viernes, enero 04, 2013

Castas y privilegios

CASTAS Y PRIVILEGIOS. Aunque pudiera perecer a simple vista, que nuestra sociedad española ha evolucionado muchísimo y nos hemos puesto a la par de los países de nuestro entorno, no hay nada más que analizar un poquito más en profundidad algunos hechos y nos daremos cuenta de que, por desgracia, aunque hemos avanzado mucho, todavía tenemos unas enormes rémoras del pasado que lastran nuestra marcha. Me refiero, sobre todo, a la idea de las “castas” (que no de las Susanas) tan de moda en otros tiempos y que hoy en día, perduran todavía en según qué estamentos. Yo siempre he dicho, medio en broma medio en serio, que en España cualquier idiotez que se dijera enfundado en una sotana o en una bata blanca, nadie osaba contradecirla. Bueno, parece que al menos, lo de los curas, ha ido decayendo con el paso del tiempo y la entrada de nuevas ideas, y nos hemos podido ir quitando de encima polvo y capas de prejuicios con las que nos educaron, desde los tiempos de la Santa Inquisición. Sin embargo, si hay un grupo social que permanece casi intocable, ese es el de los médicos. A los únicos a los que se les trata como a seres mortales, son a aquellos sospechosos de haber cometido algún delito, pero siguen estando fuera del alcance de cualquier ser humano normal, si la razón de la disputa es una mala praxis o sea, una metedura de pata. De hecho, por poner sólo un ejemplo reciente, de toda la trama de robo de niños que hay en España y de la que todavía no se conoce ni el 10%, sólo hay una monja (que se hace la sueca) imputada y, que yo sepa, no hay ningún médico. En la India, sociedad en la que está perfectamente instalada esta mentalidad de las castas, que forma parte de su cultura y tradición, la última de todas, aquella que ocupa el último escalafón social de entre los seres humanos, es la casta de los “intocables”. Aquí, también los tenemos, pero como siempre tenemos que ser originales en todo, los intocables, no están por debajo de todos, sino por encima. Si resulta difícil “meterle mano” a un médico, ni te cuento lo complicado que es intentarlo con un Juez. La prensa, nos viene mostrando con reiterada contumacia, los ejemplos de los errores más flagrantes de los que se puede ser testigo. A la niña Mari Luz, la asesinó un individuo que en esas fechas debería haber estado en la cárcel y sin embargo, la que apechugó con el marrón, fue la Secretaria del Juzgado, no Su Señoría. Lo del caso de Marta del Castillo, hay tantos puntos oscuros y la condena ha sido tan leve para sólo uno de los imputados, que más que una condena, parece una burla. Y ya veremos qué pasa con el asesino de los niños Ruth y José, el señor Bretón. Recientemente, hemos dado otro ejemplo más del esperpento al que nos tiene acostumbrados la Justicia, con el bochornoso espectáculo de poner en libertad a 200 traficantes chinos, por un “quítame allá esas pajas”. El trabajo policial, desarrollado durante meses o años, se ha ido al traste por un inútil al que no le va a pasar nada. El riesgo que han asumido en esa labor, los policías, jugándose la vida, lo hemos tirado a la basura, para nada. Me recuerda a otro de nuestros jueces estrella, el Garzón, que después de haber iniciado la primera Operación Nécora, se tuvo que poner en la calle al Oubiña y a todos sus secuaces por uno de los muchos errores que en la fase de Instrucción, solía cometer Garzón, más interesado por su proyección pública personal que por el cumplimiento de la ley. Menos mal, que los chorizos no cejan en su empeño y tiempo después se les volvió a detener y esta vez sí, se consiguió encarcelar a más de uno. Pero no suele ser lo habitual, ni mucho menos lo aconsejable. Y qué me dicen ustedes de los Catedráticos? Aquí, cualquiera que saque unas oposiciones, se cree por encima del bien y del mal. Se convierten en dioses con la capacidad de arruinar la vida de quien se les antoje, por un simple capricho, o ensalzar a quien decidan, aunque sus méritos no sean los más idóneos. Pero tienen el poder de hacerlo y nadie les puede toser. Son los dueños de sus puestos de trabajo, que además, son de por vida y del dinero que les proporciona el Estado. Somos un país de castas, de “usted no sabe con quién está hablando”, de pretender siempre estar por encima del que tienes al lado. Que en principio, eso de prosperar y de tener ambiciones, está muy bien, pero lo que sucede en España es que los que suben, no son los mejores habitualmente, son los mediocres y así nos va. Imagino que esto nos viene de antaño, de cuando España era lo que hoy es EEUU, o sea, la dueña del mundo. Desde Madrid, se dirigía un Imperio y la forma en la que se hacía, se basaba más en la confianza que depositaban en los colaboradores que en sus méritos objetivos para el desempeño de sus tareas. Luego, luego vino el desastre, la debacle y la ruina, pero nosotros, que a chulos no hay quien nos gane, manteníamos la cabeza bien alta, erguidos como palos y altaneros como siempre. No en balde, en Europa se acuñó una frase que nos encaja como un guante: “Eres más orgulloso que un español”. O como recordaba Winston Churchill cuando hablaba de los españoles: “gente orgullosa que no pasa por alto un insulto”. Por eso, nunca nos hemos caracterizado por ser una sociedad de “méritos”, sino más bien de “amigos”. Y he dejado para el final a los políticos, que como en la India, ocupan el escalafón más bajo, en cuanto a estima, de la sociedad, sólo seguidos a corta distancia por los asesinos y los terroristas. Éstos, además, son aforados, o sea, que cuando cometen un delito aunque sea en grado de sospecha, la Justicia (si es que la hay en España) no puede actuar sin el permiso del Parlamento u Organismo al que pertenece el individuo. Incluso cuando se concede ese permiso y el individuo es encausado, aunque salga culpable, tampoco pasa nada. Salvo en casos muy excepcionales, como los Gal, al resto se les indulta al cabo de un tiempo y punto. Lo que viene a demostrar que todo el rollo ese de la solicitud de previa de encausamiento, no es nada más que una pantomima para acallar a la masa. Da igual que sea un Alcalde o el Concejal de Urbanismo al que se le pille con el carrito del helado. Da igual que sea el Ayuntamiento de Marbella, el que sea intervenido judicialmente. Da igual que te dediques a asaltar supermercados si eres diputado de IU y te llamas Juan Manuel Sánchez Gordillo. AQUÍ NO PASA NADA. Supongo que es así como deberían sentirse en la Edad Media con sus Señores Feudales. Ahora es lo mismo, pero con iPhone, tablet, blackberry y ADSL.

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