En dos
salas contiguas de la Audiencia Nacional se están celebrando dos juicios. Esto
sí que se puede decir que son dos juicios paralelos. Uno contra los de la trama
Gurtel y otro contra los de las tarjetas black. Evidentemente, ambos
representan la misma vergüenza, porque los acusados de uno y otro caso, se han
enriquecido vilmente – en el estricto sentido del término – a costa de nuestro
dinero. Pero aún así, me gustaría establecer un ligero matiz.
Los de
la Gurtel, simplemente son unos chorizos. Los de las black, son el último
reducto de una casta con privilegios indecentes.
Mientras
que un chorizo, es un chorizo y no hay paliativos, los otros, los señoritos,
los “ladrones de cuello blanco”, son como los de Goldman-Sachs. Han disfrutado
de unos beneficios, privilegios y prebendas que, según parece, les venían otorgados
por la propia dirección de Bankia. Y es aquí donde quiero llegar.
Al
margen de que en el juicio se dirima si eso era legal o no, sí es importante
resaltar que esas injusticias han sido moneda de cambio habitual entre ciertos
sectores influyentes de nuestra sociedad desde hace mucho tiempo. No es la
primera vez que salen a la luz, por ejemplo, regalos a base de collares de diamantes, joyas,
casas en el extranjero, orgías y demás, pagados con Fondos Reservados del
Ministerio del Interior, que salen de los PGE, o sea, de todos los españoles. O
el del hermano de aquel VP del gobierno, que tenía un despacho en la Junta de Andalucía
para “tomarse un café con los amigos”. Los ERE, ni los menciono aquí.
Pero
vuelvo al tema de los de Bankia.
Quiero
resaltar que fue el PP quien – primero – desató esta tormenta perfecta de las
tarjetas black, mediante una auditoría interna dirigida por Goirigolzarri y
bendecida por Montoro. El PP se pegó un tiro en el pie, pero hizo lo que tenía
que hacer. Y segundo, antes, incluso, también tomó medidas muy importantes, que
los torpes encargados de la comunicación en el partido, no han sabido nunca valorar
ni sacarle rendimiento político. Me refiero a las diversas leyes y decretos
encaminados a limitar, a poner coto, al número de consejeros en las empresas con
capital público, incluidas cajas de ahorro, al sueldo de los mismos e incluso
al salario máximo a percibir por aquellos consejeros delegados de entidades que
hubieran sido intervenidas.
Llegados
a este punto cabe recordar que en Galicia, hubo también unos cuantos que,
aunque la entidad estaba intervenida, ellos aprovecharon para regalarse una
magnífica pensión de jubilación. También fueron llevados a los tribunales.
El
número cuasi infinito de empresas que disponían de capital público, bien en su totalidad
o bien participadas, se había convertido en un cementerio de elefantes para los
políticos que pasaban “a la reserva” y había que premiar. Políticos de todos
los colores, por supuesto. Por eso, otra de las medidas que adoptó el gobierno
del PP, fue la de suprimir miles de empresas de este tipo, que duplicaban o
triplicaban las competencias de otras corporaciones ya existentes y cuya
finalidad dejaba demasiadas dudas por resolver. ¡Y las que quedan todavía por
eliminar!
Por eso
es tan importante recordar que, a pesar de todos los desmanes, el único partido
que ha hecho algo para arreglar semejantes saqueos, malversaciones, dispendios
y pillaje en general, ha sido – con todas sus imperfecciones – el PP.
Y
siendo perfectamente plausibles, justas y lógicas todas estas medidas, hay que reseñar
que no fue el PSOE quien las impulsó. Y a mi juicio, es una clara falta a sus
principios ideológicos de igualdad y de luchar contra la injusticia.
Otra
cosa es que los torpes del PP no sepan sacar provecho. Pero es que eso es
congénito.
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