Está claro que la situación que
estamos padeciendo y la actitud de quienes nos gobiernan, han exacerbado – no
sin motivo – los ánimos de muchos. Aquella famosa frase de Alfredo Pérez
Rubalcaba “los españoles no se merecen un gobierno que les mienta”, se ha hecho
meritoria para ser recordada en estos días unas cuantas veces. Yo diría que a
diario.
Son muchas las voces críticas que
cada vez con más frecuencia, se levantan contra este gobierno, que no solamente
no ha sabido estar a la altura de las circunstancias, sino que ha dado sobradas
muestras de estar más atento a otras cuestiones, mucho más accesorias. Por
ejemplo, el blindaje del VP bolivariano en la comisión del Congreso del CNI, -
con todos los riesgos sobre compartir información que ello conlleva-, los indultos
de tapadillo que ha realizado el gobierno en mitad de la lucha contra la
pandemia, o la incipiente, - aunque cada vez más evidente-, censura que
pretende imponer a los medios y sobre todo a las redes sociales, para
“minimizar” en palabras de la ministra Celáa y del general de la Guardia Civil,
las críticas al gobierno.
En momentos de crisis, la
sociedad demanda cambios. Dependiendo de la profundidad y la duración de la
crisis, los cambios exigidos serán más o menos drásticos y más o menos
inmediatos. Es previsible, que, tras la tragedia de perder a miles y miles de
españoles, muchos de ellos ancianos indefensos en las residencias, estos
cambios se tornen, además, urgentes.
La sensación generalizada es que
ahora mismo, debido a las circunstancias por las que atravesamos, no parece el
momento más idóneo para realizar ningún movimiento. Y para cuando esto termine,
o más bien, para cuando hayamos recuperado, de una u otra forma, la normalidad
a la que tengamos que enfrentarnos a partir de un momento dado, se abren varias
expectativas.
Para empezar y aunque hay un
cierto runrún en los medios, el Rey, a mi entender, tiene las manos bastante
atadas por la Constitución, salvo que a un servidor se le escape algún
argumento sólido que pudiera utilizarse para un – digamos- hipotético gobierno
de concentración nacional. Además de las dificultades intrínsecas para un movimiento
de esta naturaleza, sería harto complicado venderlo tanto dentro, como
probablemente, fuera de nuestras fronteras. No estamos ante un flagrante golpe
de estado con los tanques en Valencia, y el Congreso secuestrado por Tejero,
como en 1981.
Otra alternativa, aún con menos
visos de verosimilitud, sería que por vergüenza torera, este gobierno convocara
elecciones anticipadas, algo que dada la catadura moral que ya han demostrado,
habría que descartarlo de antemano. Los cálculos partidistas no creo que
auguren unos buenos resultados en estos momentos, por mucho que Tezanos diga lo
contrario, así es que, conociendo al busto parlante y sus secuaces, su
estrategia será la de aguantar y mañana, ya veremos.
Un escollo no menos importante
que podría haber traído muchos problemas al gobierno actual, habría sido el
proceso de negociar los Presupuestos Generales del Estado. Proceso, que se ha eliminado
(otra vez) dada la premura de tiempo por mor de la crisis del coronavirus y prorrogando
los presupuestos de Rajoy.
Y finalmente, no debemos olvidar
que ahora mismo, tenemos pendientes tres elecciones en diferentes comunidades
autónomas: Galicia, País Vasco y Cataluña. Y de estas tres elecciones, las más
interesantes por sus posibles consecuencias, son las del País Vasco. De estas
elecciones, aún pendientes, dependerá si el PNV puede gobernar en solitario o
en coalición con vaya usted a saber qué partido o partidos. ¿Y por qué es tan
importante conocer ese dato? Pues porque de esa situación dependerá en buena
medida lo que pueda hacer en el Congreso de los Diputados.
En efecto. En el supuesto
hipotético de que alguien iniciara una moción de censura para evacuar a este
gobierno, los votos del PNV, son imprescindibles. No debemos olvidar que el
actual presidente, lo es por el escaso margen de 2 votos. Por lo tanto,
obviando a toda la gentuza del parlamento, incluidos los independentistas
catalanes, los votos del PNV, podrían unirse a un hipotético frente formado por
el PP-C’s-VOX y los que votaron en contra del presidente.
Pero para que el PNV votara a
favor de una moción de censura contra el Dr. Fraude, es necesario que, en el
País Vasco, no necesite los votos del PSOE para gobernar. Esa es la condición
sine qua non. Por supuesto, una vez solventada esa cuestión, luego quedaría la
segunda parte y es pagar el favor al PNV en forma de pasta, transferencias y
demás. Siempre que sea aceptable, se contentará al PNV, porque al final, en
política suele ser una ley aquello de elegir entre comer mierda con pala o con
cuchara.
No es previsible que en lo que
queda de año puedan organizarse las autonómicas en las tres comunidades, por lo
que, siendo muy optimistas, hasta finales del primer trimestre del año próximo,
2021, no habrá elecciones en esas autonomías. Y después, a esperar…y rezar.
Nos toca aguantar, pero yo,
empezaría a organizar y negociar con los partidos que pudieran formar parte de
esa moción. Si no se acomete la opción de la moción, tenemos gobierno
bolivariano para rato. Y ¡ojo! Con los posibles pucherazos.