Lo más sorprendente de los resultados de las
últimas elecciones al Parlamento Europeo, no ha sido la debacle de los dos
grandes partidos - PP y PSOE – algo que ya estaba descontado. Lo más
espeluznante ha sido comprobar cómo los de Podemos, han conseguido más votos
que los de IU - que por otra parte, tampoco es tan difícil - y que ya han
perdido el culo para aliarse y no perder comba.
Como la mayoría de españoles, he pasado de
esta campaña como de comer caca. Ha sido después cuando la curiosidad, me ha
llevado a leer algo del programa de Podemos, para ver si así podía entender qué
me estaba perdiendo. Después de leer algo, tengo claro que no me pierdo nada,
pero eso no quiere decir que sea prudente ignorarlo.
El programa, o al menos, lo que se ha
publicado por internet y que de momento nadie ha desmentido, es básicamente un
conjunto de medidas basadas en un sistema marxista, donde el Estado es el dueño
de todo, donde la libertad individual, por supuesto, es la primera víctima y
después, se adereza con unas cuantas utopías y demás estupideces sin sentido.
Reflexionando sobre ello, una vez más llego a
la conclusión – ya demostrada con Zapatero – que la gente de la Universidad me
recuerda a la del chiste del informático.
Erase un informático que buscando trabajo de
cualquier cosa, empezó a trabajar en una finca de Andalucía como peón. El
primer día, el capataz le dio la orden de extender estiércol por la finca.
Cuando llegó el informático acompañado del capataz adonde estaba el estiércol,
se encontró una montaña de mierda y una finca que no alcanzaba a ver los
límites a simple vista. Le va a durar tres meses el curro a éste, pensó el
capataz y se llevó la sorpresa cuando al cabo de 4 horas le llega el
informático y le dice que ya ha terminado. El capataz va a ver y comprueba que
la finca, está repleta de estiércol hasta la bandera. Sorprendido le encarga al
informático que seleccione unas patatas entre grandes medianas y pequeñas.
Mientras el chaval se ponía a la labor, el capataz fue pensando en cuál sería
la siguiente tarea, porque ese monstruo se lo iba a ventilar a 10 minutos. El
caso es que al día siguiente, el informático todavía tenía unas pocas patatas
colocadas en tres montones y le esperaba un camión entero. Cuando llegó el
capataz le sorprendió cavilando: “esta patata es grande…..pero tanto como esta
otra…..aunque es más pequeña que aquella………”. Finalmente, el capataz,
sentenció: “Vosotros los informáticos para trabajar con la mierda sois
cojonudos pero para tomar una puta decisión, no valéis”.
Pues a ciertos teóricos de Universidades, les
sucede algo parecido. El trecho que va de la teoría a la práctica, se hace en
algunos casos, insalvable. Zapatero era un profesor de Universidad, como “el
coletas” de Podemos, y se constata que ciertas teorías, más parecen un
ejercicio de fin de curso, que una auténtica opción política. Algunos aspectos
de esas ideologías, surgidas en las aulas, parece que no resisten un análisis
mínimamente riguroso. Y de este aparente contrasentido entre lo que se supone
que debería ser algo provechoso, y las nefastas consecuencias que se adivinan
de su implantación en la vida real, se deduce que algo falla. Que no es posible
que aquellas personas a las que se supone una cierta capacidad intelectual, se
les ocurran auténticas ideas de Perogrullo. Por tanto, debe existir una lógica
que haga que pueda encajar un mundo en el otro; la teoría con la práctica. Y
esto me lleva a la siguiente reflexión.
Hace bastantes años, en 1967, en una
Universidad californiana, unos estudiantes se plantearon el problema de intentar
explicar cómo fue posible que unas ideas aberrantes, como las que dieron origen
al nazismo, hubieran tenido cabida en la mente de un pueblo considerado
históricamente culto y bien formado. Cómo fue posible que existieran los campos
de exterminio, los fusilamientos en masa de judíos, y todo el horror que todos
conocemos, sin que nadie de entre la población civil, elevara su voz y se
dejara sentir. Debía haber alguna explicación al hecho del hipnotismo
irracional que padeció el pueblo alemán sometido por el Fhürer. Su profesor de
historia, Ron Jones, se propuso demostrar cómo se puede manipular a la masa y
conseguir los propósitos que uno se haya marcado. Y comenzó a realizar un
experimento que ha pasado a la historia conocido con el nombre de La Tercera
Ola.
En dicho experimento, se partía de la base de
que la libertad, el individualismo, constituía un punto débil de la democracia.
Por tanto, la fuerza, estaba en el grupo. El experimento comenzó por cosas
sencillas, como por ejemplo, sentarse apropiadamente, insistiendo hasta
que los alumnos fueran capaces de entrar al aula y sentarse correctamente en
menos de treinta segundos sin hacer ruido. Luego
procedió a ejercer más estrictamente la disciplina, tomando un rol más
autoritario, lo cual resultó en una drástica mejora del rendimiento de los
alumnos.
El profesor Jones, pensó que el
experimento no viviría más allá del primer día, casi como un juego. Pero lo que
sucedió a continuación, le llegó a sobrepasar. Para el segundo día había
logrado convertir la clase de historia en un grupo con profundo sentido de
disciplina y comunidad. Inventó un saludo similar al del nazismo, y ordenó a
los alumnos a saludarse de esa forma incluso fuera de clase. Todos los alumnos
obedecieron la orden.
El experimento tomó vida propia
cuando alumnos de toda la escuela se unieron a él: el tercer día la clase había
pasado de 30 a 43 alumnos. Todos ellos mostraron mejoras académicas y una gran
motivación. Todos obtuvieron una tarjeta de miembros, y les fueron asignadas
tareas (como diseñar un logo de La Tercera Ola, no permitir que entrase al aula
ningún alumno no perteneciente al movimiento, etc.). Jones les enseñó a sus
alumnos cómo iniciar a nuevos miembros, y para el final del día, ya contaba más
de 200 miembros. Jones se vio sorprendido de que alguno de los miembros le
reportasen si alguno de los otros no cumplía las reglas del movimiento.
El jueves, cuarto día del
experimento, Jones decidió terminar con el movimiento puesto que se estaba
perdiendo el control del mismo: los alumnos se estaban involucrando demasiado,
y su disciplina y lealtad para el movimiento era notable. Anunció a los alumnos
que La Tercera Ola formaba parte de un movimiento a nivel nacional y que al día
siguiente un candidato presidencial del movimiento anunciaría públicamente la
existencia del mismo. Jones ordenó que asistieran al día siguiente a una
reunión para presenciar el anuncio.
Jones se preocupó por el
resultado del ejercicio y lo detuvo al quinto día. En vez del prometido
anuncio, les fue presentado un televisor en el que sólo se veía ruido blanco.
Tras unos minutos, Jones anunció que habían sido parte de un experimento sobre
el fascismo, y que todos voluntariamente se habían creado un sentido de
superioridad, similar al de la población nazi. Luego pasó una película sobre el
régimen nazi para finalizar el experimento.
Todo este desarrollo, que en un
principio no era más que un simple ejercicio didáctico, me lleva a pensar si lo
que actualmente estamos viviendo con Podemos, no será algo parecido. Y esto, a
su vez, me lleva a plantearme si los famosos movimientos supuestamente
espontáneos del 15-M y de no sé cuántos más “M”, no habrán sido sino la
avanzadilla, el ariete de algún tipo de experimento social, cuya finalidad me
temo que estamos empezando a vislumbrar.
Porque lo que más me preocupa de
este tipo de fuerzas políticas, no es su programa, que resulta tan burdamente provocativo
y utópico. Lo que me preocupa de verdad, es la finalidad que buscan, que literalmente
es “echar a los que están”. Es decir,
subvertir el orden actual, para sustituirlo por un sistema más parecido al de
los jemeres rojos del asesino Pol Pot, o a Venezolarizar España. Un estado
totalitario, maoísta y encaminado a eliminar la libertad individual en aras de
un estado utópico y al margen del resto del mundo.
Me parece tan exageradamente
deleznable, que mi sentido común se niega a aceptar que pueda ser real y por
tanto, no puede ser otra cosa que un ejercicio académico. Sólo así, mi cerebro
podría admitir semejante cúmulo de despropósitos en el ideario de un partido.
Un ejercicio académico, como el del profesor Jones, en California.
¿O no?
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