Las estadísticas y la policía, indican que
existen altos índices de probabilidades, de que en estas fiestas, te veas en la
obligación de compartir tu espacio vital y la mesa, con algún indeseable al
que, por cierto, le tienes ganas desde hace años, porque cada año suele meter
la pata. El típico “gamboso” que suele llegar medio colocado a la cena,
gastando bromitas sin gracia, con una risa floja y avergonzando a su parienta,
que cada año se pregunta qué fue lo que vio en él. Y tú, que estás deseando que
todo se acabe y no volver a ver al tontoelhaba ese, llevas un año, o dos o
tres, aguantándote las ganas de romperle la cara con la botella de champán.
Para esos casos, van estos sabios consejos.
Escenario A. (sólo para casos extremos)
Puedes iniciar la velada al estilo Paul
Newman.
En la famosa película titulada “Dos hombres y
un destino”, dentro de la banda, hay un gigantón que pretende discutir la
jerarquía y la autoridad de Paul Newman. El gigante, reta al jefe a una lucha a
puñetazos. Dado el descomunal tamaño del retador y la presencia casi
testimonial de Paul Newman, éste, cuando se dirige hacia la pelea, le dice al
otro:
- Un momento, un momento, un
momento. Tenemos que establecer unas reglas.
Al oír estas palabras, el gigantón, que ya se
había puesto en guardia y estaba dispuesto a despachar de un único puñetazo a
su jefe, pierde la concentración y se encuentra desubicado.
- ¿Reglas? ¿Qué reglas?
Entonces, Paul Newman, que se había ido
acercando hacia el gigante con la supuesta intención de parlamentar, le atiza
una patada en la entrepierna. Cuando el gigante gime de dolor arrodillado en el
suelo, Paul aprovecha para darle un tremendo puñetazo que termina con el
gigante sin sentido, mientras pronuncia esta frase.
- La primera regla, es que no hay
reglas.
Siguiendo con el ejemplo descrito, cuando
llegues a la casa a cenar y te encuentres con el patoso de siempre, te acercas
como si fueras a saludarle y antes de que pueda reaccionar, le metes una patada
en sus testículos, apoyando la acción con alguna sentencia del estilo de: “me
tienes hasta…” o “hacía tiempo que lo tenías merecido”.
Sin duda, este gesto causará un gran impacto
en el grupo pero seguro que escuchas un “bien hecho” a tus espaldas y
probablemente sea de su mujer.
Escenario B.
Si lo descrito anteriormente te resulta algo
violento, tienes otra opción. Es mucho menos agresiva y puede resultar más
divertida, práctica y eficaz.
Previamente a tu llegada a la cena, debes
haber conseguido una dosis generosa de escopolamina, también conocida como
burundanga. En el momento de llegar, echarás la droga en la copa de champán que
ofrecerás al imbécil y que éste, por supuesto, aceptará, porque dentro de sus
objetivos de esa noche está el “pasarlo bien”, lo cual, para su cerebro de
chimpancé es sinónimo de cogerse un pedal.
En cuanto se haya tomado la dosis y empiece a
surtir efecto, puedes ordenarle que se desnude completamente y que se coloque
los calzoncillos en la cabeza, al tiempo que lo grabas todo en una cámara de
video. A partir de ese momento, puedes hacer lo que se te antoje con él. Desde
obligarle a salir al balcón en pelotas y que cante a voz en cuello el “cara al
sol” - si no se lo sabe, dale la letra - o que vaya llamando a las puertas de
los vecinos pidiendo el aguinaldo. Lo más importante es que tú lo grabes todo.
Al día siguiente, cuando el imbécil se
despierte y no se acuerde de nada, le enseñarás el vídeo y le dirás que lo
tienes subido en la nube. Y que si no cambia radicalmente de actitud, lo enviarás
a Instagram, a Youtube y a todas las redes sociales, hasta que se
convierta en trending topic.
En cualquier caso, Felíz Año a todos y buena
suerte.