Rafa acudió a la entrevista de trabajo con el mismo entusiasmo con el que había acudido a los 2 millones de entrevistas anteriores: pletórico y convencido de obtener el puesto. Después del protocolo, el psicólogo y él, se sientan en la intimidad de un despacho. El psicólogo, inicia el fuego:
-
¿Eres zurdo?
A lo
largo de su vida profesional, le habían hecho todo tipo de preguntas, algunas
realmente extrañas, pero esta, sinceramente le desconcertó.
-
¿Es una pregunta con trampa? ¿Me estás preguntando si tengo mano
izquierda o algo así? – respondió al estilo gallego.
-
No, no. No hay trampa. Es sólo que los zurdos son regidos por la parte
derecha del cerebro que es la más creativa. Yo es que lo que estoy buscando es
una mezcla entre Bill Gates y un funcionario. Alguien capaz de imaginar y
anticipar el futuro y al mismo tiempo, que tenga los pies en la tierra.
Hacía
rato que había llegado a la conclusión que esa, realmente, era una entrevista,
cuanto menos, peculiar.
-
¿Y tú crees que, si hubiera un perfil como ese, iba a estar sentado
aquí delante de ti? – dije, aplicando la lógica Cartesiana.
-
Claro, claro. Si, de hecho, creo que lo mejor sería contratar a dos
personas distintas, en vez de una sola, para que posteriormente, trabajasen
juntas y se acoplaran.
La
entrevista prosiguió más o menos de un modo convencional.
El
viernes de esa semana, Rafa llamó para hacer seguimiento del proceso y le
comunicaron la noticia de que el puesto – o uno de los dos puestos – era suyo.
Que el lunes volverían a contactar para la firma del contrato.
Como
tenía más conchas que un galápago, se cuidó muy mucho de comentar nada ni a sus
compañeros ni mucho menos a la empresa. No, hasta tener un documento oficial en
el que poder apoyarse.
Llegó
el lunes y pasó la mañana pendiente del teléfono. Por la mañana, no sonó. Por
la tarde, fue él quien llamó para conocer novedades. La dueña de la empresa, le
informó que había habido un pequeño problema, pero que el martes, estaba
solucionado.
El
martes no se había solucionado. De hecho, el miércoles tampoco.
Cuando
picado ya más por la curiosidad que por el interés en el puesto, llamó al cabo
de unos días y preguntó por el psicólogo que le había hecho la entrevista, la
respuesta le dejó KO:
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Ya no trabaja aquí.
Por supuesto, nunca firmó ningún contrato con esa empresa.