Día sí y día también, los telediarios nos van dando de a poquitos, noticias sobre el robo de recién nacidos en España. Del lento, tortuoso, angustioso, largo y caro camino legal y emocional, que las víctimas tienen que recorrer en busca de sus auténticos progenitores, de su familia biológica, de la vida que les han arrebatado.
Y a pesar de que el goteo es continuo, no he visto a ninguno de nuestros gloriosos jueces inter estelares, esas megaestrellas del firmamento jurídico, mover ni un dedo, ni la maza, en favor de una acción legal, conjunta, organizada y coordinada para esas familias rotas, que lo fueron con la complicidad de médicos, comadronas, monjas y demás personal presuntamente involucrado. Pero eso sí, para todo lo que sea desenterrar muertos de la guerra civil española y sobre todo, descubrir la fosa en la que se enterró a García Lorca, para eso, sí que hay fondos, jueces y recursos. Que da la sensación que descubrir dónde fue enterrado el poeta granadino, va a tener más interés que el descubrimiento de la tumba de Tutankamón.
El Fiscal General del Estado, a la vista de los numerosos casos que están siendo objeto de investigación judicial y a tenor de la gravedad de los hechos, del alcance y del dolor que ha generado en unas personas inocentes, debería tomar cartas en el asunto y poner a disposición de quienes estén en búsqueda de sus parientes, los recursos de los que disponga la justicia española. Y una vez que se encuentren a los responsables, juzgarles como proceda y exigir las indemnizaciones económicas correspondientes. Es inadmisible que el Estado, acuda impasible al dolor de todas esas familias que en su día confiaron en personas supuestamente profesionales, honestas y serias y al cabo del tiempo descubrieron que fueron objeto de un mero negocio de carne.
Menos rasgarse las vestiduras por los niños desaparecidos de la dictadura argentina - que también - y más preocuparse por lo que ha pasado en España, en pleno siglo xx. Menos desenterrar cuerpos de la guerra civil y más dedicarse a los que todavía están vivos.
No ha sido sólo un hospital, un equipo de médicos o una monja, que además, ha muerto muy a tiempo. Ha sido una política generalizada, llevada a cabo en cualquier lugar de España y contra cualquier tipo de familia, principalmente, humildes.