sábado, mayo 25, 2013

La novena Cruzada

El 11-S-2001 en Estados Unidos. El 11-M-2004, en Madrid. Atentados fallidos en Londres. Semanas de  algaradas callejeras en Lyón (2005), con cientos de coches incendiados, docenas de detenidos y millones de euros en pérdidas. Atentado con bomba en la maratón de Boston. Los autores, dos individuos que llevaban años inmersos en la cultura americana y aparentemente adaptados a su estilo de vida. Asesinato de un soldado inglés, a plena luz del día, con ensañamiento y con cámaras como testigos, en una actitud desafiante. Altercados en Estocolmo por una supuesta acción policial previa contra un inmigrante.

La violencia desatada, sorpresiva y salvaje, inunda, aunque de manera esporádica pero brutal, las calles de Europa y América. No se trata de un país en concreto, en un momento puntual. Se trata de cualquier país en cualquier momento por cualquier razón. Salman Rushdi, vive en la semiclandestinidad desde hace años por haber sido amenazado de muerte, por ser escritor y ejercer la libertad de expresión. Las peticiones de las comunidades musulmanas en Europa, en ocasiones rayan las exigencias y la intolerancia. Exigen que se construyan mezquitas y que se respeten sus costumbres, mientras ellos, extranjeros en suelo extraño, no respetan las costumbres y principios del país que les acoge. Se empeñan en vestir a las mujeres y a las niñas de acuerdo a las tradiciones islámicas, con el chador y a veces, incluso, pretenden usar el burqa. Incluso llevan a sus hijas a sus países de origen para mantener la ablación y casan a niñas de pocos años, con señores ancianos, en una de las mayores aberraciones que se pueden cometer hoy en día.

Exigen la desaparición de los crucifijos en las escuelas públicas, que aunque seamos un país teóricamente laico, no dejamos de pertenecer a una larga tradición cristiana. Eso sí, aquí los mismos papanatas que presumen y cacarean su laicismo y su agnosticismo, se casan por la iglesia. Por sus exigencias, las de los musulmanes, tenemos que adoptar medidas en los colegios públicos españoles que nunca nos habíamos planteado y echar mano de la ley, para obligarles a que respeten nuestras costumbres. Los imanes, campan a sus anchas por nuestras calles y sus mezquitas, pero a los cristianos se les persigue, se les acosa y se les mata, en los países donde la religión musulmana es mayoría. Mantenemos una lucha desigual y llevamos las de perder. Y a todo esto, la mayoría vive de las subvenciones del estado y los que trabajan un poco, mandan el dinero a su país.

Desde que el hombre puso un pie en la Tierra, la presión demográfica, ha sido utilizada como una arma política de indudable poder y terribles consecuencias. El Líbano, era un paraíso en Oriente Medio, hasta que las distintas facciones étnicas y religiosas que habían convivido en paz y armonía, saltaron por los aires y con ellas, el país entero se sumió en una guerra civil que duró 15 años. Todo quedó destruido. Irak es el actual campo de batalla entre dos facciones islámicas: chiitas y sunnitas. 

En Europa hay millones de musulmanes que por el momento, no significan un problema, pero tampoco parecían suponer un problema los dos asesinos de Boston o los de Londres. ¿Debemos, por tanto, considerar sospechosos a todo musulmán por el mero hecho de serlo? Bueno, al menos, deberíamos aprender de los errores y mantenernos alerta. Eso no nos vendría mal.

El gran problema del choque de estas dos civilizaciones, es que están basadas en principios irreconciliables. El mundo cristiano, aun cuando en el pasado cometió innumerables atrocidades en el nombre de Dios y en el de cada uno por sí mismo, ha sido capaz de evolucionar hacia un tipo de sociedad abierta, tolerante y flexible. Pero no debemos complacernos demasiado con nuestro descomunal paso adelante y permitir que nuestro deleite nos halague tanto a nuestro ego, que nos impida ver el riesgo que estamos corriendo al permitir que otros, nos perciban como débiles. A los terroristas, hay que tratarles como lo que son, no como nos tratamos entre nosotros, porque ELLOS no son iguales que NOSOTROS. Y si no lo hacemos así, pensarán que somos débiles y entonces, se aprovecharán de ello.

La sociedad que hemos ayudado a crear, es una sociedad que respeta la intimidad de las personas, sus creencias, su libertad. Sin embargo, los musulmanes, se sienten partícipes de una Jihad, de una Guerra Santa, en la que el objetivo, no es exactamente asesinar a todo cristiano que se le cruce a uno - aunque se pueda aprovechar la oportunidad - sino más bien, acabar con la civilización cristiana con la técnica del supositorio: poco a poco.

El proceso siempre es el mismo. Primero se asientan en un territorio. Luego se multiplican. Cada vez son más. Luego van exigiendo un lugar para su culto. Luego un lugar en la sociedad política. Respeto para sus costumbres, sus creencias, sus ropas. Y así hasta el infinito. Son como los del PNV o Artur Mas, pero con turbante.

Tengo amigos holandeses, que han dejado su puesto en una Universidad privada de Rotterdam por la invasión de árabes que ha habido en las aulas y por la actitud despectiva e insultante de éstos, hacia el profesor. El resto de alumnos, holandeses, se han ido a otro país y mi amigo, a Slovakia. Desde luego, la idea de pensar en un holandés como un tipo rígido, intolerante y racista, no suele encajar con el estereotipo que tenemos de ellos, que antes al contrario, se caracterizan por ser francos, amistosos y tolerantes.

Un amigo belga, dice estar harto de todos los que hay en su país, viviendo a costa de las subvenciones del Estado. Otro amigo sueco, ha dio un poco más lejos. Él ha dicho que piensa que a no tardar mucho, habrá una guerra civil en Suecia, con el único objeto de expulsar a todos los musulmanes que han llegado y devolverles a su país de origen.

Los libros de historia nos dicen que las Cruzadas, tuvieron lugar a comienzos de la Edad Media y duraron unos 200 años, dándose por terminadas en 1291. En España, como siempre llevamos un poco de retraso, les echamos en 1492 y ya de paso, aprovechamos la atmósfera propicia y decidimos expulsar también a los judíos.

Mucho me temo que en estos momentos se están dando las condiciones para que, a no tardar demasiado, Europa entera se vea envuelta en serios problemas por culpa de las malas influencias de esta gente. Estoy de acuerdo en que hay miles y miles de musulmanes que se han integrado en los diferentes países de acogida y aunque tienen sus costumbres, no interfieren con las de sus vecinos. Pero para desatar una guerra, sólo se necesitan unos poco miles de individuos marginados, incultos, sin futuro y recibiendo soflamas los viernes de alguien a quien consideran un líder.

Lo de la "Alianza de las Civilizaciones", cuéntaselo a las familias del soldado muerto en Londres o a las víctimas de Boston. 





 
                                                                                                          
                                                                                                                                                                                                                      

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