Las nuevas generaciones, han crecido con 15 canales de TV, Play Station, Wassaps y todo lo demás. Los de la mía, teníamos una única televisión, la española, en blanco y negro y había dos canales: el 1 y el 2. Al segundo canal se le conocía por UHF y encima, ni siquiera se recibía en toda España. No había canales autonómicos, ni Canal +, ni canal de cocina. Y eso, cuando llegaba la Semana Santa, era mortal.
En la primera, lo único que ponían eran procesiones. Todas las procesiones de todas partes. La programación sólo se animaba cuando daban el telediario, en el que hablaban...de las procesiones de toda España. Aunque las únicas alegrías, por llamarlas de alguna manera, eran las películas, las de siempre, las clásicas: Ben Hur, Los Diez Mandamientos, Moisés, La Túnica Sagrada, Rey de Reyes... Ben Hur es a la Semana Santa lo que Qué bello es vivir a la Navidad: no hay una sin la otra.
Pero ahí no se terminaban los sacrificios. En la España en blanco y negro de aquella época, no había cines, ni discotecas, ni restaurantes ni nada que remotamente pudiera ser identificado como sinónimo de alegría y diversión. Que digo yo que para los españoles, a lo mejor no les importaba demasiado, pero para los extranjeros que vinieran de turismo, debía ser un peñazo del 33. Claro que en aquella época, el único turismo que venía a España era a la zona de Torremolinos y en agosto. Faltaba mucho para que se descubriera el turismo interior.
Pero en fin, era el precio que teníamos que pagar los españolitos por ser la reserva espiritual de occidente. El destino, es el destino.
Desde luego, mirando hacia atrás, me doy cuenta de que lo normal para mí, hubiera sido haber terminado viviendo en un banco de un parque con un tetra brik de Don Simón, porque si a lo de la televisión, le unimos 12 años en un colegio de curas, lo raro es que no haya salido más tarado.