En 1899 Sigmund Freud publicó la que es
considerada su mejor y más conocida obra, “La interpretación de los sueños”.
Con ella se inauguraba una nueva disciplina y un nuevo modo de entender el
psicoanálisis, no exenta de críticos y controversias. Esa nueva perspectiva y
su manera de interpretar la realidad, transformaron lo que hasta entonces había
sido calificado como tabú y afectó al comportamiento y actitud de todas las
personas, sobre todo de las mujeres.
Desde el 21 de diciembre de 2015, en España
hemos inaugurado una novedosa manera de entender la democracia. Hasta ese día,
la idea generalmente aceptada, era que la democracia se basaba en que después
de unas votaciones, gana el que más votos tiene. Eso sucede, por ejemplo, en
las comunidades de vecinos, en las elecciones a presidentes de clubes de
fútbol, en las oposiciones a notario o bedel del ministerio y en cualquier acto
público o privado, en el que un grupo de personas deciden qué hacer sobre
cualquier aspecto. Hay una excepción: El Parlamento español.
Los resultados de las pasadas elecciones han
sido nítidos. Hay 3 fuerzas políticas, que acaparan 15 millones de votos y más
de 200 escaños del Congreso de los Diputados. Y luego hay una cuarta, de corte
marxista, que no tiene ningún inconveniente en alinearse con las políticas de
gobiernos como el de Maduro o de Tsipras –antes de bajarse los pantalones -, y que no le hace ascos a desmembrar España en
cuantos cachitos sea menester.
En cualquier país medianamente normal,
después de estos resultados, lo que cabría esperar – de hecho, hay precedentes
en Europa – es un gobierno de coalición entre PP, PSOE y C’s. Todos ellos
comparten una visión de Estado común sobre la soberanía nacional, la
indivisibilidad del territorio y lo ilegal de los referéndums que se solicitan
por doquier, ahora en Cataluña, mañana en el País Vasco – Urkullu ya lo ha
dicho – pasado mañana en Galicia – la franquicia e PODEMOS ya lo ha anunciado -
y la semana que viene en la Ínsula de
Barataria.
Un gobierno de coalición, aportaría una nueva
visión de la realidad, acometiendo los cambios más acuciantes y las reformas
pendientes de una manera más consensuada y vendría a dar respuesta a la misma
petición de los ciudadanos que con sus votos es lo que han dicho, pero es que
además, son esos mismos ciudadanos los que antes de las elecciones, reclamaban
un gobierno de concentración nacional. Reclamaban más diálogo. Claro que
también hay que recordar que en esos días, el PSOE, fiel a su línea de “parecer
gallegos”, seguía navegando entre dos aguas y no decía ni sí ni no, sino todo
lo contrario. O sea, lo de siempre. Tal vez por eso, el PSOE de Pedrito “Kent”
Sánchez, haya obtenido el peor resultado del PSOE en democracia desde 1977.
Rajoy ya ha dicho que él ve con buenos ojos
ese gobierno de coalición y que no presenta líneas rojas previas, excepto las
ya consabidas de la unidad nacional. Pero que está abierto a escuchar cualquier
cosa que le propongan.
Rivera está en la misma línea y con un claro
posicionamiento de “partido de estado”, con pretensiones de futuro a medio y
largo plazo.
Pero el problema, es Pedrito “Kent”. Resulta
que Sánchez, se ha visto por mor de las circunstancias, preso de sus excesos
verbales en la campaña. Se pasó de frenada, se le calentó la boca, echó toda la
carne en el asador y al final, ha cosechado el mayor de los ridículos que haya
obtenido el PSOE jamás en su historia, muy lejos de sus aspiraciones de tener
manos libres para formar un gobierno “alternativo”. Si ahora, Pedrito “Kent”
Sánchez, accediera a lo que resulta más lógico y coherente – la coalición
tripartita -, se vería automáticamente retratado y con los pantalones en los
tobillos, por esa actitud excesivamente beligerante que traspasó el terreno de
lo político y entró en el personal.
Ante esta situación, Pedrito “Kent”, tiene
pocas alternativas.
A)
Dimitir como Secretario General del PSOE. Algo que como ya dejó claro
en la misma noche electoral, no pasa por su cabeza.
B) Acceder un pacto de gobernación tripartito, lo que indefectiblemente
llevaría aparejado llegar al punto A.
C) Tirarse un farol e intentar el triple salto mortal con doble tirabuzón
invertido, para pactar con todas las fuerzas a la izquierda de la izquierda, ya
sean nacionalistas, independentistas o quien sea, que le permitiera acceder a
la Moncloa.
Para la opción “A”, podría fijarse en el
espejo de Joaquín Almunia que habiendo obtenido resultados bastante mejores en
su momento que los que ha obtenido Pedrito, tuvo la decencia de dimitir en la
misma noche de las elecciones.
Para la opción “B”, sería necesario,
simplemente, mirar por los intereses de España y por ejemplo, de esos 15
millones de votantes que sustentan a esos tres partidos. Parece evidente, que
la visión de Estado de Pedrito “Kent”, le queda muy lejos de sus
planteamientos.
La última opción, ya de por sí harto
dificultosa, colocaría al PSOE – y por ende, a todos los españoles – a los pies
de los caballos. Coaligarse con gente que solicita la desmembración de España –
entre otras cosas – no parece que sea la opción más inteligente ni la que más
necesitamos. No olvidemos el refrán: “el que con niños se acuesta, meado se
levanta”.
Por otro, sería la primera vez que en nuestra
democracia – y probablemente en la de muchos países – el partido más votado no
gobierna, algo que va en contra de la esencia de la democracia, por mucho que
se haya hecho en ayuntamientos y CCAA a lo largo de nuestra corta historia, desde
1978.
Parece claro que los intereses personales de
Pedrito “Kent”, no son los que comparten ni personas importantes dentro del
PSOE, ni muchos de los españoles, que ni siquiera le han dado un voto de
confianza para ser Presidente del Gobierno. Pero según parece, eso no es
obstáculo, óbice o impedimento para que el compañero de Barbie, lo intente.
Hace unos días, en una cena familiar y
hablando sobre esta situación, yo manifesté mi postura de aceptar con agrado el
tripartito PP-PSOE-C’s. Y como respuesta, recibí algo muy significativo: “Es
que C’s es lo mismo que el PP”. Ante lo que respondí: ¿Y? ¿Acaso no es eso lo
que han votado los españoles?
Antes de las elecciones, como ya he comentado
antes, había una corriente que apuntaba a lo ideal que sería un gobierno más
abierto, más dialogante, de concentración. Y ahora que tenemos la oportunidad,
refrendada por las urnas, resulta que el objetivo real no era ese; el objetivo
era desalojar al PP del gobierno, utilizando los medios que fuere menester y si
además fuera factible, expulsarlos de España como hicimos con los moros y los
judíos en 1492. Una nueva diáspora, pero esta vez, de derechones.
Hombre, un poquito de por favor.
Pedro Sánchez, prefiere optar por la solución
a la portuguesa. Cualquier solución es buena con tal de desalojar al PP de La
Moncloa. Aunque sea una ilusión, intenta formar gobierno con 90 disputados.
Cualquier cosa que le permita llegar a La Moncloa y con ello, apuntalar su maltrecha
posición interna en el PSOE. O sea, básicamente, asegurarse el sustento para el
resto de su vida, que por el momento, no está muy claro. Lo que sí parece
claro, es la ausencia total de criterio propio a la hora de sugerir soluciones
y alternativas. Después de pasarse toda la campaña electoral pregonando a los
cuatro vientos que él sí que quería dialogar, debatir y llegar a acuerdos,
resulta que lo primero que ha hecho ha sido establecer un veto al partido más
votado. No parece que eso encaje con el concepto de democracia que tenemos los
demás, al margen de la tendencia política. A no ser que las elecciones sean
simplemente una excusa para que la derecha pierda sistemáticamente y gane
siempre la izquierda. Como en 1931, por ejemplo.
Uno de los muchos defectos de Pedro “Kent”
Sánchez, es su falta total de visión de Estado. Su perfil político en nada se
asemeja a algunos históricos de su partido como Rodríguez Ibarra, José Bono,
Nicolás Redondo Terreros, Múgica Hrzog, etc.etc. Su perfil, mucho más bajo,
está más en consonancia con el tonto solemne de Zapatero, Bibiana Aído y Leire
Pajín.
Que el PP no lo ha hecho perfecto, es posible
y no lo discuto. Que ahora tenemos la oportunidad de seguir avanzando con un
gobierno de concentración en el que unas fuerzas sirvan de contrapeso a las
otras, sin duda. Deberíamos aprovechar la ocasión. Y si no nos queda
alternativa, nuevas elecciones. Aunque mucho me temo que en ese caso, al PSOE
le iban a ir las cosas incluso peor. Y si al PSOE le van peor las cosas, las
consecuencias las pagamos todos. Si PODEMOS le come la tostada al tontoelhaba éste,
la hemos cagado. Puede que el PP ganara con mayoría absoluta porque visto lo
visto, tal vez los votos que migraron a C’s, regresaran ante la amenaza
fantasma de PODEMOS y sus aliados. Sería usar “el voto útil”. Pero en cualquier
caso y al margen de quién ganara, la amenaza persiste y hay que eliminarla. Y la unidad, siempre me ha parecido mejor solución.