domingo, agosto 20, 2017

Amigo Sancho: con la iglesia hemos topado.



Para aquellos que aún no lo sepan, estoy embarcado en un nuevo libro. Algo que me tiene enfrascado desde hace cosa de año y medio o así, y lo que te rondaré morena. Estoy descubriendo en mi propia piel, la ardua tarea de recabar datos y de fisgonear en una casi infinita variedad de archivos, militares y civiles.

Debo confesar que la tarea, aunque laboriosa, resulta gratificante, sobre todo por el enorme cariño y atención que recibo sin excepciones por parte de los funcionarios responsables de todos esos archivos. No solamente se limitan a proporcionar la información solicitada cuando disponen de ella. También se toman el tiempo y la molestia de aconsejarme dónde, cuándo y cómo podría satisfacer mi necesidad de información, en los casos en los que ellos no pueden ayudarme.

Así por ejemplo, he conseguido sin ningún problema certificados de nacimiento, de defunción, de la Universidad (de 1916, ¡alucinante!), de Archivos Militares, de Memoria Histórica, etc.
He dicho sin excepciones, pero siempre hay alguno digno de mención.

Por razones que sería prolijo detallar ahora, hace unas semanas me puse en contacto - después de mucho buscar y rebuscar - con la Parroquia de la Virgen de la Paloma, de Madrid, para solicitar el certificado de bautismo “del prenda”, uséase, el nene. Castizo hasta en la pila bautismal, el también conocido como Marqués de San Lorenzo de El Escorial (o sea, yo) fue bautizado en dicha iglesia, a escasos 500 metros en línea recta del domicilio donde nació.

Después de todos los certificados que había solicitado previamente y cuya única dificultad estribaba en dilucidar si estaban disponibles o no, me pareció que mi solicitud a la parroquia, no podía significar mayor inconveniente.

Estaba muy equivocado. Siempre hay algún imbécil que te amarga el día.

Aparte de que, como ya he comentado, encontrar la manera de contactar con alguien de la parroquia por email, no fue tarea fácil, el proceso de solicitud se ha ido envenenando a medida que se sucedían los emails.

Por supuesto, en la mierda de web de dicha iglesia, no hay un apartado dedicado a solicitudes de certificados ni nada que se le parezca. Toda la información existente, se circunscribe a los actos litúrgicos y demás asuntos relacionados con el tema. Que digo yo, que no es muy complicado colgar un formulario, del tipo que sea, que uno se pueda descargar, imprimir, rellenar, firmar y adjuntar posteriormente, solicitando lo que sea. En mi caso, el certificado de bautismo. Bueno, pues no.

En el primer email, el anónimo remitente, me indica que para retirar el certificado, primeramente, debo llamar los sábados de 11.00 a 13.00, ya que la persona que se encarga de esos temas, está de vacaciones en agosto. Pero que en cualquier caso, si lo deseo, puedo pasarme personalmente a retirar el certificado. Que eso de enviar información por email, podría contravenir la Ley de Protección de Datos.

Alucinando en colores, mi respuesta, como es obvio,  fue que difícilmente podría pasarme en persona, pues resido a 550 kms. Y que para no transgredir la LOPD, insistí en saber si no había algún formulario para rellenar, en el que quedara reflejada la identidad del solicitante.  Incluso sugerí la posibilidad de adjuntar a mi escrito, una copia de mi DNI.

Pero la respuesta de mi anónimo comunicante, me dejó perplejo. Su sugerencia fue la de autorizar a un familiar para que pasara a retirar el certificado. Y confieso que fue ahí, cuando me quedé atónito.
Semejante sugerencia asume varios supuestos notorios. En primer lugar, el hecho de que hubiera familiares, vivos, residentes en Madrid y que estuvieran dispuestos a realizar el esfuerzo de trasladarse hasta la iglesia, ex profeso, que ya es mucho suponer. Pero lo más kafkiano es la mera contradicción en sus propios términos.

Emitir una autorización a algún supuesto familiar, implicaría – necesariamente – generar un documento en el que aparte de la solicitud propiamente dicha, quedara patente mi identidad. Dicho de otra forma, en ese supuesto documento, debería incluirse una copia de mi DNI cuya firma debería coincidir con la de la propia solicitud.

Y llegados a este punto es cuando me sorprendo y me pregunto: ¿Y por qué coño ese hipotético documento le sirve a cualquier otra persona MENOS A MI? ¿Por qué no es factible que yo realice la solicitud del certificado de mi propio bautismo, aportando la documentación que me acredita como sujeto del acto?

Uno puede solicitar y obtener un informe del Ministerio del Interior, con ciertas reservas y respetando ciertos criterios, pero al parecer, resulta un auténtico reto conseguir tu propio certificado de bautismo.

A ver si Don Quijote tenía razón cuando dijo aquello de: “Con la iglesia hemos topado, amigo Sancho”.

(Continuará)

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