La situación personal de Sisebuto - obligado por sus míseros ingresos-, le obligaba a pensar en todo tipo de alternativas laborales, pero cualquiera de ellas debería de proporcionarle la posibilidad de realizarla desde casa. Sin vehículo propio – eso es digno de otra historia aparte - y sin medios económicos para poder desplazarse aun cuando lo tuviera, le obligaban a ello.
Por
eso, cuando se topó con la nueva propuesta le pareció interesante.
Una
vez más, se trataba de ofrecer la posibilidad de cambiar de compañía de
suministro de electricidad, pero en esta ocasión, en vez de acudir a una
gasolinera e introducirse en la furgoneta de la muerte, lo podría realizar
desde casa, aunque el procedimiento fuera un poco chusco.
El
proceso de conseguir a un posible interesado, no cambiaba nunca: era
responsabilidad del comercial. Pero en esta ocasión, había algo muy peculiar.
En
primer lugar, Sisebuto debía convencer a su posible víctima que le entregara un
recibo de la luz reciente. Después, en base a unos cálculos algo discutibles,
debía utilizar una regla normal y corriente, y medir con exactitud la longitud
de la barra de consumo que aparecía en el recibo. En base a la longitud y a
esos cálculos mencionados, supuestamente se obtenía el descuento por parte del
cliente, que a continuación, firmaría el contrato con su nueva compañía.
Sisebuto
estudió detenidamente todo el proceso, los cálculos, y toda la información que
le proporcionó su contacto, y había aspectos que no terminó de entender. No
estaban claros, y si él no lo tenía claro, no podría asesorar adecuadamente a
ningún posible cliente. Así es que, le trasladó sus dudas a su contacto. Y
esperó una respuesta. Y esperó. Y esperó, como aquellos viajeros en Casablanca
esperaban los salvoconductos para Lisboa, al tiempo que por la noche visitaban
el Rick’s Café. Y un día recibió un email en el que no le respondía a la
cuestión planteada que, básicamente era ¿de dónde salen esos números?
Después
de un intercambio de correos en donde era evidente una cierta tensión, lo de
medir con una regla la longitud la barra de consumo del recibo, tuvo que
aparcarlo. Aquello no tenía ni pies ni cabeza.
Había
que seguir buscando.