Sólo desde esa perspectiva tienen cierta lógica las declaraciones que el actual VP del gobierno viene realizando desde su incorporación al gobierno. Declaraciones que, al margen de lo que representen para el PSOE, para el Dr. Fraude y para el resto, se realizan con el único objetivo de que la prensa, -esa a la que dice el propio PI que hay que someter – se haga eco de sus palabras. Hay que entender que, desde su perspectiva totalitaria, todos los recursos, incluidos sobre todo los de comunicación, deben estar sometidos al objetivo marcado por el líder supremo, o sea, él. Como buen marxista, lo único que pretende es implantar el sistema que ya se ha demostrado que no funciona, pero que, a él, le reporta unos sabrosos beneficios económicos. O sea, lo mismo que en los tiempos de la URSS, Cuba y todos los demás países comunistas, donde la población se moría de hambre, pero los dirigentes tenían sus dachas.
Como, al parecer, dentro del Consejo de Ministros no disfruta del pronunciamiento ni del respeto a los que aspira - aparte de los suyos-, cada vez que no se le presta la debida atención o se le lleva la contraria o se le rectifica, el pequeño Napoleón coge una rabieta y se va corriendo a dar instrucciones a sus adláteres condenados más leales (Súper Chair Echenique y Serra) para que inmediatamente salgan a la palestra y pronuncien alguna frase-slogan con la que intentar aparentar que se hace algo, aparte de llevárselo crudito a Galapagar. Y si, además, la tontería de turno se consigue llevar a algún medio de comunicación amigo, esclavo o directamente subvencionado, pues mejor.
El problema es cuando desde ese púlpito se anima a los anti sistema a la kaleborroka, en las principales ciudades de España, con el supuesto objetivo de reclamar una libertad de expresión que ha sido cercenada. Lo cual, dicho sea de paso, además de ser radicalmente falso, es un signo inequívoco de auténtico desquicie, por cuanto representa una manifiesta contradicción esquizoide entre lo que dice que pretende con las manifestaciones de protesta y su intento, al mismo tiempo, de controlar a la prensa y a los periodistas. Es metafísicamente imposible propugnar el control de la prensa y al tiempo, protestar por la falta de libertad de expresión. Pero para entender este fenómeno digno de diván, es preciso partir de las premisas antes presentadas.
Por otro lado, es preciso erradicar de nuestra mente – por pura necesidad de salud mental – la idea de que estos degenerados, Dr. Fraude y PI, vayan a romper su alianza. La frase de ayer de PI aludiendo a que “van a pasar a los hechos”, hay que tomarla como una bravata encaminada a contentar a sus estúpidos acólitos. No puede permanecer callado. De otro modo, podría estar enviando un mensaje erróneo y alguno podría interpretarlo como sometimiento o complacencia y no olvidemos que PI está embarcado en una carrera de ver quién es más extremo izquierdo.
De cualquier forma y a pesar de lo dicho, tener que aguantar a esta escoria con piernas, requiere un profundo estado de sofronización colectiva.