BANCO DE SANTANDER
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SUCURSAL AV. FEDERICO
GARCIA LORCA
BENALMADENA
Antes que nada, debo precisar que nunca he
tenido, ni tengo y pongo a Dios por testigo, que JAMÁS tendré cuenta corriente
abierta en el Banco de Santander. Eso sí, tengo una cuenta en su banco por
internet, OPENBANK, una cuenta que tardé un mes y medio en abrirla y ponerla
operativa. ¡UN MES Y MEDIO PARA ABRIR
UNA CUENTA! Pero bueno, esa es otra historia. Me voy a centrar en lo que me
ha pasado este mes y más concretamente hoy.
Por razones que no vienen al caso, desde hace
algunos meses, cada mes, debo cobrar un mandamiento de pago judicial,
proveniente de un juzgado de lo penal de Madrid. El único banco con el que se
pueden realizar este tipo de operaciones, es el Banco de Santander, por mor del
acuerdo que tenga firmado con el Ministerio de Justicia. Hasta ahora, el
procedimiento ha sido relativamente sencillo: una vez obtenido en mano el
mandamiento de pago, que recojo en dependencias judiciales de Torremolinos, me
acerco a una sucursal del Banco de Santander y dado que no tengo cuenta abierta
en dicho banco, cobro en metálico el importe y al mismo tiempo, el cajero de
turno, lo ingresa en mi cuenta de OPENBANK. A pesar de que OPENBANK es un banco
“hijo”, no tienen establecida una operativa para efectuar directamente la
transacción. Esta operación la vengo
haciendo, como digo, desde hace varios meses, desde finales del año pasado y
sin mayores problemas. Lo he hecho en la sucursal que tiene el banco en
Torremolinos, una o dos veces, y el resto de las ocasiones, en la maldita
sucursal mencionada en el encabezamiento de este escrito.
De las dos ventanillas de caja que dispone la
sucursal para atender a los usuarios, generalmente sólo atienden en una y en
ocasiones especiales y por pura discrecionalidad de algún responsable, abren la
otra para atender a los clientes del banco, mientras en la primera atienden a
los no clientes. En una de estas ocasiones en las que habilitan la segunda
ventanilla, cuando me acerco para ser atendido por una señora - hace tiempo que
dejó de tener el privilegio de ser considerada señorita - se produce la
siguiente situación:
-
Buenos días. Quería ingresar este importe en mi cuenta de OPENBANK.
-
¿Tiene usted cuenta con nosotros? - pregunta la cajera.
-
No.
-
Ah! Entonces es que no sé cómo se hace. Que se lo haga el compañero.
Primer shock. El Banco, pone a atender a los
señores usuarios a personal con formación deficiente, aunque también es posible
que, eso de deficiente, no se refiera únicamente a la formación.
Pero en ese momento tengo suerte y el
compañero acude al rescate y me atiende en su ventanilla y procede como no hay
otra posibilidad: extrae el dinero en metálico y posteriormente, lo ingresa en
la cuenta que yo le indico. Eso sí, NO ME DA NINGÚN JUSTIFICANTE DE LA
OPERACIÓN, lo cual, sinceramente, me resulta muy extraño.
Hace un par de semanas, regreso - como los
asesinos - a la misma sucursal y me encuentro con que sólo está disponible una
ventanilla y atendida por la misma señora que la vez anterior me dijo que no
sabía hacer la operación. Hace tiempo que no practico, pero comencé a rezar lo
que pude y sobre todo, comencé a contar hasta un millón, porque me conozco y la
paciencia no es una de mis muchas virtudes. Tenía mis razones.
- Buenos días. Quería ingresar este dinero en mi cuenta de OPENBANK.
- ¿Tiene usted cuenta con nosotros?
- No.
- ¿La cuenta de OPENBANK es suya?
- Sí.
-
Entonces me tiene que traer un certificado de titularidad de dicha
cuenta.
¡Pasmao! Como diría Alfonso Guerra. Me quedo
pasmao y se me empezó a hinchar la yugular.
- Perdone, pero no entiendo. Llevo varios meses realizando esta
operación y jamás me han solicitado el certificado de titularidad de OPENBANK.
- Yo no sé cómo trabajan otras sucursales. Aquí hacemos las cosas bien -
fue la impertinente respuesta de la cajera.
Yo ya me estaba empezando a incendiar y mi
mujer que estaba a mi lado - y me conoce, claro - medió en el asunto.
- ¿Pero puede cobrarlo en metálico, no?
- Es que eso sólo se permite los martes y los jueves. Hoy es miércoles,
pero bueno, vamos a hacer una excepción - dijo con toda su cara dura y como
haciéndote un favor.
Una vez que ya tenía el dinero en metálico,
entonces procedimos a realizar el ingreso en la cuenta de OPENBANK.
La cajera, en vez de afrontar la situación
como habían hecho sus diversos compañeros del banco en otras sucursales,
prefirió ofrecer obstáculos, impedimentos y crear problemas, depositando en el
usuario la responsabilidad de tener que encontrar la solución a una operativa
bancaria, arcaica, vetusta, desfasada e impropia de un banco que presume de ser
líder en Europa y en el mundo.
Hoy, nuevamente, me ha tocado regresar a la
misma sucursal. Pero hoy la cosa ha sido aún peor.
- Buenos días. Quería ingresar esto en mi cuenta de OPENBANK.
- Lo siento. Eso sólo se admite los martes y jueves hasta las 10.00 de
la mañana. Y además, debe traer un certificado de titularidad de la cuenta de
OPENBANK.
Me han entrado ganas de saltar por encima del
cristal blindado y arrancarle la cabeza del tronco, pero en un alarde de control
y sangre fría, he recogido el papel, mi DNI y sin mirarla ni despedirme, me he
dado la vuelta, para evitar males mayores.
Después de calmarme en La Canasta con un café
- descafeinado por lo de los nervios - y un dulce, a mi mujer se le ha ocurrido
la posibilidad de ir a otra sucursal del banco, la que está justo al lado de
Correos, frente a la entrada de Puerto Marina. Con el fin de no hacer el viaje
en balde y evitar asesinar a alguien, he llamado por teléfono para preguntar si
podía hacer la operación, pero por supuesto, nadie ha atendido a mi llamada y
como el que va de pionero en una carreta hacia el oeste de EEUU, nos hemos
dirigido a dicha sucursal, cuando ya eran casi las 13.30.
Al entrar en la sucursal, no había nadie
haciendo cola en la caja y además, había dos personas para atender, aunque una
de ellas no estaba operativa. La otra, una señora encantadora, me ha atendido
sin poner la más mínima pega, obstáculo o impedimento y hemos hecho la
operación en dos minutos. No me ha pedido certificado de ninguna clase, no se ha
quejado de que hoy era miércoles, ni me ha puesto ningún problema. Y además, me
ha dado el justificante de la operación de ingreso.
Si hubiera unos campeonatos Olímpicos de
banca al personal más inepto, más antipático y más ineficaz, la medalla de oro
sería - sin ninguna duda - para el personal de la sucursal de García Lorca.
Porque lo de la cajera es sólo un pálido reflejo del esperpento que tienen
montado en esa maldita sucursal, atendida por los desheredados del banco.
Ya contaré en otra ocasión otro percance que
tuve con una tarjeta de crédito que se comió el cajero.