Siempre he considerado –y lo digo con
frecuencia – que entre las muchas virtudes que adornan a los españoles, la
gratitud y el reconocimiento, no figuran entre ellas. O al menos, no con la
notoriedad que se requiere en ocasiones. Tenemos una clara tendencia a seguir
la filosofía Cainita, según la cual, nos pasamos la vida dando por saco todo lo
que podemos al vecino, al cual, una vez que fallece, le enaltecemos y regalamos
con toda suerte de parabienes, alabanzas, premios y distinciones. Eso sí, a
título póstumo. Nos encanta adorar a las momias pero lo que es a lo vivos, que
les vayan dando.
Cualquiera que haya visto un documental de
National Geographic, sabe que cuando un león de la sabana africana se hace
cargo de una manada y destrona al macho dominante, lo segundo que hace –
después de vencer y expulsar al perdedor – es matar a las crías que hubiere. De
esta forma, cubriendo él a las leonas de su nueva manada, se asegura que los
descendientes sean suyos y no “del otro”.
Pues algo de Caín y de leones debemos tener
los españoles. No en balde, los leones, han estado presentes en los escudos y
emblemas, tanto de Castilla, como del Reino de León e incluso, adornan la
entrada principal al Congreso de los Diputados. Lo de las bolas que tienen bajo
sus zarpas, rumores sin confirmar, apuntan a que pertenecen a King-Kong.
Hace un par de meses moría Adolfo Suárez después
de una larga y penosa enfermedad. Todavía creo que los españoles no le hemos
pagado suficientemente lo que ha hecho por nosotros y por los que nos
sucederán. Él fue el que decidió legalizar al Partido Comunista de España,
entre otras cosas. El que impulsó nuestra Constitución. El que maniobró –
primero – para obtener el apoyo de la Cámara, repleta de franquistas, para que
se hicieran el harakiri y permitieran que llegara la democracia a España. Gracias
al Rey, a Torcuato Fernández Miranda y a Adolfo Suárez, el PCE – por ejemplo –
tuvo 23 escaños en el Congreso con casi dos millones de votos en 1979. Luego,
ellos mismos se encargaron de quedarse en lo que hoy son.
Hoy ha abdicado el Rey Juan Carlos y ya se ha
abierto la veda del cretino. A partir de ahora, cualquier memo con un micrófono
en la mano, va a perder el culo para gritar al viento cuantas estupideces sin
sentido se le vengan a la cabeza. Empezando por lo de hacer un referéndum para
decidir si queremos República o no.
Esta mañana escuchaba en TVE a Fernando
Ónega, afirmar con toda sensatez y lleno de sentido común, que él es plenamente
consciente de lo que le debe al Rey, de lo que el Rey ha hecho por los
españoles, pero que sus hijas, no. Simplemente porque él, el padre, ha vivido
unas experiencias que aquellos que no han tenido, no saben valorar. Y tiene
razón.
El tontoelhaba del Pablito coletas, el terror
de las universitarias progres - al que ni siquiera le vota su propia novia - y el paramecio del Cayo Lara, líder de una de
las Izquierda que inunda el panorama político – Izquierda Unida, Izquierda Plural,
Izquierda de los Verdes, Izquierda del Santo Sepulcro….- han perdido el culo
para salir a escena a llamar la atención y decir que ahora es el momento de
escuchar al pueblo y que hay que convocar un Referéndum. ¡Es que me dan ganas
de promover un Referéndum para decidir si la tortilla de patatas tiene que ser
con cebolla o sin cebolla!
¡Qué pereza me dan estos dos tolais, por
favor!
Vamos a ver. Los españoles, ya votamos en su
día. Concretamente un 6 de diciembre de 1.978, que fue el día en el que todos
decidimos que España, iba a ser una Monarquía Constitucional y parlamentaria. Y
ganó por goleada. Incluyendo a los catalanes, que votaron a favor un 80% del
censo. O sea que, oh noticia!: Ya lo hicimos. Lo que no puede ser es que en
cada generación, tengamos que estar votando cómo queremos que sea España o cómo
queremos las tortillas de patatas. Y de ahí viene mi comparación con los
cainitas y los leones. Que nos pasamos la vida – repasemos la historia –
tirando a la basura lo que ha hecho el anterior - ¿cuántos Leyes de Educación
llevamos desde el 78? – y empezando desde cero, mientras los demás países, aun
manteniendo sus diferencias internas, siguen avanzando y colocando los
ladrillos uno encima de otro y ayudando entre todos a construir el muro.
Nosotros, no. Nosotros cada día tiramos el muro del día anterior y vuelta a
empezar.
Ahora, algunos, para justificar que están
ahí, y que quieren seguir comiendo caliente cada día, parece que quieren convencernos
que los problemas que tiene España se resuelven convirtiendo esto en una
República. Y además Federal, como los Estados Unidos. Lo que pasa es que hay un
pequeño problema: los americanos tienen pasta para mantener ese engendro, pero
nosotros no podemos ni mantener las Autonomías. Es más, Alemania, hace ya
tiempo que inició el camino inverso de re-centralización de sus lander. Eso por
un lado. Por otro, ¿alguien puede explicar qué diferencias hay entre el modelo
que tenemos ahora y el federal y si eso es mejor, porqué?
Pero volviendo a la idea de Ónega, ¿dónde
estaba Pablito cuando España votó la Constitución? ¿Todavía usaba chupete?
¿Había empezado a ir a la escuela?
El problema es que hay una generación o más
de españoles que han nacido con la tele en color, con el ordenador, internet,
el móvil y votando en las elecciones cada vez que se le antoja. Con la libertad
de adherirse a cualquier manifestación, sea legal o no, para protestar a favor
o en contra de lo que le apetezca, sin correr el riesgo de que vengan “los
grises” repartiendo hostias a caballo y siendo posteriormente enjuiciados por
el Tribunal de Orden Público, institución que seguro conocen bien, algunos
homosexuales, prostitutas, aquellos que en su día militaban en el PC, en el
PSOE, en algún grupo universitario y en otros partidos de los llamados “ilegales”
por Franco. Ah, ¿Qué no saben quién era Franco? Pues a ver si va a ser ese el
problema.
El problema es que en este país, antes
llamado España, las libertades que tenemos hoy en día, incluida la de que cualquier
imbécil pueda decir lo que se le antoje, utilizando para ello cualquiera de las 100 cadenas de televisión que
hay - entre públicas, autonómicas y privadas - Facebook, Twitter, Youtube, etc,
esas libertades digo, no venían de
serie. Aquí tuvimos un intento de golpe de estado, cuando Pablito se comía los
mocos, y el que lo paró, fue el Rey. Aquí morían 100 militares, policías y
guardias civiles, cada año y el que luchó contra todo eso y contra una
inflación del 30% anual, fue Suárez. Aquí con la crisis del petróleo de los
años 70, el que consiguió que los países árabes nos hicieran “precio de hermano”,
fue el Rey por su relación personal con todos ellos.
No reconocer los méritos del Rey o de Suárez,
creo que es grave. Pero lo más grave, es lo que está sucediendo en el PSOE.
Lamentablemente para el propio PSOE y para España, lo peor que nos ha podido
pasar es la aparición de Zapatero. Nos costará décadas recuperarnos de los
destrozos que ha dejado. Peor que Atila.
Dentro del PSOE, se pasó por la piedra a todo
aquel que tenía algo que decir: Rosa Díez, Nicolás Redondo (el hijo. Al padre
se lo pasó por la piedra Felipe), Rodríguez Ibarra…Hasta Solbes, que era de lo
poco sólido que le quedaba al PSOE, se tuvo que marchar, aburrido y ninguneado.
Lo mismo que Juan Fernando López Aguilar, que como casi todos los
defenestrados, acabó en Bruselas. ¿Y quién nos queda? Rubalcaba, que está más
quemado que la pipa de un indio. ¿Y detrás? ¿Susanita, con el marido pringao en
alguna de las docenas de pufos que hay en Andalucía? ¿La Chacón, que cada vez
que abre la boca le dan un guantazo para que se calle? ¿Madina? ¿Pero éste qué
ha hecho?
Y ¿dónde está el problema? Pues el problema
radica en la debilidad de un partido que está llamado a ser alternativa de
gobierno. Y si este partido no representa de verdad a una mayoría, real al PP,
en el caso de que el PP no gane por mayoría absoluta – que está por ver – el riesgo
es que un PSOE débil, se vea en la necesidad de apoyarse en un gobierno de
coalición con estos partidos como Podemos, IU y demás. O sea, el tripartito
catalán pero en Moncloa. Y entonces sí que nos hemos caído con todo el equipo.
Porque qué pensarían en Europa sobre España, si llegara a gobernar - aunque sea
en coalición-, un partido que propone no pagar la deuda de España. Por ejemplo.
De esa catástrofe, nos podría salvar UPyD, si consiguiera los escaños
suficientes junto con el PSOE, pero ahora mismo, la atomización del voto de
izquierdas es un riesgo que hay que atajar.
Es normal que el PP haya perdido votos por
todas las medidas que ha ido tomando en dos años y medio. Esa es justamente la
razón por la que todos los gobiernos anteriores, no lo hicieron y le fueron
dejando la patata caliente al siguiente: para no perder votos. Y el premio del
roscón de reyes le ha tocado a Mariano. Ya veremos cómo está la situación
económica de aquí a las próximas Elecciones Generales y entonces veremos si el
PP recupera a su electorado. Pero aunque el bipartidismo tenga sus
inconvenientes, la asunción al poder de partidos marxistas, como Podemos, tiene
aún peores consecuencias.
Por tanto, no es hora de empezar a jugar con
república sí o monarquía no. Eso son fuegos artificiales para distraer a los
incautos. El peligro es que hay que atajar la sangría de votos, tanto del PP
como, sobre todo, del PSOE.
Tenemos que ser capaces de reconocer los méritos
de aquellos con los que, de verdad, estamos en deuda. Se lo merecen ellos y nos
lo merecemos nosotros también. Me parece bien que los ciudadanos se muestren
con deseos de ser tenidos en cuenta y no como hasta ahora que sólo se acuerdan
de nosotros cada 4 años. Que protesten, se dejen oir y lo hagan por cauces
democráticos. Vale. Pero debemos prestar especial atención a lo que está
sucediendo.
Hace muchos años, a mediados de los años 30
del siglo pasado, la gente dejó hacer y se puso la venda en los ojos. La
consecuencia se llamaba Hiler y no debemos olvidar que llegó al poder
democráticamente.
Me viene ahora a la memoria una anécdota del
inefable Luís Aragonés. España, acababa de proclamarse Campeona de Europa y el
Rey llamó a Luís para felicitarle. En la rueda de prensa, Luís lo contaba con
esa gracia, - algo chulesca, propia del barrio de Hortaleza – tan personal y
característica. Y decía al final, “vale, vale, gracias, Rey, y tal”. La sala de
prensa estalló en una sonora carcajada.
Pues eso: gracias, Rey.