Desde
hace ya bastantes años, el tema de la Sanidad en España, viene siendo un arma
arrojadiza de unos partidos contra otros. En general, de los de izquierda
contra el PP y utilizando el supuesto argumento de que hay que defender lo
público, frente a lo privado, como si la sanidad fuera una sola y además,
hubiera perdido el carácter universal.
Pero lo cierto, es que no es así. No hay
una Sanidad, hay 17 y eso es lo que precisamente, ha establecido desde hace
decenios, una de las mayores diferencias entre los españoles de distintas
regiones.
Como
todo el mundo sabe, las competencias sobre Sanidad, fueron transferidas a las
CCAA hace bastantes años, lo cual, no es un impedimento para que cuando algún
supuesto líder político desea aparecer en TV, mencione los supuestos problemas,
como si dependieran del gobierno central, sobre todo, si el gobierno central es
del PP, algo que no pasa con frecuencia.
Llegados
a este punto, hay que recordar – por si a alguno se le ha olvidado – que muchas
de las CCAA ( o todas) que asumieron dichas competencias en materia de Sanidad,
tuvieron que implementar un nuevo impuesto proveniente de la gasolina.
Simplemente, porque en determinadas regiones, no hay contribuyentes suficientes,
ni los ingresos por impuestos, son los necesarios. Existe una desigualdad en
cuanto a densidad de población y a dispersión de núcleos habitados, y debería
establecerse un mecanismo para compensar estos desequilibrios, del mismo modo
que algunos – generalmente, los que pierden las elecciones – se quejan de que
hay que modificar la ley electoral, para eliminar esos supuestos desajustes que
favorecen a unos en perjuicio de otros.
Como
botón de muestra de lo que estoy diciendo, baste con mencionar que la receta de
un médico expedida en una región de España, no es válida en ninguna otra región,
y si vas a la farmacia, lo que te dicen es que vayas al centro de salud más
próximo a la misma, para que sea el otro médico, el que te recete la misma
medicina. De locos! Pero es que hay más. En la farmacia a la que habitualmente
vamos mi mujer y yo, nos comentaron en cierta ocasión que unos clientes, habían
tenido un problema en otra provincia y que les dijeron que como Andalucía no
pagaba a las farmacias, no les atendían. ¡Muy fuerte!
Pero si
bien esto puede entrar dentro de la anécdota, hay aspectos que son bastante más
serios. Y como no me gusta hablar por hablar ni tampoco generalizar, hablaré de
casos concretos. O sea, de mi mujer y de mí.
Empiezo
por confesar que aunque llevo años residiendo en Málaga, no tengo la más mínima
intención de desprenderme de la tarjeta sanitaria de Madrid. Y tengo mis
razones.
Cuando vivía
en Madrid, una vez al año – y a veces, dos – mi propio médico me sugería hacer
un chequeo general, con pruebas, ECO, análisis, etc. Lo que viene siendo una
puesta a punto. Acostumbrado a ello, al poco de llegar aquí, acudí al médico –
en este caso mujer, pero da igual – y le solicité las mismas pruebas a las que
estaba acostumbrado realizar periódicamente en Madrid. Me costó un
interrogatorio de tercer nivel, con foco apuntando a la cara y polígrafo en
marcha, convencerla para que consintiera en enviarme a realizar las pruebas
pertinentes. Pero ahí no terminan las sorpresas.
Mientras
en Madrid, no sueles esperar mucho para hacerte una ECO, por ejemplo, y además,
te mandan SMS y te lo recuerdan por llamada de teléfono, aquí, en el país de
los ERE’s fraudulentos, te mandan las citaciones a las pruebas por correo
ordinario. Eso, cuando te lo mandan, porque yo estoy todavía esperando recibir
por correo lo que tenían que haberme enviado para poder hacerme las pruebas en
este mes de septiembre. Y mi pregunta es: ¿Y si esta parsimonia, dejadez o
falta de eficacia deviene posteriormente en un agravamiento de mi dolencia
crónica, habrá algún responsable o simplemente me van a dar por saco?
Mi
mujer se operó de cataratas hace unos años en la Jimenez Díaz, en Madrid. Un
hospital público, gestionado de manera privada y que funciona como un puto
reloj suizo. Cada cierto tiempo y no de manera sistemática, deben ponerle unas
inyecciones en la retina para resolver un pequeño inconveniente que le surge.
Cada inyección, cuesta casi 1.000 euros y ya le han puesto unas cuantas. Bien.
Pues hace unas semanas, mi mujer fue a urgencias del Hospital Virgen de la
Victoria de Málaga. Ya el mero hecho de comparar el aspecto de las
instalaciones entre un hospital y otro, te da la sensación de haber entrado en
una máquina del tiempo. Hacia atrás, por supuesto.
Mi
mujer conoce perfectamente los síntomas y sabe cómo responden los de Madrid,
así es que esperaba que en Málaga, que se supone estudian lo mismo, debería ser
parecido. ¡Pues una mierda!
En urgencias,
le atendió un médico de origen árabe. Después de examinarla con instrumental
que ya han dejado de utilizar en Madrid desde los tiempos de Ramón y Cajal, el
listo del médico, le dijo que no tenía nada. Mi mujer insistió en ver a la
doctora especialista, pero el de urgencias sentenció:
-
Señora, usted no tiene nada y además, usted nunca ha visto bien.
Que es casi
tanto como decirla: usted es mujer, no tiene ni puta idea de nada y yo, soy
médico. Aparte de que no consiguió pasar el filtro y que la viera la doctora
especialista, cabe remarcar lo del origen árabe del individuo.
Al cabo
de una semana acudió a la Jimenez Díaz en Madrid. La atendió un médico
ecuatoriano, el cual, después de comprobar que efectivamente parecía que había
algo anómalo, tuvo a bien confirmarlo con un colega al que acudió en busca de
consejo. Cuando fue atendida por ambos médicos, le dijeron:
-
Parece que mi colega ha detectado un pequeño problema. No sé si
poniéndola la inyección, vamos a conseguir resolverlo, pero vamos a hacer todo
lo que está en nuestra mano para intentarlo y curarla.
Le
pusieron la inyección de los 1.000 euros y nuevamente, ve sin problemas.
Hoy
mismo, ha acudido nuevamente a Málaga ya que la vez anterior, cuando la atendió
el árabe tan amable, ya la habían citado. Al acudir al médico especialista, le
ha comentado lo sucedido y al parecer, se ha puesto de morros, dando por
sentado que si su colega el árabe, el de urgencias, no la envió a su consulta,
era porque no vio nada reseñable.
Esto,
le ocurre a una persona informada, que investiga, analiza, evalúa, sopesa y
navega por internet escudriñando hasta la saciedad. Que antes de operarse y que
le contara la cirujana lo que iba a hacer, mi mujer ya lo sabía. Y las
diferentes opciones y todo lo que se le antojó conocer con antelación. Pero qué
pasa con los miles de personas que acuden al médico, se ponen en sus manos y se
contentan con lo que les cuenta el galeno de turno? Y ni te cuento lo que puede
suceder a los habitantes de la Málaga profunda, por ejemplo.
Por
mucho que algunos insistan en criticar y denigrar los servicios y atenciones de
la Sanidad española, apuntando a que se está privatizando y es cara, ni es
cierto, ni es en todas partes, ni es cara, ni nada por el estilo. Y si no que
le pregunten cuánto le ha costado a la tonta del culo de la enfermera que se
contagió del Ébola o a la que ahora se ha contagiado de la picadura de la
garrapata de Ávila.
Lo
primero que hay que decir, como ya he apuntado antes, es que en España hay 17
Sanidades diferentes y que incluso en Andalucía, dependiendo de la provincia,
el medicamento recomendado en Málaga como marca blanca del paracetamol – pongo por
caso – es uno, mientras que en Sevilla o Almería, pueden ser dos diferentes.
Lo
importante, en estos casos que he comentado, es la actitud, la diferente
actitud con la que se afronta la atención al paciente. En Madrid, se hace todo
lo que está en su mano para curar al paciente. En Andalucía, prima el
presupuesto. Si se pueden ahorrar una ECO, mejor. Si luego te sale un cáncer de
próstata, te dan por saco, literalmente. Si se pueden ahorrar una inyección de
1.000 euros, mejor. Si luego te quedas tuerta de un ojo, te pones el parche a
lo Princesa de Éboli, y a chutar. Pero para robar a los parados y repartirse la
pasta entre el PSOE y UGT, para eso no hay límites.
Hace
muchos años, cuando la Espe inauguraba hospitales en Madrid como Franco
pantanos, en cada ocasión le montaban unos shows espectaculares. Pancartas,
pitos, abucheos, gritos y demás, la esperaban a las puertas de cada hospital a
inaugurar e inauguró unos cuantos. Hasta que finalmente, un día, aparecieron
unas fotos en las que se identificaba, con nombres y apellidos, a todos los
instigadores de dichas manifestaciones, como liberados sindicales de UGT y
CCOO, que por supuesto, no se habían puesto una bata y unos guantes en su puta
vida.
La
Sanidad española, es de las mejores del mundo. Y si no, que se lo pregunten a
los alemanes que se quieren operar en España, o los nórdicos que van al
hospital de la Costa del Sol y se llevan un chasco cuando les niegan la operación
porque no son residentes y no están en España más de 180 días al año.
Eso sí,
hace tiempo que dependiendo de dónde te toque vivir, tendrás más o menos
opciones de tener más o menos salud. De momento los de Madrid, que no me entere
yo que os quejáis.