, ya está todo.
Confiando en el juicio de la funcionaria, porque entre otras cosas para eso se le paga, salió de las oficinas, aunque eso sí, algo “mosqueado”. Había algo que no le cuadraba.
Al llegar a casa, le esperaba Esperanza del Amo y Espinosa de los Gameros, su amante esposa, que a la sazón, también tenía el dudoso placer de permanecer desempleada desde hacía más de un año y medio.
- ¿Qué tal ido todo, cariño?, preguntó ella al verle entrar por la puerta.
- Pues bien, - respondió algo dubitativo Gumersindo.
- ¿Qué pasa?
- Pues que hay algo que no entiendo.
- ¿Qué es?, preguntó ella.
- Es que me extraña mucho que a la hora de apuntarme a buscar trabajo, la chica no me haya preguntado qué es lo que sé hacer, o al menos a qué estoy dispuesto.
- Tal vez hayan importado tus datos de los que tenían antes. Como ahora todo está informatizado, - supuso Doña Esperanza intentando dar sentido al comportamiento de la funcionaria.
Sea como fuere, Gumersindo, visitaba con asiduidad la web del organismo público encargado de proporcionarle las distintas ofertas de empleo que se producían en su provincia. De vez en cuando, alguna de esas ofertas, indicaban que el candidato, debía personarse en la oficina de desempleo que le correspondiera porque era allí donde, tras estudiar su idoneidad, vincularían su candidatura a la oferta.
Sin embargo, uno de estos días, Gumersindo acudió como ya había hecho en otras ocasiones, a su oficina de desempleo, con el fin de inscribirse en una oferta como Agente Comercial. El hecho de que solicitaran un Ingeniero de Teleco, para el puesto y más de 24 meses de experiencia en puesto similar, no fue obstáculo, óbice o impedimento, para que se acercara y al menos, lo intentase.
Al llegar a la oficina, le indicaron que, como era preceptivo, debía solicitar cita y esperar ser atendido. Cuarenta y cinco minutos después, la misma pantalla de la que ya se había hecho amigo, le dijo que sentara en la mesa 4 de la sala.
En la mesa 4, le recibió un funcionario vestido como un granjero del Medio Oeste de los Estados Unidos y con una coleta que recogía su mugriento y, aparentemente, grasiento cabello. Le explicó al susodicho el motivo de su presencia y le enseñó la referencia de la oferta de empleo a la que quería optar.
- ¿Y dónde dice que ha visto esta oferta?
- Pues en la página web correspondiente, que es donde se publican – respondió Gumersindo algo inquieto por el cariz que acababa de tomar la conversación.
- Ya. Pues es que este tema lo lleva un compañero y yo no sé cómo se hace – le respondió el funcionario sin sonrojarse.
- …
- Bien, vamos a ver….por aquí…no, por aquí no es….a ver, a ver. ¡Ajá! ¿Es esta oferta de aquí? – le preguntó girando la pantalla para mostrársela.
- Sí, esa es – respondió Gumersindo, aliviado porque faltaba poco para cumplimentar el proceso.
- Vale y usted quería apuntarse a esta oferta, ¿no es así?
- En efecto.
- Es que verá, usted no puede. En su perfil, no figura prácticamente ningún tipo de información y claro, al no encajar, usted a veces no podrá inscribirse y otras, simplemente no será seleccionado.
- Pero, oiga – empezó a protestar Gumersindo – que yo tengo más de 30 años de experiencia, que llevo trabajando desde 1978!
- Ya, ya, si no le digo que no, pero cuando se le dio de alta en el sistema, no se hizo la encuesta para obtener los datos necesarios y que quedaran reflejados – adujo el de la coleta.
- Bueno yo me he limitado a seguir las instrucciones que me dieron. Si nadie me dice que hable de mi historial, de mi trayectoria, o que aporte algún documento, lógicamente, no se me va a ocurrir me motu propio – protestó Gumersindo.
- Si le entiendo, pero ¿sabe qué pasa?, que vamos tan a matacaballo, que no tenemos tiempo de atender a las personas con la dedicación que se merecen. Mire usted, en esta semana, han echado a la mitad de los que trabajan aquí. Con eso se lo digo todo.
- Ya, pero no me diga usted que no es una sinrazón que yo quiera trabajar y que no pueda inscribirme en las ofertas, simplemente porque la funcionaria que me atendió el primer día, no se le ocurrió rellenar los datos necesarios – replicó Gumersindo, entre estupefacto, atónito y malhumorado.
- Mire, señor, le voy a dar una lista de los justificantes que debe aportar para que se adjunten a su expediente y así poder optar a las diversas ofertas. Fíjese bien, que lo más importante es que debe aportar o bien las nóminas o los contratos de las empresas en las que ha trabajado.
Después de unos breves segundos de reflexión, en los que aprovechó Gumersindo para calmarse y no saltar a la yugular del “coletas”, acertó a preguntar:
- Vamos a ver. Llevo trabajando desde el año 1978 y pretende usted que tenga todas las nóminas de todas las empresas en las que he trabajado? Y como alternativa, me plantea que puedo presentar los contratos? ¿Pero usted sabe lo que me está pidiendo?
- Yo, lo siento mucho, de verdad, pero es lo que nos exigen. Debe justificar su experiencia.
- Pero no basta con la Vida Laboral?
- No. La Vida Laboral, sólo indica que usted ha trabajado, pero no indica DE QUÉ ha trabajado – respondió el funcionario.
- O sea, que no basta con cotizar a la Seguridad Social por un nivel salarial, ahora hay que justificar las funciones que se han desarrollado para poder apuntarse a una oferta?
- Sí.
- ¿Y si la categoría es una y las funciones no tienen mucho que ver?
- …..silencio por sobrepasar sus conocimientos.
- Oiga, se me ocurre una cosa: ¿Qué se necesita para ser Ministro? – apuntó Gumersindo.
- Yo, le entiendo, pero no puedo hacer otra cosa. Esta es la lista de los justificantes que debería aportar,- le dijo mientras le entregaba una copia en papel con la lista. Cuando los tenga, debería solicitar cita y venir con los papeles.
Gumersindo, salió de la oficina confuso, enojado y con complejo de haber sido objeto de una burla. Sin embargo, al llegar a casa, y dado que no había alternativa, se puso a pensar en cómo iba a recuperar los contratos de todas las empresas en las que había trabajado; porque lo de las nóminas, aparte de las últimas, era simplemente inviable.
Navegando por Internet, finalmente encontró una oficina que sería la responsable de atender a sus necesidades. La oficina en cuestión, era EXACTAMENTE la misma a la que habitualmente acude. Llamó por teléfono y después de algunos minutos y de la ayuda de quien le atendió en un primer momento, finalmente, consiguió contactar con la persona adecuada.
Básicamente, la persona en cuestión, se debe sentar a escasos metros del “coletas”.
Después de explicarle brevemente la situación y sus necesidades al interlocutor, Gumersindo pudo escuchar la respuesta:
- Desde el año 2000, todos los contratos registrados en la Seguridad Social, figuran en una Base de Datos centralizada y por tanto, son accesibles desde cualquier centro u oficina del SEPE. Los de antes, las oficinas, sólo tenían la obligación de mantenerlos 5 años. Sólo tiene que escribir un email a la dirección que le voy a dar.
- O sea, que en el email, le explico la situación, que no es otra que la de conseguir todos los contratos desde el año 2000, y ya está. Ustedes, me avisan cuando lo tengan, verdad?
- Eso es. Sin problemas – respondió la voz al otro lado del teléfono.
CONCLUSION:
1. Para buscar trabajo, en alguna Comunidad Autónoma, no basta con que el sujeto mantenga una actitud abierta a toda clase de ofertas, no. Es obligatorio acreditar que dispones de la experiencia necesaria para inscribirse en las ofertas.
2. Por razones de supuesta falta de tiempo, el funcionario de turno, es posible que no te atienda como es preceptivo, porque al final, el hecho de que no puedas optar a trabajar, no es lo más importante; lo importante, es la parte administrativa.
3. La información, de cualquier forma, está centralizada en la Base de Datos del SEPE, a pesar de lo cual, el propio SEPE (Servicio Público de Empleo Estatal) obliga al ciudadano a solicitar al SEPE la información que dispone, que posteriormente, el ciudadano entregará al SEPE.
Y mientras tanto, pagando sueldos a funcionarios, oficinas y demás.