Creo que ya lo he dicho en más de una
ocasión, pero no me importa repetirme: los españoles tenemos muy mala baba. Por
decirlo de una manera suave y políticamente correcta, aunque en la mente de
todos está la frase más coloquial. En líneas generales creo que a los
españoles, lo que más nos gusta, lo que nos sulibeya, lo que nos enloquece de
placer y nos lleva al nirvana, es dar por saco al vecino.
¿Qué el R. Madrid quiere fichar a Carembeu?
Pues va el Barça y le paga MIL MILLONES de pesetas a la Sampdoria, para que el
jugador se quede un año sin jugar, sentado en el banquillo. ¿Qué ahora quiere a
Neymar? Pues otra vez la maquinaria se pone en marcha y hacemos todo lo posible
– aunque sea ilegal – para fastidiar el fichaje. ¿Qué llega Florentino a la
Presidencia del equipo blanco? Pues fichamos a Figo. Da igual que Luisito no
jugara nunca más al fútbol y se auto eliminara de todos los encuentros contra
el Barça, del que seguía siendo socio. ¿Qué
Luís Enrique no está a gusto? Pues lo ficha el Barça. ¿Qué es Laudrup? Pues
igual, pero al revés. El caso, es dar por saco.
Pero es que en política, hacemos lo mismo.
Tengo la impresión de que en política, los españoles no votamos a favor de
alguien, sino en contra de. O sea, como el del chiste, por xoder. Lo lógico, lo
normal, lo que parece que hacen los países decentes y serios, es optar por
alternativas lógicas, sensatas y serias. Que conste que he dicho países serios,
normales y decentes. Grecia, nunca ha estado en ese saco. Pero en Alemania, o
Reino Unido, Francia, y si me apuras hasta Italia, que a duras penas entra en
la categoría de país serio, la gente vota, dentro del espectro que cada momento
presenta, a diversas alternativas, más o menos diferentes, con mayor o menor
énfasis en unos aspectos que en otros. Aquí, no. Aquí seguimos la política
Cainita, según la cual, las elecciones – sean de la índole que sean – sirven para
echar – y si se pudiera llevar el término “echar” a la posibilidad física de
arrojar fuera de España, mejor – a los que han perdido y lo mejor: tirar a la
basura todo lo que se ha hecho antes. Viene a ser algo así como La Reconquista
contra los moros, donde no se hacían prisioneros y si había alguno, se le
obligaba a que abjurara de Alá, de Mahoma y después comulgara con el obispo de
turno. Y quien habla de moros, habla de judíos. Aquí lo que importaba era
avasallar, apabullar, pasar por encima con el rodillo, rodar cabezas y dejarlo
todo ensangrentado. Y tengo la impresión de que no hemos cambiado mucho desde
aquellos tiempos sanguinarios.
Sólo hemos modificado ligeramente las formas.
Ahora ya no llevamos malla de acero, ni escudo, ni caballo, ni lanza. Pero
tenemos Twitter, Facebook y seguimos usando la misma mala hostia que nos
caracteriza. Hombre, siempre es mejor que no haya sangre, que luego se pone
todo perdido, pero en el fondo, seguimos persiguiendo el ideal de que “el otro,
abandone el territorio” y migre al otro lado del Misisipi. O más allá de los
Pirineos o del Atlántico.
Por seguir con el paralelismo del fútbol,
Bilardo se hizo famoso – entre otras muchas cosas – porque cuando estuvo
entrenando al Sevilla le echó un broncazo de tres pares al utillero, porque
éste le había dado de beber a un jugador del equipo rival. No lo fusiló en el
campo en ese momento, porque no llevaba armas, y de puro milagro se libró. El
pobre hombre, sentado en un extremo del banquillo, le miraba entre asustado,
atónito e incrédulo. No podía entender el comportamiento del entrenador cuando
le gritaba: “Al enemigo, ni agua, ni agua. Pisálo. Al enemigo Pisálo” decía al
borde del paroxismo. Pues da la sensación de que en política, es el ejemplo que
seguimos.
Es cierto que de un tiempo a esta parte, no
hemos tenido muchos motivos para sentirnos orgullosos de un montón de gente.
Políticos, empresarios, sindicalistas y demás adláteres, no han hecho mucho, la
verdad, para aparecer en la portada de la revista TIME o NEWSWEEK por los
méritos contraídos en el ejercicio de sus funciones. Altezas Reales, Majestades
y braguetazos incluidos. Vale. Pero de ahí a promover al poder, a toda una caterva
de ignorantes, embrutecidos, incultos y henchidos de odio, como si tuvieran
edad como para recordar su pasado que no alcanza más de un par de semanas, pues
la verdad es que me cuesta trabajo entenderlo. A no ser que se vea desde la
perspectiva de “pues ahora se van a enterar y voy a dar por saco a tos”.
Es que, que a estas alturas del siglo XXI,
con 2 Guerras Mundiales a nuestras espaldas, más una propia aquí, que todavía
haya gente - ¡ojo, con treinta años o menos! – que haga chistecitos con los
judíos, los nazis, los muertos por ETA y demás lindezas y alguna momia de
mierda, encima lo disculpe, diciendo que es “humor negro”, pues hace que me
pregunte dónde ha estudiado esta criaturita y qué valores se le han inculcado. Imagino
que en una escuela pública, claro, pero... ¿y para eso nos gastamos el dinero
los españoles? Porque está muy bien que el tío en cuestión, el yihadista este
del Zapata, que tiene apellido de revolucionario mexicano, piense como quiera.
Pero lo del respeto a los demás, a sus creencias y a su dolor, ¿no sabe lo que
es?
Yo creo que hay mucho indocumentado que
confunde el atún con el betún, porque ambos vienen en lata. Una cosa es que
hayas accedido al poder – y cómo, también es importante – y otra que confundas
ese poder con la autoridad de despreciar y perseguir todo lo que sea diferente
a ti. A eso, se le llama dictadura. La de Stalin, Hitler, Franco, Mussolini y
Pinochet, son sólo algunos ejemplos. Da la impresión de que algunos, han
recibido este acceso al poder como su tiempo de revancha y sabedores en su
fuero interno de que tampoco parece que les vaya a durar demasiado, tienden a
aprovechar al máximo su paso por el escenario. Esta sensación, suele
acrecentarse cuando el individuo en cuestión es lo más parecido a un NI-NI.
Porque, vamos a ver, esta patulea, esta gentuza, estos envidiosos, aparte de
hacer acampadas ilegales en la Puerta del Sol de Madrid, ¿han trabajado alguna
vez? ¿Tienen alguna clase de estudios acabados? ¿O simplemente han saltado
desde la calle al poder al más puro estilo bolchevique de 1917?
Tirar por la borda todo lo hecho hasta ahora,
parece que es el deporte preferido en España. Por eso, en 40 años de
democracia, ya hemos hecho 7 leyes de Educación diferentes. Y lo que nos queda.
No me imagino a un ciudadano de Nebraska, (Estados Unidos) que no se sepa la
lista de los Presidentes de su país, que no se ponga la mano en el corazón al
escuchar su himno y ver a su bandera, exactamente igual que otro de Iowa o
California. Sin embargo, eso no sucede en España. Aquí, cada uno, constituye la
República Independiente de su hogar. La bandera, es cosa de fachas. El Himno, a
quién le importa el himno, que ni siquiera tiene letra. Al adversario político,
si no comulga con mis ideas, le amenazo de muerte o mejor aún, trato de
acosarle haciendo escraches en su domicilio, le acoso bajo el supuesto
anonimato de internet o empleo cualquier medio que me permita tapar la boca de
todos aquellos que no opinan como yo. Y además, ¡qué coño: han perdido! No
tienen derecho a nada. ¡Ahora me toca a mí!
Hubo un tiempo en el que todos los españoles
nos sentimos uno bajo la misma bandera, bajo el único himno. Fue un momento
mágico en el que en todas partes de España, se salió a disfrutar llevando esos
símbolos. Fue cuando ganamos el Mundial. El fútbol fue lo único que nos unió y
hasta eso, está empezando a resquebrajarse.