Ya ha quedado de manifiesto el trauma que me ha
supuesto el cambio de teléfono móvil. Aparte de modificar todos mis esquemas
acerca de dónde encontrar qué, y de perder unos cuatrocientos cincuenta contactos, ahora me enfrento a un misterio propio de Iker. Jiménez, no Casillas.
Uno de esos cambios traumáticos a los que he
tenido que hacer frente, ha sido el de averiguar dónde demonios han escondido
los cabrones de Motorola la alarma para despertarte por las mañanas. De
entrada, lo normal, sería acudir al manual de usuario. Pero es que en este
caso, el manual de usuario se limita a tres imágenes en las cuales te indican
cómo instalar la tarjeta SIM, dónde está el enchufe micro usb y poco más. Y
todo ello, han tenido la amabilidad de escribirlo en italiano y en inglés, algo
que ayuda mucho.
Es entonces cuando comienzas una búsqueda
intensiva por el proceloso mundo de internet, en busca de alguna maldita APP
que satisfaga el requisito de que el bicho, te despierte o haga algo que suene.
Y después de mucho vagabundear de aquí para allá, te encuentras con un
comentario de uno que dice que “menos mal
que ahora han mejorado la aplicación del reloj que lleva dentro el teléfono y
han incorporado LA ALARMA que tanta gente había demandado”. O sea, que
encima, tú vas con retraso y la alarma ya viene por defecto. Vale.
Y te vas y empiezas a trastear con la dichosa
alarma. Que tampoco admite muchas variaciones que digamos, pero que cumple - o
debería - su función. Y la programas, como siempre para que suene a las 09.00.
De todas formas y como elemental medida de precaución, decides seguir
utilizando también, la alarma del viejo y querido teléfono Nokia, que aunque se
le ha abierto en canal y se le ha extraído las tripas de su tarjeta SIM, tiene
funciones que siguen operativas y la alarma es una de ellas. Total, lo peor que
puede pasar es que a las 9.00, tengas un puto concierto de chicharras en tu
mesilla de noche y te levantes estresado.
Bueno, pues no.
Hoy, primer día después del Nokia, ninguno de los dos móviles ha
sonado a la hora prevista. De repente, ha sonado uno, el viejo y leal Nokia.
Pero es que eran las 9.20. Y al cabo de un par de minutos, ha comenzado a sonar
el giliberto del Motorola, a las 9.25. Y tiene rima.
A ver. Que suenen los dos al unísono, ya me
parece extraño, porque tampoco tienen pilas atómicas. Pero que NINGUNO suene a
su hora, y lo hagan con tanto tiempo de retraso, es como para acudir a Jimenez
del Oso o Mulder, de Expediente X.
Sin embargo, los dos tienen la hora perfecta.
¿Será que el cabrón del Motorola está
enviando influjos negativos a su colega? ¿Rebelión en las alarmas en vez de en
las aulas?
Seguiremos informando.