jueves, abril 04, 2013

Noos-leak

Que con socios como Diego Torres ya no necesitas enemigos ni crisis económicas para sufrir y pasarlo mal, ya ha quedado claro. Al margen de otras consideraciones en relación a los personajes que están siendo investigados por el juez, el papel de este tiparraco, me deja perplejo.

Durante los años en los que se supone trabajaba como socio de una empresa, cuyos fines estaban bastante claros, se dedicó a hacer acopio de toda clase de documentos con el único fin de no ser el cabeza de turco que terminase pagando los platos rotos de aquél expolio. Lo cual, me lleva a la conclusión de que él mismo, Diego Torres, era plenamente consciente de los objetivos de Nóos y sin embargo, sus supuestos principios y su supuesta honestidad, no le impidieron guardar silencio durante todo el tiempo necesario ni dimitir de su cargo, que es lo que hace alguien con un sentido ético mínimo, cuando de verdad descubre qué es lo que se está haciendo con el dinero y la fundación. No, él se dedicó a seguir trincando y al mismo tiempo, acumular pruebas que pudieran resultar incriminatorias para sus socios y de esta forma, chantajearles libremente. O sea, traidor, sin escrúpulos y chantajista. 

Se podrá argumentar que tan sólo de esta forma podría haberse descubierto el entramado de trampas, chanchullos y falsedades, de los que se han valido los implicados para robar dinero público. Bueno, tal vez el fin justifique los medios, pero en este caso, la aparición de toda esta información, correos y demás, se ha debido más a la casualidad que a una estrategia encaminada a descubrir y analizar los datos. No es lo mismo, por ejemplo, infiltrar a alguien en una organización, como un topo, un espía, para descubrir sus malas artes, que empezar a analizar lo que pasó con el Palma Arena y de refilón, encontrarse que cuando hay alguien que sabe mucho, empieza a amenazar con "tirar de la manta". Una cosa es un espía y otra un traidor, aunque a veces, van unidos.

Diego Torres sabía lo que se hacía en Noos; él era partícipe de esas actividades y no obstante, no dimitió de sus cargos ni denunció lo que pasaba. Se limitó a poner la mano, sacar tajada y guardar pruebas contra otros, para hacerles chantaje y en el peor de los casos, no caer solo.

Me recuerda a un caso que me contaron hace años. Una mujer, decide comprar una vivienda para la que no disponía de la suficiente solvencia. Peregrinó de banco en banco, obteniendo negativas a sus sucesivas peticiones de préstamo hipotecario. Hasta que finalmente, dió con uno que estaba dispuesto a darle el préstamo; eso sí, a cambio de favores sexuales. 

La mujer, aceptó el trato. Recibió el préstamo y todo lo que ello conllevaba, es decir, acceder a los favores sexuales del director de la sucursal (casado, por supuesto) durante dos años.

Al cabo de los dos años de haber mantenido libremente esa relación, decidió cambiar de estrategia. Acudió a un abogado con el fin de interponer una querella por "abuso de poder" contra el susodicho director.  Cuando el abogado, algo perplejo por la descripción de la situación, le preguntó cómo iba a poder demostrar que había mantenido esa relación durante tanto tiempo, ella ni corta ni perezosa afirmó: "porque guardo todos los preservativos en el congelador de casa y se puede analizar el ADN".  

Que Dios, Todopoderoso, nos libre de cruzarnos con gente como Diego Torres o mujeres así.

Amén.
 









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