Hacía justo un mes, un mes exactamente, que había sido mi cumpleaños. Recuerdo perfectamente, cómo mis padres, casi se abalabanzaron hacia la radio - Telefunken, por supuesto- para escuchar la noticia que conmovió a todos. Por entonces, todavía no teníamos TV. La sensación era de estupor. Nadie daba crédito a lo que decían por la radio: "el Presidente de los EE.UU, había sido asesinado a tiros en Dallas".
Yo no entendía por qué razón tenían que matar a ese señor. Se suponía, además, que era el tío más poderoso del mundo y que estaba en su casa. Si al menos lo hubieran matado los rusos, tendría algo de sentido, pero que le mataran en público, a la vista de todos, en su casa, con los guardespaldas; a eso no le encontraba lógica. ¿Qué había hecho que fuera tan malo?
Me quedé tan sorprendido como todos, o tal vez más. Tal vez fue por eso de no entender lo que pasaba, por lo que empecé a prestar especial atención a todo lo relacionado con ese crimen.
Si sorprendente fue el asesinato, no menos lo fue que al cabo de una hora habían atrapado al asesino en un cine. Ahí fue la primera vez que oi a mis padres decir eso de "aquí huele a chamusquina". Y el colmo fue cuando 48 horas después, mataron a Oswald, que parecía que era medio ruso, por lo que decían en las noticias. ¡Parecía un apelícula del oeste americano! Ahí moría hasta el apuntador! Y rapidito.
Luego, para acallar tanto rumor, pero sobre todo, para hacer una pantomima, se creó la comisión Warren, que era un señor juez, al que le dictaron lo que tenía que decir y seguramente le premiaron de manera generosa. Hasta es muy probable que le regalaran su propia vida.
Yo sólo tenía 7 años, pero todo aquello me produjo un enorme impacto emocional. Recordaba los nombres del asesino de JFK, del que después fue su propio asesino, Jack Ruby, un mafiosete de la zona; de la comisión Warren y de las absurdas conclusiones a las que llegó, con tal de justificar lo injustificable, sin importar llegar al absurdo o al ridículo. Lo importante era el mensaje que se estaba enviando: "Sabemos que no nos creeis. Sabemos que sabeis que estamos mintiendo. Pero nos da igual: tenemos todo el poder. Tanto como para matar a JFK".
Me impresionó ver el entierro, el gentío enorme y me estremecí cuando ví a sus hijos, que no eran mucho más pequeños que yo, asistiendo al entierro de su padre, el presidente de los EE.UU, mientra el niño, saludaba militarmente el paso del cadaver.
Me sentí perseguido, como si se tratara de mi propia familia, cuando poco tiempo después, mataron al hermano, Bob, en plena campaña electoral. También a la vista de todos, también a tiros, también con muchos aspectos oscuros.
Parecía claro que en USA, los Kennedy, no eran muy queridos por una cierta clase de factotums. No me extraña que Jacqueline, la viuda, saliera de allí por patas y se llevara sus hijos, lejos. A Grecia. Aunque al final, terminara viviendo en NY.
Después, las muertes en la familia, se han venido sucediendo y se pretende que la gente se crea que se debe sólo a una maldición. No creo que una sola familia pueda albergar tanta mala suerte. No creo que sea mala suerte. Creo que todo se debió a un plan magistral para borrar de la faz de la tierra a una familia de origen Irlandés y católico, del mismo modo que se eliminó a Martin Luther King: no interesaban ninguno de los dos.
Fue a raíz de la muerte de Kennedy, cuando los EE.UU se metieron de lleno en Vietnam. Perdieron la guerra, pero hubo gente que se hizo muy rica.
John F. Kennedy revolucionó a Estados Unidos y al mundo, no solamente con su físico, su porte y el aire que su mujer impregnó en Washington. Fueron sus ideas, las que salvaron al mundo de la 3ª guerra mundial. JFK y Martin L. King, no interesaba mantenerlos vivos en un país que quería ir por otros derroteros. Estorbaban los dos.
JFK, llegó demasiado pronto al poder de un país que no estaba preparado para tanto despliegue de inteligencia y de glamour.
Así les fue. Así les ha ido.
Fue hace 50 años, pero lo recuerdo como si hubiera ocurrido hoy mismo.
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