Por más que le doy vueltas, no llego a entenderlo. ¿Cómo se puede tener durante 10 años secuestradas a unas personas en tu casa y que nadie sepa nada? Ni tu familia, ni tus vecinos. Doy por hecho que la policía de USA es la menos indicada para enterarse de nada, pero el resto de la gente?
Muy rarito tiene que ser el menda como para que su comportamiento no llamara la atención. ¿Nunca iban mujeres a visitarle? ¿Sólo iban sus amigos a tocar música? ¿Nunca se le ha visto acompañado de una mujer? Claro, que se podría pensar que era gay. Pero y su familia?.
¿En qué clase de sociedad vivimos? ¿Sería posible que eso mismo pudiera ocurrir en España? Porque aquí, los secuestros más largos que hemos tenido han sido los de Ortega Lara, el funcionario de prisiones y la farmacéutica de Olot y como mucho no llegaron a 2 años y la policía lo descubrió. A mí me da el pálpito de que en España, algo así no podría pasar, y menos en un pueblo, y si tienes a la "viejaelvisillo", menos aún.
Es curioso que, en un mundo en el que triunfan programas de televisión para lerdos mentales, basados en Gran Hermano y sus diferentes modalidades, a la hora de la verdad la gente no intima con sus vecinos, nadie conoce a nadie.
Los escasos ejemplos con los que nos han sorprendido los medios de comunicación, han sido siempre en países donde, al menos históricamente, siempre se ha considerado que las relaciones entre las personas de esas sociedades eran muy frías. El monstruo de Amsteten, en Austria. El asesino en serie Marc Dutroux, es belga, que tampoco se considera una sociedad especialmente abierta, calurosa ni parecida a los latinos. Son más centroeuropeos. Y del resto, la mayoría son ingleses y americanos. Es decir, un tipo de sociedad, inclinada a mantener la privacidad por encima de toda regla y por tanto, un alejamiento de los otros, lo que además de respeto, provoca desinterés.
Sólo el gran Woody Allen, o mejor dicho, su mujer en la ficción, consiguió desentreñar el "Misterioso Asesinato en Manhattan", saltándose todas las normas que aconseja la sociedad de corte anglosajón.
Y ahora vienen las preguntas: ¿cómo se sobrevive a un cautiverio así? ¿Cómo están ahora mismo, Ortega Lara y su familia, o la farmacéutica de Olot, María Ángels Feliú. ? ¿Y Natasha Campus? ¿Es mejor morir o vivir el resto de tu vida con una losa de ese tamaño? ¿Podrán rehacer sus vidas?. ¿Los amigos, vecinos y familiares, tienen algún sentimiento de culpa?
En cualquier caso y aparte la aberración del hecho, me sigue resultando desconcertante que algo así pueda suceder y que nadie se dé cuenta.