En esto
del fútbol, las soluciones más sencillas, las más lógicas, las más coherentes,
suelen ser las que proporcionan mejores resultados. Si el entrenador se dedica
a poner flechas por todas partes en la pizarra, al final, la termina liando o
en el mejor de los casos, convierte el juego del equipo en algo soporífero,
mecánico, sin alma. El último ejemplo de ello ha sido Rafa Benítez en el
Madrid.
Mención
aparte merece el Señor de Baracaldo, Javi Clemente, el único seleccionador
nacional español que es capaz de poner al portero de la selección (Molina) a
jugar de extremo izquierdo (y casi marca un gol).
En
política, sucede lo mismo. Las soluciones más sencillas, más naturales, suelen
ser las que proporcionan mejores logros. Hasta que nos topamos con un imbécil
que, en eso que se llama “ataque de entrenador” y que en política podríamos denominar
“ataque de soberbia”, decide empezar a poner flechas y líneas rojas por todas
partes y nadie entiende nada. El último ejemplo es Pedro Sánchez.
Muchos
meses antes del 20-D, yo he venido defendiendo que dada la situación política
en la que estamos, me parecía que la mejor opción después del 20-D, era una
coalición PP-PSOE-C’s. Siempre me ha parecido que ese contrapeso entre las tres
fuerzas, podrían actuar como el viento llenando las velas del barco y empujándolo
hacia adelante, incluso cuando el aire no fuera de popa, sino de sotavento.
Después
del 20-D, parecía – me sigue pareciendo – que lo más lógico, lo más natural y
lo más coherente, sigue siendo ese tripartito. Como en fútbol, las soluciones
más simples, son mejores que las otras. Pero hete aquí que incluso en la misma
noche de las Elecciones, el cretino de PS, se descuelga con una frase a la que
parece que nadie ha prestado atención: “Me presentaré a la reelección de
Secretario General del PSOE”.
Desde
ese instante, el inútil de PS – el Secretario
General del PSOE que peores resultados electorales ha obtenido en la historia
de los socialistas en democracia - no solamente no ha dimitido como hizo en su
día Almunia, por ejemplo, es que se ha autoerigido en adalid y abanderado de
otro movimiento estilo “cordón sanitario”, que ya realizó en su día también el
PSOE y también contra el PP, en el Congreso. Desde esa noche, la actitud
ostensiblemente prepotente, insolente, altiva y despectiva de Pedro Sánchez
para con el PP y su victoria en las urnas, se ha convertido en un problema, no
ya para el PSOE, sino para todos los españoles. Una vez más, a alguien le ha
dado un “ataque de entrenador o de soberbia”, y la está cagando.
En
política, como en el fútbol o en cualquier empresa, uno no está básicamente
para hacer amigos o tratar solamente con ellos. A lo sumo, conseguirás aliados
y desde luego con contrato temporal. Pero a algunos políticos, les parece buena
idea proyectar sus animadversiones personales sobre sus rivales políticos,
haciendo caso omiso a la misión que le ha encomendado la sociedad al depositar
su voto, y que no es otra que el de entenderse. ¡Por cojones! Por tanto, cuando
Pedro Sánchez se dedica a poner palos en las ruedas de la bicicleta del PP,
negándose, no ya a llegar a acuerdos, sino ni siquiera a sentarse a hablar con
el partido que ha ganado las elecciones, demuestra – entre otras cosas – que no
puede ser Presidente de un Gobierno, al menos de España. Porque no me imagino a
Zapatero 2, volviendo a repetir ese deleznable gesto de faltar al respeto a la
bandera de EEUU, que tan caro nos costó en su día, por ejemplo. Esa actitud de “yo
sólo me ajunto con mis amiguitos”, no vale en política. Y si no, que se lo
digan a los franceses, que tuvieron un Presidente de la República de derechas y
un Presidente de Gobierno socialista. La “cohabitación”, lo llamaron; que siempre
piensan en lo único.
Pedro
Sánchez, además, y con el fin de intentar justificar su actitud de desprecio
hacia Rajoy, el PP, sus votantes y la democracia en general, no solamente se
dedica a poner palos en las ruedas de la bici del PP y con ello obliga a que la
aritmética falle, sino que se erige en adalid y abanderado de una supuesta
lucha contra la corrupción que, en su opinión, sólo afecta al PP y a su líder,
como si los del PSOE fuese vírgenes vestales. Sin entrar a dilucidar quién
tiene más causas abiertas y más afiliados sentados en los banquillos, cabe
recordar al inútil del Pedro Sánchez, que el día 20-D, todos los españoles, TODOS, estábamos al corriente de
TODOS los casos de corrupción
de TODOS los partidos,
incluida la financiación ilegal de países extranjeros a PODEMOS. Por lo tanto y
en consecuencia, después del 20-D no cabe reinterpretar el sentido del voto, ni
auto auparse a una posición de
privilegio ajena al común de los mortales, como si levitara 2 metros sobre el
suelo y decidir quién tiene derecho a gobernar o no, y pretender hacerlo con 90
diputados, contra la mayoría de la Cámara y gran parte de tu propio partido. Lo
que hay que hacer, es lo más sencillo: respetar los votos.
Pero es
que hay más. El PSOE, tal y como están las cosas, no se puede permitir el lujo
de ir a otras Elecciones, porque según las encuestas, los marxistas-leninistas
de PODEMOS, les van a comer la tostada. Tampoco nos interesa al resto, desde
luego, pero es que de esta ya veríamos cómo sale el PSOE.
Por
tanto, Pedro Sánchez, no es la solución: es el problema.
Es el
problema, porque nos ha metido en un callejón de difícil salida. Siempre hay
salida, pero unas son más sencillas que otras. Es el problema porque con su
palito en la rueda de la bici de Rajoy; con sus constantes y reiteradas negativas a sentarse a hablar; con sus
constantes desplantes y humillaciones al Presidente, ha impedido lo que es más
sencillo y más natural para todos: un gobierno fuerte, estable, sólido, capaz
de gobernar y formado por fuerzas que se contrapesan unas a otras. Pedro Sánchez, ha olvidado que está ahí
para hablar, para acordar, para negociar, la mayor parte de las veces con gente
que no comparte sus ideas. No está para dejar patente al mundo entero, su
escaso entusiasmo por entrar en el círculo de amigos de Rajoy. Pedro Sánchez se
comporta como un dictador…con 90 disputados.
Como
consecuencia de ello y con el fin de obtener lo que parece que la aritmética le
niega, está intentando efectuar pactos contra natura y contra los principales
socialistas de su propio partido que ya han comprobado que eso de meterse en la
cama con PODEMOS en el Ayuntamiento de Madrid y en muchos otros sitios, no está
dando los réditos que esperaban.
Ahora,
el problema, no es la corrupción. De eso ya nos estamos encargando poco a poco.
Y por cierto, cuanta más unanimidad haya entre los partidos, mejor. Por lo
tanto, siempre es mejor hacer un pacto sobre ese tema entre 3 (o 33) que uno
sólo.
El
problema que tenemos ahora es cómo nos quitamos de encima a este lastre de
Pedro Sánchez. Y ojito a la frase de ayer de Rajoy, que éste, como buen
gallego, no suele dar puntadas sin hilo.
Hace
unos meses, cuando el PP dejó cerrados los Presupuestos Generales del Estado,
toda la oposición criticó su actitud y decían que eso le correspondía al nuevo
gobierno. ¿Se imagina alguien dónde estaríamos ahora si todavía no tuviéramos
PGE?.