Si digo que Luis Manuel Ferri Llopis ha sido
la mejor voz que ha tenido la canción española en toda su historia,
probablemente alguno piense que definitivamente, estoy mayor y que se me ha ido
la pinza. Pero si digo que el tal Luis Manuel era en realidad Nino Bravo, la
cosa cambia.
Según han dicho en el telediario - y aunque
sea el telediario, debemos de creerles - van a volver a reeditar todos los
discos de Nino Bravo. Incluso parece que en vinilo y todo y con colores. No es
que me los vaya a comprar, pero siempre he creído que Nino Bravo, tenía la voz
más poderosa de la canción española y que ni antes ni después, ha habido nadie
como él. Ni Juan Bau, ni Camilo Sesto, ni Francisco. No sólo era su potencia.
También era un voz limpia y clara. Un auténtico vozarrón.
La muerte repentina en accidente de coche, me
pilló como a todos, desprevenido. Nino estaba en una carrera ascendente. Se
había casado - en secreto - hacía un par de años, esperaba una niña - que nunca
vio nacer- y tenía toda la vida por
delante y parecía que un futuro bastante más que prometedor en el mundo de la
canción. Y me pareció injusto - siempre he sido un ingenuo - que alguien así y
con esa voz, desapareciera para siempre.
Luego, repasando su historia personal, me he
encontrado con un dato curioso. Cuando perdió el empleo que tenía en una
joyería - trabajaba de lapidario - a través de un amigo consiguió ser la voz
cantante de un grupo, que - ironías del destino - había perdido al titular en
un accidente de tráfico.
Otro dato que tampoco conocía, es que la
canción que le lanzó definitivamente a la fama, “Te quiero, te quiero”, del
genial Augusto Algueró, la habían grabado previamente Lola Flores, Carmen
Sevilla y hasta Raphael, y ninguno se comió un colín. Fue Nino Bravo el que
hizo saltar por los aires todas las expectativas y lo petó. A partir de ahí,
vinieron todos los demás éxitos. Era el año 1969 y Nino Bravo moría en 1973.
Insisto: nunca hemos tenido una voz como la
suya.
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