El plan B consistía en llamar a la asistencia del seguro para que desplazara a alguien a conseguir que el coche de mi mujer arrancara. Pero tampoco podía dejarlo hasta última hora, hasta el sábado, no fuera a pasar que la batería hubiera que cambiarla por otra nueva y no diera tiempo. Así es que, mientras el asunto de los neumáticos seguía su curso, también debía prepararme para ver si tenía que comprar una batería al Ibiza.
Desde
por la tarde he estado llamando al teléfono de Norauto para ver si me podían
informar de cómo estaba el asunto de los neumáticos. En la inmensa mayoría de
las veces, después de pasarme colgado al teléfono varios minutos escuchando
música y mensajes repetitivos de que “todos nuestros operadores están tocándose
el higo…”, al final o no conseguía hablar con nadie, o si conseguía hablar con
un ser humano, no me resolvía nada.
El resumen de mis llamadas tanto del jueves como del viernes, es el siguiente:
952 197 133 |
3:29 |
0,18 € |
952 197 133 |
11:26 |
0,18 € |
952 197 133 |
9:20 |
0,18 € |
952 197 133 |
9:48 |
0,18 € |
952 197 133 |
4:36 |
0,18 € |
952 197 133 |
10:52 |
0,18 € |
49:31 |
1,08 € |
O
sea, más de 49 minutos de tortura telefónica “pa ná”.
Así es que no quedaba otra que esperar…y esperar…y esperar, como aquellos que aguardaban en Casablanca el visado para ir a Lisboa y mientras tanto, por la noche visitaban el Rick’s Café.