martes, abril 21, 2020

El (negro) futuro del Dr. Fraude


La carrera de un político, - aunque diferente en muchos aspectos a las de los demás seres terrenales-, en el fondo se rige por las mismas cuestiones que el resto de los ciudadanos: Y después, ¿qué? 

La pregunta tiene diferentes respuestas en función de cuál haya sido el papel desempeñado por el individuo. Si ha sido ministro del gobierno, podría seguir desempeñando el mismo papel, pero en diferentes ministerios. Fraga, pasó de líder de la oposición a presidente de la Xunta – por cierto, tal y como le sugirió Jorge Vestrynge, el suegro del “coletas”-. Si ha sido ministro de Hacienda, podría reubicarse en alguna sociedad privada, bien nacional o internacional, un bufete especializado, el FMI, la Unión Europea, etc. Etc. Etc. 

El problema principal surge cuando el sujeto ha sido presidente del gobierno. En este caso, forman parte de la ecuación otros parámetros, como, por ejemplo, el tiempo que ha permanecido en el puesto, el grado de popularidad entre los ciudadanos, su decisión personal de dar por finalizada su vida pública y, o bien, retirarse definitivamente, o bien, dedicarse a dar conferencias, etc. Es conocido el caso de la mayor parte de los ex presidentes de EEUU, por ejemplo, que suelen viajar alrededor del mundo, dando conferencias, a cambio de unos nada despreciables emolumentos, ejemplo que han seguido algunos expresidentes españoles, sin ir más lejos. 

Un caso muy especial es el del conocido Winston Churchill, quien una vez terminada la II Guerra Mundial, se presentó a unas elecciones y no fue elegido. En efecto. Después de ser derrotado en las elecciones generales de 1945 frente a los laboristas de Clement Attlee, Churchill lideró la oposición. En 1951 consiguió volver a ser primer ministro, hasta su retiro en 1955.

Queda claro, pues, que el devenir de algunos personajes de la vida política, depende de diversos factores, y uno no menos importante, es la imagen que se guarde en la memoria colectiva del propio individuo. Así, por ejemplo, en el ya mencionado caso de Churchill, los británicos entendieron que era la persona idónea para luchar contra los nazis, pero una vez acabada la guerra, decidieron que era otro en el que debían confiar en tiempos de paz. 

En el caso de España, Adolfo Suárez, una vez dimitió del cargo de presidente del gobierno, persistió en la creación de un nuevo partido político semejante a UCD, mientras Felipe González, se limitó a esperar a que le llovieran las propuestas y Mariano Rajoy – por poner sólo algunos ejemplos recientes – regresó a su trabajo como Registrador de la Propiedad. 

Ocupémonos ahora del ínclito Pedro Sánchez.

De acuerdo al diagnóstico que ha realizado recientemente Abigail Rodríguez, psicopedagoga y experta en la rama de ‘carácter humano’, el mencionado individuo tiene un trastorno de la personalidad narcisista y una personalidad psicopática”, dicho lo cual, parece difícilmente comprensible que un personaje así, pueda admitir ser simplemente el líder de la oposición, cuya única aspiración consiste en llegar a ser presidente, algo que, en su caso, ya ha conseguido, incluso sin haberse presentado a elecciones generales, lo cual, tiene mérito.

Por otro lado, las características mencionadas, no parecen las más adecuadas para que las universidades del mundo entero, acudan a su puerta para rogarle que les concedan el privilegio de poder contar con sus inapreciables consejos, en unas conferencias abonadas acorde a la costumbre en estos casos. 

Igualmente, su hipotético futuro destino como diputado europeo, aparte de que se consideraría un retroceso en su carrera -y no acorde con sus aspiraciones de brillar más que el sol allá donde estuviere-, se vería seriamente entorpecido por la imagen que, desde hace tiempo, ha venido proyectando en el continente y de la que los miembros de la UE no son ajenos. 

Por todo ello y teniendo muy en cuenta el diagnóstico de la doctora: 

es un buscador de estatus, poder y prestigio y es un tipo increíblemente camaleónico o multifacético simultáneo. Se identifica con todos los roles que desempeña. Y sus roles están destinados y dirigidos a tener éxito. Lo que busca es que su imagen es prestigiosa y busca poder y estatus. Busca codearse con gente con ese estatus y prestigio y de alguna manera el resto del mundo no cuenta para él” y partiendo del hecho de que en algún momento – espero y deseo que más pronto que tarde – deje de ser presidente del gobierno, habrá que deducir lo siguiente:

     Ø  Descartada la opción de permanecer como jefe de la oposición.
    Ø  Descartada la opción de dedicación a dar conferencias porque a nadie del mundo occidental y capitalista le interesan las opiniones de un marxista enmascarado como socialdemócrata.
     Ø  Descartada la opción de jubilarse en Europa, donde además de un retroceso en su carrera me inclino a pensar que no sería muy bien recibido.
    Ø  Descartada la opción de reubicarse dentro del FMI, por las mismas razones antes expuestas en cuanto a sus escasos conocimientos reales sobre economía, además de saber todo el planeta que su máster es más falso que Judas.

Asumiendo todo lo anterior, lo cierto es que el panorama del Dr. Fraude, resulta altamente desalentador y en ocasiones, preocupante. 

No es previsible que una empresa privada, - salvo que busque el suicidio colectivo y pretenda dañar su propia imagen sin posibilidad de restauración nunca jamás-, le brinde la oportunidad de dirigir su destino. Tan sólo cabe la remota alternativa de buscarle un despacho en alguna entidad de carácter público, como el Banco de España, algo que, a tenor de sus desmesuradas aspiraciones, parece poco atractivo para él.

Alguna eléctrica o cualquiera de esos destinos típicos, que son auténtios cementerios de elefantes, sufragados, eso sí, por los sufridos contribuyentes, podría ser otra alternativa, pero seguro que se le antoja muy pobre en cuestión de imagen. 

El Consejo de Estado, podría ser un destino acorde a sus sobrevaloradas cualidades, pero parece poco probable que alguien, que no ha dudado en lanzar toda clase de diatribas contra la Constitución, al tiempo que ha enarbolado la bandera de su permanente modificación y de hecho, no la ha defendido con el interés y el empeño que debiera, pueda ser elegido miembro de un grupo, cuyo primordial cometido consiste precisamente en defenderla y mantener la independencia del propio Consejo.  

Personalmente, no le veo en la universidad dando clase y desde luego, es totalmente descartable pues eso sería un buen destino para su colega el bolivariano, pero no para una estrella mediática como él.

Así es que, yo creo que, si entre todos le vamos buscando acomodo, mejor para todos. Y si el nuevo empleo lo pudiera hacer en modo de tele trabajo desde la isla de Elba, miel sobre hojuelas. 

Entre la pensión de expresidente y los libros que le escriban otros negros, es posible que pueda ir tirando.

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