martes, diciembre 27, 2016

INVERTIR EN PERSONAS Y RETENCION EL TALENTO.



Desde hace un tiempo, se han puesto de moda en las redes sociales, en los portales de empleo y en cuantos lugares tienen cabida, expresiones que contienen o hacen referencia a personas, talento, invertir en personas, felicidad, valores, etc. Y me parece bien. Siempre y cuando sean conceptos que se lleven a la práctica y no se queden en meros anzuelos para captar candidatos a las ofertas que se publiquen o que respondan a invitaciones directas realizadas a través de las redes de contactos profesionales.

Y la pregunta que surge es de cajón: ¿Y por qué ahora? Y la respuesta, para todo aquel que lleve ya unos añitos en esto del mundo laboral, tiene también que ver con la evolución que han sufrido los responsables del departamento de recursos humanos a lo largo de los tiempos. En un primer momento, se llamaba Director de Personal y con el tiempo pasó a tener el nombre de Director de Recursos Humanos. Los “humanos”, habían ascendido en el escalafón al ser considerados recursos.

Lo irónico de esta evolución, es que las relaciones laborales entre la empresa y los empleados, tenían un carácter mucho más protector, más estable y hasta casi paternal, en tiempos pretéritos, cuando los “recursos” eran simples “personas”. Y sin embargo, con la evolución de la sociedad y de las constantes crisis económicas, también se produjo una evolución - en este caso a peor - entre la empresa y sus trabajadores. 

Para ilustrar lo que quiero decir, comentaré una anécdota sucedida a un amigo, allá por los años 90 del pasado siglo. El director de su departamento, mantuvo un diálogo bastante parecido a este:
    - Si no te gusta, en este montón de aquí - dijo señalando un enorme montículo de papeles que tenía en la mesa a su izquierda - tengo  currículos para elegir a diez para que hagan tu trabajo.
    - Sí. Pero ninguno de ellos ha contribuido a hacer que esta empresa sea lo que es hoy. Yo, sí.

Anécdotas y torpes aparte, la empresa, en general, hubo un momento en el que despreció o al menos no valoró en su justa medida, lo aportado por el empleado. Aún hoy en día, subsiste esa misma filosofía, pero al menos, parece que algunas empresas ya se han dado cuenta de que la opción de dejar escapar a las personas válidas y tener que volver a invertir en nuevas incorporaciones, sale bastante más caro que hacer lo posible por retenerlas. En otras palabras, fue la actitud empresarial la que con su drástico cambio de actitud hacia el empleado, propició una adaptación a las nuevas reglas por parte de éste. Reglas, que con el devenir de los años y el aumento de la competitividad, se han convertido en una salida de cerebros hacia el extranjero, opción esta que en anteriores etapas, parecía impensable.

Permítaseme establecer un paralelismo con la evolución de nuestro fútbol.

Durante décadas, los grandes equipos invertían todo el dinero que podían en atraer a las figuras más relumbrantes del panorama europeo y suramericano. Mientras esa política se mantuvo, la selección española “no pasaba de cuartos”. Cambió la estrategia, se invirtió en formación, en las categorías inferiores, en promover el ascenso a las primeras plantillas de aquellos que habían sido formados en el club. ¡Quién mejor que ellos para defender una camiseta y un escudo! Resultado: campeones de Europa (2 veces) y Campeones del Mundo. Los grandes equipos, se siguen gastando indecencias en fichajes, sí. Pero hoy en día hay canteranos que les discuten los puestos y desde hace muchos años, España, que era un país netamente importador de futbolistas, exporta y mucho, magníficos jugadores a las ligas europeas, americana e incluso, a China.

Con la empresa, sucede lo mismo. Atrás quedaron los tiempos en los que las empresas coartaban a los empleados que habían recibido un cursillo interno, con amenazas de demandarles en los tribunales y solicitarles el pago en metálico de una cantidad exorbitante de dinero, si abandonan la compañía antes de una serie de años, como si se tratase de un moderno esclavo o de un contrato con Vodafone. Y que conste que esto no me lo invento.

Hoy, los trabajadores disponen, no sólo de más formación y experiencia. Hoy, la mentalidad ha cambiado y aunque no sean una inmensa mayoría los que deciden emigrar al extranjero en busca de mejores oportunidades y mejores sueldos, lo cierto es que haberlos haylos. Hoy, aun siendo una relación descompensada entre empresa y trabajador, las cosas ya no son como eran hace tan sólo unos pocos años y eso, es lo que ha obligado a las compañías a replantearse su estrategia con respecto a las personas. En el pecado llevan la penitencia.

Por esa evolución del estado de la cuestión, por esas lluvias que acarrean estos lodos, es ahora cuando las empresas comienzan a mimar a sus canteras. A ver si cunde el ejemplo.

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