Desde hace unos días, se viene hablando de
las declaraciones que realizó el secretario general de VOX en los Desayunos de TVE,
en las que afirmaba que las conocidas como “Trece Rosas” y mitificadas por la
izquierda, no eran más que unas torturadoras, violadoras y terroristas.
Evidentemente, dichas afirmaciones,
realizadas en una televisión pública y con la vehemencia que caracteriza a
Javier Ortega, no iban a tardar mucho en levantar polvo. Una gran nube de
polvo. Y así ha sido.
No seré yo quien juzgue - otra vez - qué
hicieron o dejaron de hacer las famosas chicas fusiladas en agosto de 1939, o
si merecían tal castigo o no, pero sí que me resulta llamativo que la presidenta de la asociación Trece Rosas
Asturias, Laura Díez, haya presentado
una demanda contra Javier Ortega, basándose en el hecho de que las “Trece Rosas”
nunca fueron juzgadas por los actos de los que les acusa el secretario
general de VOX. Y es precisamente la fe depositada en esos juicios, lo que me
extraña.
En primer
lugar, hay que aclarar que aquellos llamados juicios, son actualmente motivo de
controversia entre diversos partidos políticos e incluso, dentro del propio
PSOE. Porque mientras unos propugnan anular todos esos juicios, otros, están en
contra de dicha anulación.
Hay que
decir que, tal y como explico en mi libro “Traslas huellas de una sombra”, aquellos llamados juicios, fueron cualquier
cosa, menos un juicio. Aquello fue una pantomima, una patochada, un escarnio y
una injuria a la Justicia, que en muchos casos, acabó de forma trágica para
muchos de los inculpados, los cuales, jamás gozaron de las más elementales
posibilidades de defensa. Es por ello, por lo que me extraña sobremanera que al
mismo tiempo que se discute - y se discute con argumentos sólidos - la validez
jurídica de aquellos juicios, Laura Díez pretenda basarse en su supuesta “seriedad”,
para argumentar la inocencia de las Trece Rosas. Es más, sorprende todavía más,
que nunca haya negado la participación de dichas jóvenes en los actos en los
que algunos les acusan haber participado.
Por
tanto, o todo Tirios o todos Troyanos. No tiene sentido ni coherencia, abjurar
de los juicios del franquismo, por una parte, por su manifiesta injusticia (que lo fueron) y al
mismo tiempo, basarse en ellos para - supuestamente - apelar a la inocencia de
las víctimas.