domingo, mayo 15, 2016

Eurovisión: otro ridículo, again. Naturally



Que eso de Eurovisión ya no es lo que era, nos hemos dado cuenta desde que esos nórdicos de cuyo nombre no quiero acordarme, ganaron el concurso disfrazados de Chukys, el muñeco diabólico. España, como no podía ser menos, contribuyó a la causa algunos años después, enviando a Chiquilicuatre, y aquel esperpento, aparte de una buena cantidad de dinero, nos costó una humillación y una vergüenza, y no sé si alguno se lo tomó como un insulto, y todavía lo estamos pagando.

En estos días previos al evento, he escuchado a algunos supuestos expertos justificar que España, envíe a una cantante con una canción entera cantada en inglés. Hombre, yo qué quieres que te diga; que Bulgaria, Croacia, Serbia o Noruega, manden canciones en inglés, pues lo entiendo. No me parece que el noruego, por ejemplo, sea un idioma especialmente indicado para cantar una canción pop y sin embargo, sí lo es el inglés. Pero que de modo voluntario, España renuncie a llevar una canción en un idioma que hablan 500 millones de personas, me parece cuando menos, una estupidez. Luego, después de terminado el festival y por razones comerciales, que lo traduzcan al swahili o al checuescolapio si quieren, pero cantar, lo que se dice cantar, que lo haga en español.

Massiel ganó en español, Salomé ganó en español, Mocedades quedaron segundos, en español y David Civera, sexto. Para esos que sugieren que el idioma debe ser el inglés si se quiere ganar, y por si todos esos ejemplos no son suficientes, cabe recordar que en la edición de este año, Austria ha cantado en francés – tócate los pies – y la que ha ganado, Ucrania, en arameo, o tártaro, o lo que sea, un dialecto que al parecer se asemeja mucho al turco, como todos sabemos. 

Esa es otra. Ahora resulta, que hemos estado a puntito de irnos todos a Australia! Pero vamos a ver. Una cosa es que a los ausis les entusiasme el concurso y otra que participen. ¿Se imagina alguien que llega a ganar la surcoreana gritona? Y el año que viene, qué, ¿toda Europa a migrar a la tierra de Nicole Kidman y Russel Crowe? Es que el presupuesto se pondría en un pico, no? ¿Y el horario? ¿A qué hora se iba a hacer para que lo pudiéramos ver en Europa a una hora decente? ¿O es que pensaban hacer lo mismo que con el fútbol, que cada partido se juega a la hora que le sale de los cojopios a Javier Tebas?

Menos mal que al final ganó Ucrania. Un país partido por la mitad y destrozado, fruto  de una guerra interna, alimentada por Rusia, que ocupa la mitad de su territorio y que, por si fuera poco, se anexionó - otra vez – la península de Crimea. Península a la que hace mención la canción, de cuando Stalin deportó masivamente a Siberia, a los habitantes tártaros que vivían allí. Vamos que un poco más y lo único que le faltó a la chica fue darle una patada en la entrepierna al representante ruso, que iba de favorito y al final, ha quedado perdido en la inmensidad del spool.

El ruso, que presentó una canción que no estaba mal, pero que lo más llamativo fue el despliegue tecnológico y visual que desarrolló, que parecía que se lo había diseñado el productor de Matrix.

Y por último, qué cabe decir de nuestra insigne representante. Le auguro el mismo futuro que a Raquel del Rosario, de quien no se ha vuelto a saber nada desde su aparición en el escenario, con voz temblorosa, descalza y con una traje amarillo. Ayer, mientras veía a Barei, de pronto di un brinco cuando pensaba que se había caído fruto de tanta convulsión y como si fueran los últimos estertores. Pero no, afortunadamente sólo se trataba de una sorpresa, algo melodramática, acompañada con un fundido a negro de todo el escenario, que a alguno hizo sospechar un nuevo atentado yijadista. ¡Qué gran idea! En un evento con 10.000 personas, apagar la luz y callar la música.