Lamentablemente, de un tiempo a esta parte, abundan en las noticias y en las columnas de opinión, demasiados ejemplos que intentan demostrar el poco o nulo interés que tenemos los españoles por cuidar a nuestros talentos patrios. Ayer mismo, "o home que cena centolla", como diría el gran Carlos Herrea, Don Fernando Ónega, ponía tres claros ejemplos en La Voz de Galicia, ilustrando esta tesis.
Y hoy mismo, en el periódico El Mundo, nos cuentan que una de las personas que ha participado en el proyecto de clonación terapéutica, fue despedida en un ERE el año pasado.
Sin duda alguna, seguro que muchos más ejemplos, pero con estos ya es bastante. Las consecuencias que se pueden extraer, son varias.
La primera de todas es que efectivamente, somos unos expertos en despreciar a los talentos. El problema es que ese desprecio lo aplicamos a cualquier orden de nuestra existencia nacional. Recordemos, por ejemplo, que Salvador Dalí, fue expulsado de la Academia de Bellas Artes de San Fernando por afirmar, poco antes de los exámenes, que allí no había nadie capacitado para examinarle.
Pero otra deducción que cabría plantearse, es que en España hay cierta clase de profesiones que no tienen cabida o lo tienen muy complicado. ¿Ingeniero nuclear? Está genial, pero es que en España tenemos 6 Centrales, lo que me lleva a pensar si verdaderamente merece la pena formar a unas personas, a sabiendas de que posteriormente no vamos a poder aprovechar esa formación. En Francia, tienen 61 Centrales Nucleares. Japón tiene 53.
Por tanto, lo primero que debemos plantearnos es que tenemos que adaptar nuestra necesidades formativas a las necesidades laborales. No tiene sentido que el Estado, invierta unos recursos considerables en formar a personas que después, no van a tener la oportunidad de desarrollar su trabajo en España. Como tampoco tiene sentido que los licenciados, inviertan su tiempo, sus esfuerzos, su dinero y sus ilusiones, en hacer una carrera como esa o como cualquier otra de ese estilo, para terminar trabajando como esclavos de una empresa de estampación de manteles.
No podemos cubrir todo el arco formativo superior y dar entrada a quien después no va a tener salida. Somos un país con recursos limitados y por desgracia, no podemos abarcar todo lo que nos gustaría; por tanto, debemos escoger y seleccionar y hacerlo en base a las necesidades reales de la industria española y no de unos supuestos principios o ideales teóricos de que aquí, todo el mundo tiene derecho a estudiar lo que le venga en gana y gratis.
Por lo tanto, la fuga de cerebros, de talentos y de genios españoles, es inevitable. Es como Brasil con el fútbol: no hay equipos suficientes para que jueguen los millones de monstruos que salen cada año. Por eso emigran en dirección a todo el Planeta, para regocijo nuestro. Los japoneses hacen lo mismo, pero porque no caben todos en Japón al mismo tiempo. Pero qué pocos japoneses ves trabajando en Alemania o en Brasil. Eso sí, los japoneses de fútbol, ni idea y de carnavales, menos. Cada uno a lo suyo.