jueves, enero 14, 2016

Hacer el indio.



Los Podemitas, están tan exultantes y enfebrecidos, como las tropas aliadas que entraron en la Guarida del Lobo en la Segunda Guerra Mundial. Han accedido al sancta sanctórum del poder, al lugar donde reside la casta. Están en el mismo Olimpo. Casi, casi, se les escapa eso de “…las fuerzas bolivarianas han alcanzado sus últimos objetivos parlamentarios…”. Es evidente que están tan pagados de sí mismos, tan ufanos y orgullosos de lo que han conseguido, que no son conscientes de que allí se va a trabajar por los que están fuera y que entrar, sólo es un medio, no un fin  en sí mismo. Es más, se trabaja por el bien incluso, de los que no te han votado. Pero claro, habiendo empezado en la Puerta del Sol hace unos años y terminar ahí, a uno hace que se le suba el pavo. Sobre todo cuando le importa un bledo el resto de españoles. Por eso, porque les importa un bledo, los protagonistas tienen que ser ellos. Por eso, se permiten el lujo de dimitir para el puesto que han sido elegidos en Bruselas, traicionando a sus votantes que han sido utilizados para sus particulares fines, y se trasladan a casita, a Madrid, que se vive más calentito y se está más cerca de donde se cocina todo. Y porque aquí, cuando hacen ruido, siempre hay alguien dispuesto a servir de altavoz y de cla, mientras que en Bruselas, les tildarían de exaltados, raros, extravagantes y leninistas. O sea, lo que son.

No sé si fue en la película Maverick, cuando en un momento dado aparece un indio cabalgando de espaldas sobre su caballo. La estampa, llamativa de por sí, es explicada por el supuesto jefe de la tribu: “Está enfadado y muestra así su disconformidad”. Y eso es exactamente lo que esta panda de sucios zarrapastrosos, extremistas, adoradores de Stalin y Pol Pot, que comparten entre todos una única neurona, se ha dedicado a hacer en el Congreso durante la jornada inaugural y el juramento o promesa de acatamiento a la Constitución: hacer el indio.

Como nenes malcriados y consentidos, cuando hay visita en casa, se han dedicado a llamar la atención de todas las formas imaginables - al menos, para su escasa imaginación -, mientras sus mayores, se dedicaban a hacer algo por aquellos que les han llevado hasta allí. La utilización de fórmulas, cuanto menos pintorescas, de prometer respetar la Constitución, es sólo una de ellas. La bulla, el circo y el esperpento a las puertas del Congreso, con banda de música incluida; la demagógica exhibición de bicicletas para acudir al Palacio, que les van a durar lo mismo que a la Carmena, o sea, un día (ya verás como luego van en metro); los vaqueros, las zapatillas y las rastas, que nos auguran un verano de chanclas, pantalones piratas y camisas hawaianas. Y lo mejor de todo, el uso político de un bebé, con nada incluida, que tenía como supuesto objetivo llamar la atención de las madres que trabajan y tienen hijos, cuando en el propio Congreso ya existe una guardería. Pues sepan ustedes, señores diputados de PODEMOS y demás, que en el Congreso han trabajado señoras madres que tenían no 1 bebé, si no 6, 7. Y además, era Ministra. Y en este caso me refiero a Isabel Tocino, por poner un ejemplo. 

En esta amalgama de partidos - cada uno de su padre y su madre -, lo que realmente prevalece por encima de todo, es el selfi político. O sea, el culto a la personalidad individual, tan del gusto de dirigentes marxistas como Stalin, Mao, Fidel, Maduro o el de Corea del Norte. A éstos, les importa un bledo si sus ideas tienen sentido, son aplicables o reportan algún beneficio a los demás. Ellos están ahí para aplicar su ideario marxista, a sangre y fuego si fuere menester, como lo han hecho sus amigos en Venezuela, siguiendo sus consejos y por los que han cobrado su buen dinerito. Y cuando el pueblo se revela y vota en las urnas y vence, se utilizan los medios que haga falta para contrarrestar esa pérdida.  

Son autócratas, sólo se necesitan a ellos mismos. Están en posesión de la verdad absoluta y tan sólo usarán a otros partidos, para pactar lo que les convenga, en función de sus exclusivos intereses. La política del preservativo. 

Me temo que a no mucho tardar, el hemiciclo va a tener que ser desinfectado. No encaja bien esa imagen de querer limpiar la política con ese aspecto de piojosos malolientes con el que nos regalan sus señorías. Habrá que ver cuánto tarda algún fotógrafo avispado en pillar in fraganti a algún diputado podemita, fumando un canuto en algún tugurio de la zona de Huertas, esnifando coca en algún macro botellón en un parque público con los colegas del barrio, conduciendo bajo los efectos de las drogas o el alcohol o ambos, o fornicando en la vía pública con la choni de turno.

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