martes, mayo 26, 2020

Los de Openbank y la madre que los parió (again)


Al igual que el cartero siempre llama dos veces y que el asesino siempre regresa al lugar del crimen, los de Openbank, la marca cibernética del Santander, la vuelven a cagar una vez más.

Ayer, a mi mujer, no se le ocurrió otra cosa más esotérica, que pretender realizar una transferencia. Algo inaudito en el siglo xxi. Después de intentarlo infructuosamente más de media docena de veces, se dispuso a llamar por teléfono al supuesto departamento de atención al cliente, pero dicho departamento, sólo está operativo de 09:00-18:00, y, además, desde sus casas, por el COVID19.

Dispuesta a investigar qué narices estaba pasando, consiguió averiguar que sus datos personales habían sido modificados, de tal forma que en el lugar donde debía figurar un teléfono móvil, aparecía un teléfono fijo y, además, ya inexistente porque está dado de baja desde hace años. Ella, obviamente, no había sido. Así es que, alguna lumbrera con aspiraciones de migrar a Silicon Valley, fue el responsable de la cagada, solo o en compañía de otro, responsable de no establecer un control sobre si los mensajes que envía el banco para confirmar las operaciones, se envían a un número que empieza por “6” o por “9”. Como eran más de las 18.00, no había posibilidad de solucionar el problema.

Esta mañana, después de escuchar durante una eternidad la misma insufrible cancioncita mientras esperas a que te atiendan y te den respuesta, por fin, ha conseguido contactar con alguien que, probablemente en pijama, ha terminado de ordenar los datos personales que el genio aspirante a Silicon Valley había convertido en putrefactos.

Ahora los datos están correctos.  Pero hay que esperar a que se refresquen en la BD para poder hacer la transferencia que ayer no fue posible realizar.

¿Señor dame paciencia, pero dámela ya!