No. No me he equivocado. Lo de cambiar la “o” por la “u” tiene su aquel y lo explico al final.
En ocasiones me sorprendo a mí mismo recordando cosas que estudié en el colegio. Resulta muy curioso la forma en la que trabaja la memoria y las – a veces – extrañas relaciones que establece con palabras, conceptos, eventos o personajes. Y una de esas piezas sueltas que andan rondando entre mis neuronas, es precisamente ese concepto de “nepotismo ilustrado”. O, dicho de otro modo: “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”.
Y consultando con Google, dice:
“Fue el intento de las
monarquías de conseguir el progreso de su nación aplicando algunas fórmulas de
la teoría política de la Ilustración, y generalmente dejando la dirección de la
administración a un primer ministro o ministerio ilustrado.”
En principio la idea era buena.
Se trataba de mejorar la vida de la chusma, pero manteniendo el estatus de las
“castas”, un concepto este de las castas, tan de moda en tiempos recientes en
España.
El problema era que quien decidía
cómo, cuándo y en qué forma se mejoraba esa vida, eran los mismos que
ostentaban el poder y sus más allegados. O sea, los mismos que hacían que la
vida de esos plebeyos fuera un infierno.
Aun así, es de suponer que el
número de personas favorecidas por los poderosos, los ilustrados, no fuera
excesivamente elevado, por cuestiones simplemente demográficas. Había menos
habitantes y el analfabetismo era generalizado. Seguía siendo una injusticia,
pero de alcance algo limitado.
Sin embargo, en la actualidad ni
siquiera somos capaces de hacer un inventario de cuántos chupópteros están
comiendo de la mamandurria pública ([1]),
ni de cuánto dinero nos cuesta a todos.
No estamos seguros del número de
asesores que pululan por la Moncloa. No tenemos constancia de si son 800, 1000
o más. Y, por tanto, tampoco sabemos cuánto nos cuestan. En cualquier caso, en
el supuesto de que hagan algo útil, será en modo teletrabajo, porque para
reunirse necesitarán el Palacio de Congresos de IFEMA; y eso canta.
Hoy en día, con 20.000 votos en
Teruel, se consigue ser Diputado a Cortes, con todas las prebendas que ello
conlleva. Incluso, aunque no vivas en Teruel. Al margen, por supuesto, de todos
los enjuagues, mejunjes, trapicheos y demás que te proporcione el partido al
que des tu voto.
Con poco más de 270.000, ya te da
para 5 Diputados del PNV. O lo que es lo mismo el 1,12% de los votos.
Y así sucesivamente.
Hace unos años tuve la ocasión de
conocer a una persona a la que llamaré Kiko. El tal Kiko se prestó a hacer de
chófer de un amigo suyo que se presentaba a unas elecciones locales por las
listas de su partido político. El amigo le había ofrecido ese trabajo no
remunerado, a cambio de que, si él conseguía una plaza en algún ayuntamiento,
en ese caso, tenía la facultad de nombrar a 2 personas de su confianza a cargo
de un salario público.
Es decir, y resumiendo mucho:
cualquier mindundi de cuarta regional tiene la facultad de nombrar a dos
“cuñados”, que probablemente no saben hacer la O con un canuto, y endosar su
sueldo al erario público.
Ahora, imaginemos un número
entero para saber cuántos mindundis de cuarta división puede haber en nuestro
país. ¿Nos vamos haciendo una idea del número de “ilustrados” que pululan por
el espacio?
Es decir, el nepotismo que siglos
atrás alcanzaba a una parte limitada de la población, hoy en día, la red de
influencias se ha multiplicado como una metástasis.
Durante la pandemia hubo docenas
de licitaciones que fueron asignadas a empresas que comenzaron a existir
DESPUÉS de recibir el dinero para la compra de mascarillas y demás. Otras, eran
empresas que se dedicaban a la construcción, por ejemplo, y nada tenían que ver
con la Sanidad. Y todavía nos queda algún informe de la UCO sobre Armengol, Illa
y algunas mascarillas fantasmas, etc.
Recordemos por un instante el
COVID.
Cuando el gobierno decretó el
ilegal Estado de Alarma, nombró a cuatro personas para que fueran ellas las que
asumieran todas las competencias y responsabilidades. Una de esas 4 personas
con poder casi ilimitado, era José Luís Ábalos.
Una de las órdenes explícitas que
surgieron en ese foro, fue la de que el gobierno, es decir, esas cuatro
personas, concentraran todas las compras del material necesario, para, de esa
forma, abaratar costes.
Debido a la ineficacia y lentitud
en la compra de material, la presidenta Ayuso decidió por su cuenta y riesgo
encargarse de semejante responsabilidad.
Al final, la C. de Madrid, es
decir, Ayuso, trajo 23 aviones repletos de todo lo necesario para evitar que
muriera más gente por la incompetencia del gobierno.
Por cierto, en alguna ocasión el
propio gobierno intentó apropiarse del avión – ya en Barajas - que había traído
Ayuso. Sin éxito.
Me ha parecido oportuno traer a
colación este asunto semi olvidado, a tenor de lo que estamos descubriendo de
Ábalos y compañía y los chanchullos y comisiones que se han traído entre manos.
Creo que así se entiende mejor la negativa de Ayuso a formar parte del mamoneo
de esa gentuza.
Fin de la referencia al COVID.
Estos días, los discos duros, los
móviles, las memorias USB de Aldama, Ábalos, Koldo y Cerdán, echan humo.
La cruda realidad nos ha enseñado
que, gobierne quien gobierne, el “mamoneo” en política diría que es inevitable.
Nos hemos visto obligados a tener que asumir que hay licitaciones trucadas,
favoritismo, nepotismo, chanchullos, mejunjes y toda clase de trapicheos. Todo
ello llevado con cierta discreción es asumible; lo contrario sería pretender
vivir en Disneyland.
Mención aparte son las comisiones
ilegales. Eso es harina de otro costal.
Pero el verdadero escándalo surge
cuando además de todos esos tejemanejes ahora nos enteramos que estamos
sufragando las vidas de no sabemos cuántas putas se han pasado por la piedra el
hijo del banderillero (Ábalos), el guardaespaldas de puticlub (Koldo) y el
electricista (Cerdán).
A ver. Un poco de orden. Pagar
comisiones ilegales a los partidos políticos no está bien, ¿vale? Pero asumimos
pulpo como animal de compañía. Además, si casi siempre son los mismos.
Pero, ¡coño! Que también tengamos
que estar olisqueando las sábanas en busca de pruebas de malversación, hombre
no. Es que entonces nos metemos en un terreno escabroso y sórdido.
¿Vamos a tener que pedir a las
empresas que han contratado a esas meretrices y a sus departamentos de RRHH que
examinen todos los contratos “raros” que han estado haciendo? Y como raros me
refiero a contratos realizados exclusivamente a mujeres, sin currículo
apropiado para el puesto, en un entorno de edad determinado y que no haya
constancia fehaciente de que han hecho algo por la empresa, como no ir nunca al
puesto de trabajo o que no firmen los partes de trabajo. ¿Tendrán esos directores
de RRHH, responsabilidad penal? ¿Podrán ser acusados de malversación de
caudales públicos?
Y como era de esperar, el
coeficiente intelectual de estas meretrices, modelos, actrices del cine X,
escorts o como quieran auto clasificarse, no da para mucho más que para lo que
da.
Así que, lamentablemente y con el
devenir de los siglos, hemos pasado de ser dirigidos por una casta ilustrada
limitada, a serlo por una banda de infinitos miembros, semianalfabetos y
puteros (ni Ábalos, ni Koldo, ni Cerdán son Premios Nobel), a quienes hemos
sufragado todos sus vicios y, además, lo hemos hecho con sus mantenidas, que, a
fuer de ser sinceros, son nuestras mantenidas.
Por tanto, de ahí viene el juego
de palabras: el nepotismo ilustrado de antaño, ha sido sustituido por el
neputismo ignorante, de la actualidad.
Lo llaman progresismo.
Oye, y que el Ábalos está en
todas.