Hacía mucho tiempo que Rafa no me hacía
disfrutar. Más bien todo lo contrario. No era que perdiera en vez de verle
ganar como casi siempre. Era la forma agónica en la que perdía. Tú veías el
esfuerzo sobrehumano que hacía por seguir en la pelea, incluso lesionado y
sabías que iba a perder. Y eso dolía más que la propia derrota. Y aún así,
lesionado y todo, jugándose su físico y su dinero, jugó 2 finales olímpicas y
ganó una. En la otra el japonés y el árbitro se conjuraron en su contra y le
vacilaron.
Ayer fue todo lo contrario. Ayer disfruté
como un enano, aplaudí y grité. Ayer fui testigo por primera vez en dos años,
de cómo resurge una fiera corrupia. El búlgaro, se estará preguntando todavía
qué tiene que hacer para ganar a un tío al que le has endosado 20 saques
directos, les has hecho correr como a un conejo por la pista, has jugado de
vicio, y sin embargo has palmado. Ayer, Rafa Nadal, nos devolvió a esos tiempos
que parecían tan lejanos en los que ver un partido de tenis, era algo excitante
y hermoso.
Hay dos clases de deportistas: los pioneros y
los que engrandecen el deporte que practican. Manolo Santana fue un pionero que
llegó a la cima empezando desde mucho más abajo que Rafa, en una época en la
que comprar una raqueta - de madera - debía ser complicado en aquella España.
Gracias a él, a Santana y a Juan José Castillo - entró, entró - los españoles
aprendimos a jugar al tenis y hoy podemos decir que hemos ganado varias veces
la Copa Davis, algo que por los tiempos de Santana, parecía tan alejado de
nuestras posibilidades, como ganar el Campeonato del Mundo de fútbol, que
siempre lo ganaba Brasil.
Ángel Nieto fue otro pionero y gracias a él,
hoy en día todos los campeones del mundo de todas las categorías de motociclismo, hablan
español. Y lo mismo cabe decir de Seve Ballesteros y el golf. O Mariano Haro y
el atletismo, que siempre quedaba detrás de los etíopes o kenianos. La última
en incorporarse a este selecto club de los pioneros en algún deporte, es
Carolina Marín.
En el segundo grupo, entre aquellos que engrandecen el deporte aunque no hayan sido pioneros, hay que destacar a D. Alfredo Di Stéfano. Él cambió el rumbo del fútbol. Luego, vinieron los demás.
O los Emiliano, Sevillano y Pedro Ferrándiz, que hicieron lo propio con el baloncesto.
Sin embargo, aunque Rafa Nadal no ha sido
pionero en el tenis, sí es el fruto de una mentalidad y unos métodos
radicalmente diferentes, mucho más evolucionados. No me imagino, por ejemplo, a
Manolo Santana con un equipo junto a él, con psicólogo, preparador físico y
demás. Y como fruto de esos nuevos métodos y de una voluntad y una calidad
fuera de lo común, hoy Rafa, representa mucho más que un simple deportista de
éxito. Rafa Nadal, es un ejemplo de valores humanos, de respeto infinito por
todos sus rivales, de comportamiento exquisito dentro y fuera de la pista, muy
al contrario que otros excelsos jugadores que se comportaron como auténticos
patanes. La máxima aspiración de Rafa fuera de las canchas de tenis, es salir a
pescar con sus amigos y su familia.
Es por esa imagen que transmite de manera
inconsciente, la que ha creado ese profundo respeto por parte de todas aquellas
personas, amantes o no del tenis, que reconocen en Rafa, no sólo la lucha, la
entrega sin límites, el afán de ganar, sino también, CÓMO se lucha, CÓMO se
gana.
Más allá de que mañana gane o no a su íntimo
amigo y eterno rival Roger Federer, otro gentleman del tenis - ojalá gane,
claro - Rafa nos ha vuelto a demostrar que todavía le queda algo de tiempo
antes de que definitivamente le perdamos de vista en una cancha.
Rafa, ha vuelto. Y no se va a contentar con
sólo participar.
Gracias, Rafa, por todo lo que nos haces
disfrutar.