Hay cosas que me sacan de quicio y una de ellas, es la estupidez. Me explico.
Desde tiempos que ya ni recuerdo, se ha puesto de moda declarar un día para celebrar lo que sea. Hay cuestiones que realmente, merece la pena resaltar y remarcar en el calendario porque si no, rara vez la gente se daría cuenta de la existencia del problema. Son aquellas fechas en las que se hace referencia a las enfermedades raras, o a los afectados por algún extraño síntoma, o a los que padecen alguna enfermedad que ni siquiera es considerada como tal y por tanto, quienes la sufren, tienen complicado justificar su ausencia del trabajo. Me refiero a la fibromialgia. Todo eso, está bien porque ayuda a concienciar a las personas sobre diversos problemas y acerca de personas que sufren.
Luego están que si el día del Padre, el de la Madre, que si el día de los animales domésticos a los que se disfraza y se les lleva a la iglesia para que sean bendecidos, etc. Vale, todo eso forma parte del espectáculo, del comercio y de lo exótico. Pero me exaspera que hoy en día tengamos el Día de la Mujer Trabajadora. Vamos a ver.
Para empezar, hay una redundancia en sus propios términos. ¿Es que hay mujeres que no sean trabajadoras? ¿O es que a las que no son trabajadoras, no se las incluye en la celebración? ¿Qué se entiende por trabajo, pues? Que en el siglo xxi tengamos que estar gastando el tiempo y el dinero en lo que considero obviedades, me parece algo tonto, y además, va en contra de la propia mujer.
Otra cosa es que la mujer aspire a ser retribuida de igual forma que un hombre por un trabajo igual al que el hombre desarrolla. Ahí, vale. En cuanto al trabajo que desarrolle en casa, con la familia, los hijos etcétera, será un acuerdo a pactar con su pareja, a título personal y no en base a ninguna norma legal que se le haya ocurrido a alguien. Soy enemigo acérrimo de imponer costumbres a base de leyes. La historia nos ha demostrado que eso no suele funcionar y que además, provoca un movimiento contrario, algo que a los españoles nos encanta: llevar la contraria a la ley. Por tanto, me declaro enemigo de todas esas regulaciones, normas y leyes que intenten obligar a las empresas, organizaciones, partidos políticos y demás, a que cubran sus puestos con un determinado cupo de mujeres por el mero hecho de que lo sean y no por los méritos en los que incurran.
Soy de la opinión de que ese supuesto principio de igualdad entre hombres y mujeres, las primeras que huyen de él son las propias mujeres y en la mayoría de los casos, salen ganando. Porque, vamos a pensar con lógica: ¿qué hay de bueno en trabajar 14 o 16 horas diarias en una empresa, no ver a tus hijos ni a tu pareja, vivir en aviones y hoteles y convertir tu vida en una especie de esclavitud moderna a cambio de un salario? Bueno pues yo no le veo la gracia y tal vez, por eso mismo, porque las mujeres tampoco se la ven, es por lo que deciden tomarse el mundo del trabajo con otra filosofía. Tal vez sea por eso mismo, por lo que cuando entras en un organismo oficial, sea el ayuntamiento, la Delegación de Hacienda o lo que sea oficial, 9 de cada 10 personas que están trabajando allí, son mujeres. Horario de 8 a 3. Las tardes libres, puesto asegurado y salario fijo y hasta con el tiempo puedes decidir dónde trabajar. Te reconocen la antigüedad, puedes seguir subiendo en el escalafón y no suele haber discriminación por sexos. O sea, lo contrario de lo que sucede en la empresa privada.
¿Eso es ser más tonta que los hombres? Lo dudo mucho. Yo diría más bien que son los hombres los tontos. De hecho, lo somos, al margen de este tipo de comparaciones.
Hay más mujeres universitarias que hombres, obtienen mejores notas, por lo general, se concentran mejor y cuando se lo proponen, simplemente son más brillantes. Pero son "las tontas", las que se empeñan en revertir la situación, haciendo que la balanza se vuelque a su favor basándose en su condición de mujer y no en lo que ellas valen.
Hoy mismo, el gran Pérez Reverte publica un artículo en su blog en donde se aprecia esa enorme diferencia de la que hablo. Él se refiere a dos mujeres, una brillante en su trabajo, catedrática, con una gran capacidad de expresión y didáctica sobre un tema que se ve a las claras que domina. La otra, simplemente, una mujer que después de hacer una carrera universitaria se dedicó a la política, consiguió ser Directora General y que no sabe lo que dice. Las mujeres, eligen dónde quieren trabajar y unas son brillantes y otras no, pero eso no lo va a cambiar ninguna ley.
De cualquier forma el uso y la manipulación que se hace de la mujer, no debería de llamarnos la atención sólo porque se haga referencia al mundo empresarial o político. Es un bombardeo constante al que estamos sometidos, incluidas las propias mujeres, desde los medios de comunicación. No digamos ya el mundo de la publicidad, que es que para vender un abrigo, da la sensación de que te vas a tirar a la modelo antes. Me refiero a cualquier espacio televisivo, da igual que sea un programa tipo magacin, sea una reportera desde cualquier confín del mundo, sea diciendo las noticias o dando el parte del tiempo. Parece que hay una lucha entre las cadenas a ver quién tiene a la tía más maciza, más espectacular, más guapa. Da igual lo que diga.
En España, aparte de las Koplowitch, la baronesa Thyssen y alguna que otra, no tenemos noticias de haya mujeres que manejen grandes corporaciones. Y sin embargo, las hay. La Jefa suprema de IBM, es una mujer, por poner un ejemplo, y la de una de las empresas del grupo (INSA), también. Las mujeres que están el Top Management, se diferencian de los hombres en que no necesitan ruido ni alharacas a su alrededor. Se dedican a trabajar y se acabó. El hombre, no. El hombre necesita hacer mucho ruido, con pífanos y trompetas que anuncien su llegada y su salida de la oficina y mientras está en el trabajo, moverse como un pavo real en época de celo.
Hay muchas mujeres muy listas, con puestos tan importantes o más que el que tienen algunos hombres, pero no se las ve. Por ejemplo, Amancio Ortega, tiene varios hijos varones fruto de otro matrimonio anterior y sin embargo quien va a heredar su imperio, es su hija Marta, que es la más lista de todos y la que ha demostrado interés en el negocio.
Creo que las mujeres hacen mal si reclaman obtener lo mismo que los hombres, aparte de una remuneración igual por el mismo trabajo que ya lo he dicho antes. Las mujeres hacen muy bien en dedicarse a lo que se dedican y cuando deciden introducirse en un terreno nuevo, acaban dando lecciones. Otro ejemplo, creo que Esperanza Aguirre sería una estupenda Presidenta del Gobierno. Pero es mucho más lista que la mayoría y dio un paso atrás. ¿Injusticia? ¿Desigualdad? No. Armas de mujer.
Por eso todas esas inútiles que van cacareando una igualdad entre hombres y mujeres, lo único que hacen es fastidiar a todas las demás que sin ayuda de nadie, en algunos casos literalmente, tienen sus trabajos, compaginan la vida laboral y la familiar y en definitiva, tienen la vida que ellas han decidido tener. Algo que no estoy seguro que puedan decir la mayoría de los hombres.