Es posible que, para llegar a esta conclusión -personal, sin duda y, por tanto, discutible-, sea necesario haber disfrutado de cierta experiencia y del tiempo necesario para vivir en este planeta. En la mayoría de los casos, y este creo que es uno de esos, la perspectiva del tiempo proporciona una cómoda referencia para apreciar el bosque en su conjunto, alejado del árbol más cercano.
¿Por
qué he llegado a esta conclusión? Pues por pura lógica.
Me
parece realmente absurdo marcharse al otro barrio al tiempo que albergas en tu
corazón los mejores sentimientos acerca de personas a las que admiras,
respetas, estimas o quieres, sin haber compartido precisamente con ellas esos
sentimientos. Y tampoco es necesario esperar hasta el último momento para intentar
ponerte al día.
Disponemos
de herramientas suficientes como para hacer llegar a las personas que nos
importan, que, efectivamente, son parte importante de nuestra vida. No es
absolutamente imprescindible una docena de rosas rojas o un collar de
diamantes; la mayor parte de las veces basta con una palabra amable, una mirada
de agradecimiento o de cariño, una suave caricia, un gesto, un abrazo o mucho
mejor, un te quiero. Las palabras son mágicas según el uso que les demos.
Pondré
algunos ejemplos.
Hace
algunos años tuve un problema con la renovación de mi tarjeta bancaria. Durante
varios meses estuve intentando convencer a los necios que me tocaban en suerte
por teléfono, que el proceso estaba fallando, porque a mí, a pesar de seguir el
protocolo, la renovación no me llegaba. No eran capaces de entender que el
método estaba fallando en alguna parte. Les propuse que no me enviaran la
tarjeta por correo, que me pasaba yo a recogerla. Nada. No hubo manera.
¿Consecuencias? Me marché de vacaciones sin tarjeta de crédito. Y, además, a
Portugal.
A
la vuelta, lo primero que hice fue ir al banco y exponer el problema. Me
atendió una empleada que me dedicó más de una hora y media hasta solucionar el
problema. Colgada del teléfono y dejándose la piel, contactando con todos los
responsables de todos los departamentos con los que tuvo que hacerlo, no
solamente solucionó la cuestión, sino que averiguó por qué no había funcionado
el protocolo establecido. Al parecer, el software del banco había truncado
parte de la dirección completa y eso hacía inviable que la tarjeta llegara a su
destino. Era evidente que algo así estaba pasando cuando les comentaba a los
torpes de turno que ya había pedido 6 veces la tarjeta y no me había llegado
ninguna.
Después
de aquello me puse en contacto con el banco para darles la enhorabuena por
haber contratado a una profesional así y de paso, sugerir que podían despedir a
todos los inútiles que me habían atendido con anterioridad.
Trabajar
cara al público es uno de los trabajos más difíciles del mundo. Así es que,
cuando me encuentro con alguien que hace bien su trabajo, es lo justo que me
tome el tiempo necesario para hacer llegar a quien proceda mi satisfacción por
haber sido atendido profesionalmente. Se podrá aducir que “sólo” hace su
trabajo, pero no cuesta nada hacerle llegar a esa persona algo de cariño y de
reconocimiento. No basta con recibir una nómina a fin de mes.
Los
humanos somos una especie en la que el contacto es importante. Si se me permite
la broma, salvo para los británicos.
Tengo
una amiga que, hace años, tenía una clínica de estética. En cierta ocasión me comentó
que era bastante habitual que, entre sus clientas, alguna se apuntara a recibir
unos masajes linfáticos – o lo que sea – y que de repente, alguna se ponía a
llorar. Pero no era de dolor por el masaje, era porque en ese momento, ese
gesto de sentir el contacto de otro ser humano, era lo más cariñoso que había
recibido probablemente en meses.
En
mi vida cotidiana hay una serie de lugares que son los que más frecuento: la
farmacia, la cafetería que está justo al lado y el Mercadona. Y me gustaría
hacer mención especial a la farmacia.
La
plantilla está compuesta al 100% por mujeres. Forman un numeroso grupo de
personas que tienen que cubrir un extenso horario de doce horas diarias, incluyendo
fines de semana, fiestas y demás. Pero lo que convierte en especial a este sitio
es que todas ellas, sin excepción, proporcionan un nivel de profesionalidad que
no baja de la excelencia en ningún momento, al margen del turno o de los
miembros que estén o no de servicio. Y lo hacen, además, estableciendo una conexión
con el cliente, proporcionando una calidez en el trato, una simpatía natural y,
por si fuera poco, todo ello en dos idiomas.
Después
de haber trabajado en infinidad de empresas, algunas multinacionales y otras de
chichinabo – que de todo hay en la viña del Señor – lo de esta farmacia me
parece que es digno de ser estudiado en alguna escuela de gestión de recursos
humanos.
En
Navidad suelen tener un detallito con algunos clientes. Por ejemplo, te regalan
un bote grande de gel de baño de avena. Un año, el Día de la Mujer, regalaban
una rosa. Y en justa reciprocidad a semejantes muestras de cariño, también
decidí ofrecer alguno de mis libros tanto a la propietaria como a su hija, que
también trabaja en el negocio. Todo ello ha contribuido a establecer una
relación especial entre nosotros; y retomando lo que decía al inicio, para reconocer
un buen trabajo o el cariño que se tiene a una persona, no es necesario gestos
desproporcionados. Por eso se me ocurrió felicitarles la Navidad, pero de una
manera especial:
“No
sé si ha tocado la lotería con el número que llevabais, pero incluso en ese
caso, rogaría que nadie abandonara el barco. Las aspirinas saben igual en
cualquier farmacia, pero ésta en concreto, no sería la misma sin todas las
profesionales que nos atienden. Sería como un jardín sin flores. A nosotros,
los clientes, sí que nos ha tocado la lotería.”
Y
este sencillo mensaje, tuvo como respuesta, este otro de Dolores, la
propietaria.
“Querido
Carlos!!
Nos
has emocionado con tu mensaje tan bonito y lleno de cariño. Saber que valoras
nuestro trabajo de esa manera es, sin duda, el mejor regalo de esta Navidad.
Para nosotras, nuestros clientes sois el alma de esta farmacia, y recibir un
mensaje como el tuyo nos llena de alegría y motivación para seguir dando lo
mejor cada día. Sabemos que ya somos muy afortunadas por contar con clientes
como tú, que hacen de esta farmacia un lugar especial.
Te
deseamos una muy Feliz Navidad y que el 2025 venga cargado de salud, felicidad
y momentos inolvidables para ti y los tuyos.
Un
abrazo enorme de parte de todo el equipo y uno muy especial de parte de Cristina
y mío para los dos”
Y
ya para terminar, simplemente añadiré lo que en su día incluí en mi libro
titulado “Cartas de un (tonto) enamorado”, traducido a varios idiomas.
“Por
alguna extraña razón, existe la equivocada idea generalizada de que los buenos
sentimientos hacia nuestros seres queridos, se sobreentienden, se dan por
sentados, se asumen. Por tanto, desde esa perspectiva, a partir de un momento
indefinido en el tiempo, vamos abandonando la buena costumbre de demostrar
nuestros sentimientos, dejamos de decir "te quiero", "te
necesito", "me gusta esto o lo otro", etc.
Estoy
convencido, sinceramente, de que no basta con hacer un regalo de vez en cuando,
ya sea un collar de diamantes, un ramo de flores o una caja de bombones. Soy un
entusiasta irredento de la demostración palpable, física y persistente en el
tiempo, de expresar lo que sentimos por nuestros seres queridos: la pareja, los
hijos, los amigos, cada uno en su escala. Lo hacemos con el perro y el gato,
¿por qué no lo hacemos con los seres humanos?
Creo
que deberíamos dar muchos más abrazos, muchos más besos, decir muchos más
"te quiero", muchos más "te necesito", muchos más
"eres mi vida".
Y
además de actuar así cada día, no estaría de más dejarlo por escrito para que
haya constancia de todo ello.
¿Has
probado a regalar una carta de amor a tu esposa con la que llevas años? ¿Has
intentado escribir una hoja con la palabra GRACIAS? Seguro que tienes montones
de razones para dar las gracias. Se trata sólo de sentarte unos minutos,
reflexionar unos instantes y volcar en un papel lo que tienes en el corazón. No
parece muy difícil. Creo que más de uno se sorprendería de los resultados que
obtendría.”