sábado, marzo 01, 2025

Es fácil hacer feliz a alguien.

Es posible que, para llegar a esta conclusión -personal, sin duda y, por tanto, discutible-, sea necesario haber disfrutado de cierta experiencia y del tiempo necesario para vivir en este planeta. En la mayoría de los casos, y este creo que es uno de esos, la perspectiva del tiempo proporciona una cómoda referencia para apreciar el bosque en su conjunto, alejado del árbol más cercano.

¿Por qué he llegado a esta conclusión? Pues por pura lógica.

Me parece realmente absurdo marcharse al otro barrio al tiempo que albergas en tu corazón los mejores sentimientos acerca de personas a las que admiras, respetas, estimas o quieres, sin haber compartido precisamente con ellas esos sentimientos. Y tampoco es necesario esperar hasta el último momento para intentar ponerte al día.

Disponemos de herramientas suficientes como para hacer llegar a las personas que nos importan, que, efectivamente, son parte importante de nuestra vida. No es absolutamente imprescindible una docena de rosas rojas o un collar de diamantes; la mayor parte de las veces basta con una palabra amable, una mirada de agradecimiento o de cariño, una suave caricia, un gesto, un abrazo o mucho mejor, un te quiero. Las palabras son mágicas según el uso que les demos.

Pondré algunos ejemplos.

Hace algunos años tuve un problema con la renovación de mi tarjeta bancaria. Durante varios meses estuve intentando convencer a los necios que me tocaban en suerte por teléfono, que el proceso estaba fallando, porque a mí, a pesar de seguir el protocolo, la renovación no me llegaba. No eran capaces de entender que el método estaba fallando en alguna parte. Les propuse que no me enviaran la tarjeta por correo, que me pasaba yo a recogerla. Nada. No hubo manera. ¿Consecuencias? Me marché de vacaciones sin tarjeta de crédito. Y, además, a Portugal.

A la vuelta, lo primero que hice fue ir al banco y exponer el problema. Me atendió una empleada que me dedicó más de una hora y media hasta solucionar el problema. Colgada del teléfono y dejándose la piel, contactando con todos los responsables de todos los departamentos con los que tuvo que hacerlo, no solamente solucionó la cuestión, sino que averiguó por qué no había funcionado el protocolo establecido. Al parecer, el software del banco había truncado parte de la dirección completa y eso hacía inviable que la tarjeta llegara a su destino. Era evidente que algo así estaba pasando cuando les comentaba a los torpes de turno que ya había pedido 6 veces la tarjeta y no me había llegado ninguna.

Después de aquello me puse en contacto con el banco para darles la enhorabuena por haber contratado a una profesional así y de paso, sugerir que podían despedir a todos los inútiles que me habían atendido con anterioridad.

Trabajar cara al público es uno de los trabajos más difíciles del mundo. Así es que, cuando me encuentro con alguien que hace bien su trabajo, es lo justo que me tome el tiempo necesario para hacer llegar a quien proceda mi satisfacción por haber sido atendido profesionalmente. Se podrá aducir que “sólo” hace su trabajo, pero no cuesta nada hacerle llegar a esa persona algo de cariño y de reconocimiento. No basta con recibir una nómina a fin de mes.

Los humanos somos una especie en la que el contacto es importante. Si se me permite la broma, salvo para los británicos.

Tengo una amiga que, hace años, tenía una clínica de estética. En cierta ocasión me comentó que era bastante habitual que, entre sus clientas, alguna se apuntara a recibir unos masajes linfáticos – o lo que sea – y que de repente, alguna se ponía a llorar. Pero no era de dolor por el masaje, era porque en ese momento, ese gesto de sentir el contacto de otro ser humano, era lo más cariñoso que había recibido probablemente en meses.

En mi vida cotidiana hay una serie de lugares que son los que más frecuento: la farmacia, la cafetería que está justo al lado y el Mercadona. Y me gustaría hacer mención especial a la farmacia.

La plantilla está compuesta al 100% por mujeres. Forman un numeroso grupo de personas que tienen que cubrir un extenso horario de doce horas diarias, incluyendo fines de semana, fiestas y demás. Pero lo que convierte en especial a este sitio es que todas ellas, sin excepción, proporcionan un nivel de profesionalidad que no baja de la excelencia en ningún momento, al margen del turno o de los miembros que estén o no de servicio. Y lo hacen, además, estableciendo una conexión con el cliente, proporcionando una calidez en el trato, una simpatía natural y, por si fuera poco, todo ello en dos idiomas.

Después de haber trabajado en infinidad de empresas, algunas multinacionales y otras de chichinabo – que de todo hay en la viña del Señor – lo de esta farmacia me parece que es digno de ser estudiado en alguna escuela de gestión de recursos humanos.

En Navidad suelen tener un detallito con algunos clientes. Por ejemplo, te regalan un bote grande de gel de baño de avena. Un año, el Día de la Mujer, regalaban una rosa. Y en justa reciprocidad a semejantes muestras de cariño, también decidí ofrecer alguno de mis libros tanto a la propietaria como a su hija, que también trabaja en el negocio. Todo ello ha contribuido a establecer una relación especial entre nosotros; y retomando lo que decía al inicio, para reconocer un buen trabajo o el cariño que se tiene a una persona, no es necesario gestos desproporcionados. Por eso se me ocurrió felicitarles la Navidad, pero de una manera especial:

“No sé si ha tocado la lotería con el número que llevabais, pero incluso en ese caso, rogaría que nadie abandonara el barco. Las aspirinas saben igual en cualquier farmacia, pero ésta en concreto, no sería la misma sin todas las profesionales que nos atienden. Sería como un jardín sin flores. A nosotros, los clientes, sí que nos ha tocado la lotería.”

Y este sencillo mensaje, tuvo como respuesta, este otro de Dolores, la propietaria.

“Querido Carlos!!

Nos has emocionado con tu mensaje tan bonito y lleno de cariño. Saber que valoras nuestro trabajo de esa manera es, sin duda, el mejor regalo de esta Navidad. Para nosotras, nuestros clientes sois el alma de esta farmacia, y recibir un mensaje como el tuyo nos llena de alegría y motivación para seguir dando lo mejor cada día. Sabemos que ya somos muy afortunadas por contar con clientes como tú, que hacen de esta farmacia un lugar especial.

Te deseamos una muy Feliz Navidad y que el 2025 venga cargado de salud, felicidad y momentos inolvidables para ti y los tuyos.

Un abrazo enorme de parte de todo el equipo y uno muy especial de parte de Cristina y mío para los dos”

Y ya para terminar, simplemente añadiré lo que en su día incluí en mi libro titulado “Cartas de un (tonto) enamorado”, traducido a varios idiomas.

“Por alguna extraña razón, existe la equivocada idea generalizada de que los buenos sentimientos hacia nuestros seres queridos, se sobreentienden, se dan por sentados, se asumen. Por tanto, desde esa perspectiva, a partir de un momento indefinido en el tiempo, vamos abandonando la buena costumbre de demostrar nuestros sentimientos, dejamos de decir "te quiero", "te necesito", "me gusta esto o lo otro", etc.

Estoy convencido, sinceramente, de que no basta con hacer un regalo de vez en cuando, ya sea un collar de diamantes, un ramo de flores o una caja de bombones. Soy un entusiasta irredento de la demostración palpable, física y persistente en el tiempo, de expresar lo que sentimos por nuestros seres queridos: la pareja, los hijos, los amigos, cada uno en su escala. Lo hacemos con el perro y el gato, ¿por qué no lo hacemos con los seres humanos?

Creo que deberíamos dar muchos más abrazos, muchos más besos, decir muchos más "te quiero", muchos más "te necesito", muchos más "eres mi vida".

Y además de actuar así cada día, no estaría de más dejarlo por escrito para que haya constancia de todo ello.

¿Has probado a regalar una carta de amor a tu esposa con la que llevas años? ¿Has intentado escribir una hoja con la palabra GRACIAS? Seguro que tienes montones de razones para dar las gracias. Se trata sólo de sentarte unos minutos, reflexionar unos instantes y volcar en un papel lo que tienes en el corazón. No parece muy difícil. Creo que más de uno se sorprendería de los resultados que obtendría.”

 

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