El otro día, hablando en la farmacia con una de las chicas, salió el tema de las vacaciones. Mari Paz – que así se llama – dijo que en la farmacia las vacaciones las toman en enero, porque durante el verano, es imposible dada la afluencia de gente. Doy fe. Llevo años visitando – de vez en cuando, ¿eh? – la farmacia y podría contar con los dedos de una mano las veces que no había nadie. Que cuando me ha pasado me he asustado de verlo vacío. En ocasiones hay tanta gente que me pregunto si era la happy hour de las drogas o algo así. Y, además, por supuesto, la mitad de los clientes, hablan en inglés y todas las chicas de la farmacia lo hablan sin ningún problema.
Al igual que se hace en mi farmacia
preferida organizando el mejor momento para tomarse las vacaciones, como en
cualquier empresa privada, hay otros sectores que también se ven mediatizados
por un calendario y una estacionalidad. Es bien sabido que los profesionales de
la hostelería, se ven obligados a coger las vacaciones fuera del verano por las
mismas razones que mis amigas de la farmacia. Y lo mismo ocurre con los
asesores fiscales, quienes se ven obligados a actuar en función del calendario
establecido por la Santa Hacienda y no pueden irse a la playa cuando hay que
presentar impuestos.
De igual modo, si eres trabajador
de Correos y da la maldita casualidad de que a tu presidente del gobierno se le
ha ocurrido la feliz idea de convocar elecciones generales en mitad del maldito
verano y como consecuencia de eso, se prevé un aumento inaudito del voto por
correo, en ese mismo instante, se cancelan todos los permisos y vacaciones de
todo el personal, para poder cumplir con la obligación del trabajo que se supone.
Lo contrario – que es lo que ha sucedido - es como si los soldados de Rusia
cuando invadieron Ucrania, hubieran dicho “lo siento, pero es que a mí me viene
mal que ya tengo una reserva en un hotel de Turquía”.
Todo el mundo entiende que, en
todas las empresas privadas del planeta, se establecen turnos, se organizan las
vacaciones, en función del volumen de trabajo, del número de personas del
departamento, etc. De hecho, si la norma no ha cambiado en España, la empresa
te puede imponer unas fechas concretas de tus vacaciones en un 50%, es decir, que,
de los 30 días, 15 la empresa te puede obligar a que los cojas en unas fechas
concretas.
Todo eso está muy bien y todo el
mundo lo entiende. Cuando necesitas ir a una oficina o enviar un email o llamar
por teléfono preguntando por fulanito, puedes recibir una respuesta automática
de su correo diciendo que “estoy de vacaciones y si quieres algo habla con
menganito”, o si se trata de una conversación, no te extrañes que tu
interlocutor te diga “eso lo lleva él/ella y yo estoy aquí para coger el
teléfono”. Y todo el mundo lo entiende o por lo menos, lo asume.
Volviendo al inicio de todo esto,
le comenté a Mari Paz, mi amiga la boticaria, que me resultaba imposible
conseguir una cita con mi médico de familia. Que el problema no era que me
dieran una fecha muy lejana. Es que no hay citas de ninguna clase, ni siquiera
telefónica que es la que yo busco. Fue ahí cuando surgió un principio de debate
al proponer Mari Paz la contratación de más personal, un mantra repetido una y
otra vez, casi siempre por los mismos. Mi respuesta fue en el sentido de que si
aceptamos que la solución es contratar a más personal, ¿estaríamos dispuestos a
pagar más impuestos? Porque, evidentemente, a esos hay que pagarlos. Y es aquí
donde comienza el debate.
Desde tiempos inmemoriales las
administraciones públicas – al menos en España – se han convertido en unos
organismos de una voracidad de recursos económicos insaciable y la mayor parte
de los problemas que surgen en su gestión, se han tratado de solucionar a base
de más dinero, cuando en realidad, habría que aplicar más efectividad, más
racionalidad, más sentido común, más austeridad. Pero, claro, actuar así nos
convertiría en un país nórdico y en luteranos y tal vez sea demasiado.
Hasta hace unos 20 o 25 años, en
España, el horario de una farmacia y por supuesto, su ubicación, estaban
sometidos a un extraño dominio según el cual, todas las farmacias de España
debían cumplir con un horario estricto. Y eso fue así, hasta que una farmacia
en Madrid, dijo que ella ampliaba unilateralmente ese horario, rompiendo con un
statu quo histórico y enfrentándose a todo el colegio de farmacéuticos y resto
de colegas. Hoy en día, no sólo tenemos acceso a las farmacias de guardia como
siempre hemos tenido. Hoy en día, por ejemplo, mi farmacia preferida, abre
incluso los domingos y festivos, aunque con un horario reducido. Y los
ciudadanos lo asumimos con naturalidad. Nadie se plantea cuánto personal debe
tener la farmacia para dar servicio en un horario tan extenso cubriendo 12
horas diarias, más domingos y festivos. A nadie se le ha ocurrido plantear la
posibilidad de “hay que contratar a más personal”. Pero, sin embargo, con el
personal de Sanidad, todos los problemas radican en la falta de personal.
¿Listas de espera para quirófanos?
¿Demasiados pacientes por médico? ¿Pocas camas en verano? Todo esto y mucho más
es consecuencia de la falta de personal, supuestamente.
Todavía no he escuchado a nadie
que plantee, por ejemplo, que los centros de salud puedan atender 24 horas al
día. Hablamos de salud, por tanto, es un tema que no se puede someter a un
horario concreto. Se podrá decir que para eso están las urgencias, pero el
problema es que, si se estrangula el flujo de enfermos en la atención primaria,
el coágulo llega a urgencias y el problema sólo se traslada de sitio.
¿Por qué no se puede operar en la
Seguridad Social durante 24 horas al día, siete días a la semana? ¿Por falta de
personal o por falta de quirófanos?
¿Por qué esos atascos en la sanidad
pública no pueden evitarse o aminorarse colaborando con la sanidad privada?
¿Acaso no estamos hablando de salud? ¿Qué es más importante un principio ideológico
o el paciente? ¿Al paciente le importa si le opera uno de la pública o si es en
la privada? Al paciente lo que le importa es que le solucionen el problema. El
resto es gestión.
Si falta personal, - y no me
opongo a que se contraten a más - en España hay 30.000 profesionales provenientes
de otros países que están a la espera de que sus títulos sean convalidados. El
período de espera es entre 2 y 3 años. ¿También se necesita más personal para
evaluar a esos profesionales y concederles la licencia? ¿Qué pasa, que el
hígado en Hispanoamérica o en Alemania lo tienen en el lado contrario? Hombre,
descartando a los chamanes, a los santeros y a los del vudú, que no creo que se
presenten, el resto son perfectamente aprovechables.
Al margen de estas
consideraciones, creo que, con los profesionales de la salud, debería hacerse
exactamente lo mismo que se hace en cualquier empresa privada o en mi farmacia
preferida: poner orden, sentido común y turnos. Seguro que, en agosto, el
número de pacientes que van al médico en Ciruelos de Arriba, no tiene nada que
ver con los que vayan en Benidorm o Sangenjo. Así es que yo creo que, los de
Benidorm o Sangenjo, como las chicas de mi farmacia, deberían cogerse las
vacaciones en enero.
Personalmente, siempre he pensado
que las transferencias de salud a las CC.AA. fue un error de planteamiento de
base. La salud debería ser igual para todos y es evidente que Madrid, La Rioja
o Murcia, no tienen nada que ver con Badajoz, Cuenca o Ceuta, por poner un
ejemplo. Ni las poblaciones son iguales en número, ni las economías son
equiparables ni las condiciones demográficas, tampoco. ¿Cómo vas a hacer
iguales a todos esos ciudadanos, partiendo de situaciones tan distintas?
Decía Einstein: “no hay nada más
estúpido que esperar que las cosas cambien haciendo lo mismo de siempre”. Así
es que no se trata solamente de invertir más dinero. Se trata de aplicar
medidas diferentes y tal vez, algo más de dinero.
De todas formas, creo que, si
aplicamos ciertos criterios de racionalidad, unido a una inversión más
inteligente y una gestión más eficaz, podríamos mejorar la calidad sin que ello
nos supusiera la bancarrota.
Mientras tanto, seguiré intentando concertar una cita telefónica con mi médico…cuando abran el calendario y me lo permitan. Imagino que estará ausente por vacaciones.