La tragedia del YAK42 y
nuestros 62 militares muertos, ocupó las portadas de los medios de prensa y TV,
durante semanas y el eco, se prolongó durante años. Y fueron 62 fallecidos, en
un accidente. Todos recordamos las imágenes en TV de los restos humeantes, los
detalles de las autopsias, el dolor de los familiares.
Y lo mismo cabría decir
del accidente del tren en Angrois o del tranvía de Valencia.
Ahora llevamos 20.000
muertos y todo se reduce a curvas, picos, gente aplaudiendo en los balcones
después de haber dejado un anónimo en la puerta del vecino, sugiriendo que se
vaya de la comunidad porque no quieren que les contagien; artistas que pelean
para que el mundo no les olvide cantando desde casa y haciéndose publicidad con
sus móviles; gente bailando, alegre, feliz, contenta, sin que al parecer, se
den cuenta de que en la puerta de al lado, alguien ha perdido a un ser querido,
a un padre médico, a un enfermero, a un jubilado, a un abuelo que pudo
sobrevivir a la guerra civil, pero no a una “simple gripe”, como nos hicieron
creer que era esto del virus. Hablamos de miles de muertos como si fueran una
simple estadística de fallecidos en un lejano país, como consecuencia de un
terremoto, un corrimiento de tierras o un tsunami.
En los atentados del 11-S
en EEUU, veíamos imágenes de personas que se arrojaban al vacío porque
preferían morir aplastados contra el suelo, antes que morir abrasados por el
fuego o intoxicados por el humo. En los atentados del 11-M, en Madrid, los TD
se inundaban de imágenes truculentas, de personas sangrando camino de los
hospitales; de ambulancias atronando la ciudad, paralizada emocionalmente por
el terror de lo ocurrido; de los trenes despedazados en los andenes; de la
explosión en el piso de Leganés que costó la vida a un TEDAX, por mala suerte. Cuando
se partió el Prestige, (un barco monocasco que ya había sido prohibido para el
transporte de crudo por el riesgo que suponía) por culpa de un temporal en la
Costa da Morte y derramó su carga negra sobre las costas gallegas y del
Cantábrico, los responsables de los TD de todas las TV, se trasladaban en
persona a la zona para mostrar a los voluntarios con sus monos blancos
(entonces, sí había monos para todos y además, así se notaba mejor el
contraste) ayudar a recoger el chapapote.
Pero hoy, no. Hoy, las
imágenes son amables. Gente cantando en los balcones; gente aplaudiendo;
comprando en los super mercados; acudiendo a trabajar, los que puedan; paseando
al perro, jugando en casa con sus hijos, mientras inventan cómo hacer para que
no se aburran. Hoy, da la sensación de que todo el mundo puede tele trabajar
desde casa sin problemas y los estudiantes no tienen ningún impedimento para
seguir las clases por internet. Cada uno tiene su ordenador, independiente del
que tenga la madre, el padre y hasta el abuelo, que es posible que ya haya
muerto. No hay problemas de compartir una línea de internet, ya de por sí
saturada, porque como bien dijo nuestro insigne presidente, tenemos la mejor
red de internet del mundo mundial. Sólo le faltó añadir aquello de que “jugamos
en la Champions de las redes de Internet”. Y si tienen problemas para seguir
con el curso “Kalyse para todos” que diría Iniesta y aprobado general, que es
lo que viene a decir la ministra.
Pero nadie nos muestra
las caras de aquellos que han sido obligados a cerrar sus negocios, que son
todos: peluqueros, tiendas de móviles, tiendas de ropa, perfumerías, librerías,
cafeterías, bares, restaurantes, hoteles…Nadie nos enseña la angustia que
seguro reflejan sus caras cuando comprueban cada día, que no solamente no obtienen
ingresos porque han cerrado, es que no han recibido la ayuda que les prometió el
gobierno y sin embargo, tienen que hacer frente a los pagos de la luz de su
casa, el alquiler, la hipoteca, el alquiler del local de su negocio, la comida,
internet, el teléfono(s). Aunque desde anoche, deben sentirse mucho más
tranquilos. El insigne presidente ha dicho que los bares y restaurantes, podrán
abrir en diciembre. ¡Magnífica noticia! Aquellos que sean capaces de sobrevivir
hasta entonces, podrán celebrarlo en Navidades. Y los que no, pues, qué se le
va a hacer: estaba de Dios.
Y mientras tanto, la
ministra comunista, burlándose de ellos diciendo que no están en paro, al
tiempo que amenaza a las empresas que se atrevan a hacer un ERTE, porque lo van
a vigilar con mucho detalle.
Y para terminar de
fastidiarla del todo, por si acaso fueran pocos los desastres que han originado
esta panda de indigentes mentales, ahora anuncian a bombo y platillo que la
desescalada, se va a producir por territorios, cuando se han hartado de decir y
repetir, que el virus no conoce de fronteras, de territorios, de banderas o
colores políticos. Entonces, si cuando España entera fue ordenada a confinarse
en casa, en base a este criterio, ¿qué ha cambiado para que ahora cambie el mismo
criterio y se nos haga creer que los de Cuenca sí pueden moverse libremente,
pero los de Albacete no? ¿Alguien tiene alguna duda de que esto no va a traer
más que problemas? ¿Acaso no ha quedado claro de forma palmaria, que es absolutamente
imposible controlar los movimientos de millones de ciudadanos? Pues
sorprendentemente, sí. Es posible controlar los movimientos. ¿Cómo? POR EL
MÓVIL.
Ese era el objetivo del
gobierno cuando hace unos días nos hizo creer que la medida servía para avisar
de si teníamos cerca a un infectado. Como siempre suele pasar con los gobiernos
comunistas, sus intenciones siempre son aviesas, torticeras y traicioneras. Es
posible que sirva para eso que dicen, pero, sobre todo, sirve para ejercer un
control total, un control totalitario, sobre los ciudadanos, siempre bajo la
excusa de que se hace en bien de todos.
Cada vez más, tengo la
clara sensación de vivir en un estado Orwelliano. Somos objeto de una
manipulación informativa, tóxica, que tiene como finalidad la de convencernos
de que la tragedia del coronavirus era inevitable y que al igual que ha
impactado en otros países, lo ha hecho en el nuestro. Por tanto, todas las
críticas a este gobierno por sus supuestas tardanzas en la toma de decisiones,
no son ciertas, e intentarán demostrarlas, por mucho que no sean verdad. El
resultado de muertes como consecuencia de la falta de equipos de protección
individual y de los famosos tests, es otra tragedia, cuyos únicos culpables son
las compañías que han estado abusando de la situación y convirtiendo la compra
de dichos productos en un mercado persa.
Por lo tanto, en eso tampoco son responsables; son víctimas. La soledad
a la que ha tenido que hacer frente el gobierno, es fruto de la maldita derecha
y de la extrema derecha, que no son capaces de apoyar al gobierno y prefieren
alinearse con los que critican sin razón, cuando en realidad, el gran culpable
de este desdoblamiento de la sociedad en dos, es el propio gobierno cuando de
manera unilateral, decide afrontar en solitario la lucha contra la pandemia,
dando un puñetazo en la mesa, apartando a toda la oposición (y a sus socios
comunistas) del grupo que el presidente ha designado para dirigir y coordinar
todas las tareas. Es así como se generan divisiones, apartando de un manotazo a
los que más tarde, acusas de que han dejado solo al gobierno y les exiges
unidad y lealtad, las mismas que el gobierno no tuvo en el pasado cuando estaba
en la oposición y tras los atentados del 11-M, y las mismas unidad y lealtad,
que no ha demostrado al apartar a todos los partidos políticos de la
involucración en esta lucha. Pedro Sánchez no quería a nadie al lado que le
pudiera hacer sombra. Quería brillar con luz propia y a fe mía, que lo ha
conseguido.
Y mientras toda esta
tragedia sucede ante nuestros ojos, el gobierno y sus secuaces, aprovechan las
circunstancias para tapar la boca al Parlamento, silenciar a la oposición,
amenazar a los medios de comunicación hostiles con emprender acciones penales
contra la difusión de bulos, controlar y manipular las redes sociales mediante
la creación de organismos que velen por la verdad y usar el dinero público para
que el CIS, lance una estúpida encuesta, encaminada a dar ánimos al propio
gobierno y a algunos de sus votantes.
Al tiempo, se sigue
gobernando por decreto, y de tapadillo, se incluye al VP comunista en la
comisión del Congreso de control al CNI, con todos los riesgos que conlleva en
cuanto a seguridad nacional, compartición de datos y nombres de nuestros espías
en el extranjero, incluida Venezuela, por ejemplo. Y si, además, se aprueban
unos cuantos indultos aquí y allá, y todo ello se adorna con un real decreto en
el que se autoriza la ocupación de viviendas privadas sin mediación judicial,
pues ya tenemos la foto completa.
Estamos sufriendo un
ataque en toda regla por parte de una célula comunista, incrustada dentro de
nuestro propio sistema; instalada en el Consejo de Ministros. Y la estrategia
es dinamitarlo desde dentro. El futuro, nuestro futuro, ya lo describió
Orwell.