Que eso
de Eurovisión ya no es lo que era, nos hemos dado cuenta desde que esos
nórdicos de cuyo nombre no quiero acordarme, ganaron el concurso disfrazados de
Chukys, el muñeco diabólico. España, como no podía ser menos, contribuyó a la
causa algunos años después, enviando a Chiquilicuatre, y aquel esperpento,
aparte de una buena cantidad de dinero, nos costó una humillación y una
vergüenza, y no sé si alguno se lo tomó como un insulto, y todavía lo estamos pagando.
En
estos días previos al evento, he escuchado a algunos supuestos expertos
justificar que España, envíe a una cantante con una canción entera cantada en
inglés. Hombre, yo qué quieres que te diga; que Bulgaria, Croacia, Serbia o
Noruega, manden canciones en inglés, pues lo entiendo. No me parece que el
noruego, por ejemplo, sea un idioma especialmente indicado para cantar una
canción pop y sin embargo, sí lo es el inglés. Pero que de modo voluntario,
España renuncie a llevar una canción en un idioma que hablan 500 millones de
personas, me parece cuando menos, una estupidez. Luego, después de terminado el
festival y por razones comerciales, que lo traduzcan al swahili o al checuescolapio
si quieren, pero cantar, lo que se dice cantar, que lo haga en español.
Massiel
ganó en español, Salomé ganó en español, Mocedades quedaron segundos, en
español y David Civera, sexto. Para esos que sugieren que el idioma debe ser el
inglés si se quiere ganar, y por si todos esos ejemplos no son suficientes, cabe
recordar que en la edición de este año, Austria ha cantado en francés – tócate los
pies – y la que ha ganado, Ucrania, en arameo, o tártaro, o lo que sea, un
dialecto que al parecer se asemeja mucho al turco, como todos sabemos.
Esa es
otra. Ahora resulta, que hemos estado a puntito de irnos todos a Australia!
Pero vamos a ver. Una cosa es que a los ausis les entusiasme el concurso y otra
que participen. ¿Se imagina alguien que llega a ganar la surcoreana gritona? Y
el año que viene, qué, ¿toda Europa a migrar a la tierra de Nicole Kidman y
Russel Crowe? Es que el presupuesto se pondría en un pico, no? ¿Y el horario?
¿A qué hora se iba a hacer para que lo pudiéramos ver en Europa a una hora
decente? ¿O es que pensaban hacer lo mismo que con el fútbol, que cada partido
se juega a la hora que le sale de los cojopios a Javier Tebas?
Menos
mal que al final ganó Ucrania. Un país partido por la mitad y destrozado, fruto
de una guerra interna, alimentada por
Rusia, que ocupa la mitad de su territorio y que, por si fuera poco, se
anexionó - otra vez – la península de Crimea. Península a la que hace mención
la canción, de cuando Stalin deportó masivamente a Siberia, a los habitantes tártaros
que vivían allí. Vamos que un poco más y lo único que le faltó a la chica fue
darle una patada en la entrepierna al representante ruso, que iba de favorito y
al final, ha quedado perdido en la inmensidad del spool.
El
ruso, que presentó una canción que no estaba mal, pero que lo más llamativo fue
el despliegue tecnológico y visual que desarrolló, que parecía que se lo había
diseñado el productor de Matrix.
Y por
último, qué cabe decir de nuestra insigne representante. Le auguro el mismo
futuro que a Raquel del Rosario, de quien no se ha vuelto a saber nada desde su
aparición en el escenario, con voz temblorosa, descalza y con una traje
amarillo. Ayer, mientras veía a Barei, de pronto di un brinco cuando pensaba
que se había caído fruto de tanta convulsión y como si fueran los últimos
estertores. Pero no, afortunadamente sólo se trataba de una sorpresa, algo
melodramática, acompañada con un fundido a negro de todo el escenario, que a
alguno hizo sospechar un nuevo atentado yijadista. ¡Qué gran idea! En un evento
con 10.000 personas, apagar la luz y callar la música.
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