Debe sentirse orgulloso de haber dividido al PSOE en dos, y ahora ofrecerse como el responsable de volverlos a juntar. Al menos, supongo que pensará, que ahora ya tiene un sueldo fijo y por lo que se adivina, le va a durar bastante. Imagino que después de los resultados de las primarias, la sed insaciable de venganza, le habrá satisfecho. Pero creo, que si no va más allá de sus narices, se vuelve a equivocar.
Durante las inolvidables y desastrosas campañas electorales camino de La Moncloa, que perdió sucesiva y estrepitosamente, el "líder" utilizaba una argucia semántica, un sofisma, para justificar, supuestamente, por qué el partido más votado en las elecciones generales, no debía formar gobierno, ni siquiera en minoría. El falso argumento consistía en aglutinar todos los votos que no correspondían al PP y concluir que había más españoles que no habían votado al PP, que los que sí le habían votado. Como digo, es una falacia que socava los mismos principios básicos de cualquier democracia, pues es bien sabido que con mayor o menor dificultad, en democracia gana el que más votos obtiene, y no siempre se obtiene el 51% del escrutinio.
Utilizando el mismo sofisma del inefable líder, podríamos decir ahora que el 70% de los militantes del PSOE, no le han votado a él, por lo que, en consecuencia y a tenor de su extraño razonamiento, debería ser otro quien se aupara al puesto de Secretraio General del PSOE.
En efecto. El nuevo líder de la "auténtica izquierda", ha obtenido el 50% de los votos emitidos por los militantes. Y ha habido un 20% de militantes que no ha votado. Por tanto y continuando con su falacia a la hora de contar votos, el 50% de los militantes más el 20% que no ha votado a nadie - incluído a él - NO le han votado, lo que representa el 70% del PSOE. O dicho al revés, al nuevo líder, sólo le apoya el 30% de los suyos. ¡Y eso que tienen el carné! Habrá que ver lo que piensan los que ni siquiera lo tienen.