lunes, abril 20, 2020

La información en los tiempos de la pandemia.


Todo régimen totalitario, ha necesitado siempre de una plataforma mediática que sirviera a sus propósitos de adoctrinamiento de la población. Más bien, de alienación de las personas, a las que se debe reeducar en la nueva forma de pensar, porque la antigua no encaja con el nuevo régimen.

Así, el antiguo partido comunista de la extinta URSS, tenía el periódico Pravda, cuya traducción es “la verdad” y en cuyo título se encierra toda una ironía del destino, pues a decir de cualquier periodista europeo libre, no se tiene constancia de que jamás, a lo largo de la historia del periódico, haya hecho honor a su nombre. Del mismo modo, el PC de Cuba, disponía de Gramma. En este caso, su nombre proviene del yate que transportó desde México a Fidel Castro y otros 81 rebeldes a las costas cubanas en 1956, dando inicio a la Revolución Cubana. Siguiendo con esa línea de utilización de algún medio de comunicación, Hitler fue más ambicioso y llegó a implantar el ministerio de propaganda, al frente del cual puso a Goebbels, que tenía poderes casi omnímodos. Y para completar la imagen personal del propio Führer, éste se hizo rodear de un fotógrafo (Hoffman, que posteriormente fue el que le presentó a una chica que trabajaba en su tienda, Eva Braun) y de una directora de cine que filmaba sus películas, Leni Riefenstahl. En España, Franco también tenía su propio medio de propaganda y era el periódico Arriba, cuyo logo era el yugo y las flechas, que provenía directamente de los Reyes Católicos y que a Franco le vino bien por aquello de promover el lema de “Una, Grande y Libre”. Después, siguiendo el ejemplo de su íntimo enemigo, el austríaco maldito, se inventó el NO-DO. 

Cuando la televisión daba sus primeros pasos en España, fue, sin duda, un vehículo fundamental para satisfacer las ambiciones del régimen de Franco. Sólo había una cadena, era nacional, en blanco y negro y su director, debía formar parte de los cuadros del llamado Movimiento, que era otra ironía, pues allí el que se movía, se le tiraba por la ventana. Por entonces, cualquier afirmación que se hiciera en TV, era considera como “verdad verdadera”, una verdad incontestable, simplemente porque lo habían dicho en TV. Tal es el poder de la publicidad sobre el inconsciente del ser humano y de ahí la enorme importancia de saber manejar los sentimientos y las frustraciones de los espectadores. Así es que lo que sucede en nuestros días, no es nada nuevo a lo que ha pasado antes, con la única diferencia de que ahora, las noticias navegan y vuelan por diferentes medios, sobre todo redes sociales. 

En España, hasta ahora, hemos tenido siempre dos grandes opciones mayoritarias a la hora de leer periódicos: el PSOE y su órgano publicitario (El País), o la derecha, representada fundamentalmente por ABC. A nivel audiovisual, la llegada de las televisiones privadas, incrementó – al menos teóricamente – las opciones ideológicas de cara al espectador. 

Pero con la llegada de las nuevas tecnologías y el imparable desarrollo de las redes sociales, el panorama de la comunicación, del marketing, de la publicidad y de la intoxicación, se ha complicado, y bastante. De hecho, hay periódicos que sólo tienen una presencia en la red.

Hasta ahora, los medios de comunicación, con mayor o menor libertad, venían produciéndose por unos cauces controlados. Al fin y al cabo, la prensa vive de la publicidad y basta que el gobierno central o el autonómico o quien sea, deje de comprar publicidad, para hacer un agujero en la cuenta de resultados de cualquier medio, lo que, en definitiva, se traduce en una simple sentencia: “quien tiene el dinero, tiene el poder”. 

Pero con las redes sociales, ya es algo diferente. El propietario de Facebook, o el de Twitter o cualquier otra, para empezar, no es español y reside fuera de España, y para continuar, probablemente tenga más dinero que el propio gobierno de España. Por ejemplo, el otro día supimos que el gobierno de EEUU iba a dejar de contribuir con 500 millones de USD a la OMS, cuando Bill Gates contribuye voluntariamente con 900 millones de USD, al año. 

Y esto, a un gobierno cuyo objetivo es controlar, manipular y adoctrinar a la población, le representa un problema que tiene que solventar lo antes posible. 

Pablo Iglesias, siempre ha sido muy consciente de este tipo de consideraciones, - del poder de manipulación, del uso de frases y lemas biensonantes, como recién extraídos de un nuevo mayo francés, pero huecos en contenido-, y podemos contrastar la información a través del testimonio que nos ha dejado en cuantos vídeos – no muchos, pero muy ilustrativos- circulan por la red, y en los que de manera pedagógica pretende mostrar el camino que deben seguir todos aquellos aprendices de brujo bolivariano.  Su participación en un programa de TV, probablemente financiado por países extranjeros, es una buena prueba de la relevancia que tiene la irrupción en el domicilio cada noche, de una cara que repite lo que el telespectador quiere escuchar. 

Por eso es primordial, para un gobierno fascista, controlar lo que se dice, cuándo se dice y, sobre todo, dónde se dice. Y por eso, esa de obsesión de establecer y definir lo que es “verdad absoluta” y lo que es un bulo, porque desde la perspectiva del propio gobierno totalitario, son ellos y sólo ellos, los únicos autorizados a razonar, discernir, elucubrar, analizar y calificar, si una noticia es o no, verdad o constituye un bulo. 

Ayer, España entera se escandalizaba al escuchar a un general de la Guardia Civil, confirmar que entre las obligaciones que les habían encomendado desde la Moncloa, figuraba la de luchar contra los llamados bulos con el fin de minimizar la erosión y la crítica en contra del gobierno. Desde luego en España ha causado indignación y asombro, pero no quiero imaginar lo que han podido pensar en Europa, cuando sus corresponsales hayan informado a sus medios, de semejantes declaraciones realizadas por un general.

Este gobierno comunista bolivariano, ya ha amenazado a varios periodistas por ejercer su derecho a la disensión, a la crítica y a la libertad de expresión.  A Mariló Montero, Pablo Iglesias dijo que la abofetearía hasta hacerla sangrar, curiosa afirmación de quien es marido (o eso dicen) de la Ministra de Igualdad. A Eduardo Inda, le ha demandado en varias ocasiones, ha perdido en todas ellas y le ha amenazado con meterle en la cárcel. Y ahora, la agencia EFE, que se supone que es una agencia de noticias, se ha atrevido, - arrogándose competencias que le son ajenas- a amenazar a todo aquel que contribuya a difundir un bulo, con sufrir hasta 5 años de prisión. ¿Y estos son los mismos que protestaban enfurecidos con derogar la llamada “Ley Mordaza”? Pues no solamente la ley sigue en vigor, sino que han sido estos mismos críticos los que la han utilizado en la crisis del COVID-19.

Durante el estado de alarma del 2020 decretado por la pandemia de COVID-19, los cuerpos de seguridad del estado usaron esta ley para sancionar a ciudadanos que se saltasen el confinamiento obligatorio.

Para este gobierno, el control de los medios, es básico y fundamental. La prensa escrita a través de El País, Diario16 y otros. En el área audiovisual, a través tanto de la TV pública como del conglomerado de A3Media, sin contar las emisoras de radio afines. Pero, aun así, no tienen bastante. Quieren instalar el monopolio de la verdad absoluta, que como siempre ocurre en estos casos, será el de la mentira permanente.

Decía Lenin: “La mentira es revolucionaria”. Y tanto. Sólo mintiendo han podido sobrevivir más de 100 años a sus propios crímenes, asesinatos, purgas, campos de reeducación, adoctrinamiento, fusilamientos, desapariciones y demás persecuciones, precisamente contra aquellos a los que dicen querer proteger.  

Por eso, resulta irónico y hasta insultante que, quien dice luchar contra los bulos, sean los mayores generadores de falsedades, medias verdades y mentiras. El último ejemplo, la demostración fechaciente de que se han creado miles de cuentas falsas en FB para proporcionar miles de "me gusta" a la propia web del ministerio de sanidad. 

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