Lo de la mujer barbuda – o lo que sea –
ganando Eurovisión, más parece una campaña de marketing viral, que el resultado
de un concurso de canciones. Ya me pareció estrafalario que hace unos años,
ganasen unos finlandeses, disfrazados de monstruos de comic manga, pero lo de
anoche, lo ha superado. Sobre todo porque tengo la impresión que, de no haber
aparecido de semejante guisa, la canción habría pasado sin pena ni gloria. Ni
la canción en sí – aun siendo bonita – es nada especial, ni la voz del cantante
– que no lo hace mal – fuera de lo corriente. No se merecen tanto premio.
Gustos aparte, creo que este año Eurovisión
ha tenido un nivelazo. Las canciones de Holanda – mi favorita – o Hungría – que
además aborda un tema de triste actualidad – tenían una categoría superior a la
media a la que nos tienen acostumbrados. Lo mismo cabe decir de las de Ucrania
o San Marino, por ejemplo. Pero me parece injusto, por ejemplo, que las gemelas
rusas hayan obtenido muchos más puntos que la española – que por cierto, lo
hizo genial -. Lo de las polacas, merece mención aparte, porque mezclar el
traje tradicional polaco, con una especie de rap hip-hop, mientras una de
ellas, se supone que estaba lavando al borde del escenario y poniendo cachondos
a media Europa, es como poco, atrevido y me contengo. Lo de los islandeses,
pues recordaron a los de “Village People”, pero en plan escandinavo.
Yo entiendo que esto de los festivales y los
concursos, deben tener algo de espectáculo, pero creo que ha llegado el momento
de delimitar lo que es un espectáculo y lo que entra dentro del esperpento.
Hay competiciones deportivas masculinas y
otras femeninas. Hay concursos de belleza, masculinos, femeninos y de Drag
Queen. Hay cabalgatas donde sólo desfilan gays, travestis y lesbianas, con
carrozas multicolores. Perfecto. Sin problemas. Pero de seguir por esta línea,
debería haber un Eurovisión que aglutinara a los Travestis, Drag Queen,
Transexuales, y demás géneros de difícil clasificación. No lo digo por sentirme
escandalizado, ni mucho menos. Lo digo porque me parece que no compiten al
mismo nivel que el resto de participantes. A las pruebas me remito.
La canción ganadora, como ya he dicho antes,
no tiene nada de especial aparte de ser bonita. Y me parece que una mayoría
opina que su triunfo se debe más a una puesta en escena estudiada y
transgresora, antes que a los méritos propios de la canción y la
interpretación. Probablemente, de no haber sido así, la lucha hubiera sido más
igualada.
Esto nos llevaría a pensar que a partir de
ahora, lo del Chiquilicuatre español, no fue ninguna estupidez. Lo único, es
que nos equivocamos de año.
Otro apartado a destacar en el festival de
ayer, son las permanentes pitadas a Rusia por parte del público presente, cada
vez que recibía algún voto. Impresionante y muy significativo. No creo que
Putin haya pasado la noche en blanco por eso, pero puede que ya sea hora de que
piense que esto de estar en su contra, no es cosa sólo de los americanos y
alemanes. Europa entera, la Europa demócrata, que son todos menos Rusia,
también ha aprovechado la ocasión para hablar.