Presidente Sánchez.
Iba a comenzar esta carta con el típico querido o estimado, pero he
recapacitado un segundo y he creído necesario no comenzar faltando a la verdad,
algo a lo que por cierto, está usted tan acostumbrado.
Leo en la prensa, que el gobierno de okupas que usted preside, tiene
la genial idea de sufragar los cuantiosos gastos - todavía sin determinar - que
supone no sólo la exhumación de los cuerpos en una fosa común en Valencia,
víctimas de la guerra civil y de la represión franquista, sino también la de
realizar un estudio de ADN para identificarlas. Y ese es el motivo que me
impulsa a escribir esta reflexión.
No conozco - tal vez usted sí - ningún país de nuestra Europa que
gaste tantos esfuerzos, a mi juicio estériles, en intentar hacer que la historia
se ajuste a su ideología. No sé de ningún país de nuestro entorno, que pretenda,
80 años después, extraer cadáveres de unas tumbas, buscar los cuerpos de
insignes poetas cruelmente asesinados no se sabe dónde, de remover restos de un
dictador y cambiarlos de sitio, y en definitiva, de remover una historia que no
por dolorosa, deja de ser antigua. Tampoco conozco a ningún país que pretenda
reescribir su propia historia.
¿Se imagina usted a Angela Merkel pretendiendo descubrir dónde están
enterrados los restos de los alemanes que fueron masacrados por los nazis, por
el simple hecho de no comulgar con sus ideas? ¿Se imagina a su amiga Merkel,
intentando reponer en su honor al coronel von Stauffenberg, principal impulsor
de un golpe de estado contra Hitler y que fue fusilado, junto a algunos de sus
cómplices? ¿Se imagina usted a su amigo Macron, iniciando una cruzada en contra
de aquellos franceses partidarios del gobierno de Vichy y colaboradores con los
nazis, que fusilaron en las cunetas y en las paredes de los cementerios a los miembros
de la Resistencia francesa? ¿Se imagina usted a su colega May, rebuscando en la
shit de su Reino Unido, para descubrir que hubo asesinatos y crímenes injustos,
gente inocente que murió por pura venganza, exactamente igual que en todas las
guerras, incluida la guerra civil española?
Yo le exijo, presidente okupa de la Moncloa, que en vez de mirar al
pasado, en vez de colocar a su Memoria Histórica en el centro de su supuesta
actividad de presidente de un gobierno europeo del siglo xxi, se fije más en
los vivos. En los de ahora mismo. Por ejemplo, en los ciudadanos de Cataluña.
Allí, en Cataluña, señor Sánchez, hay miles, si no millones, de
personas que viven amenazadas por un régimen dictatorial, al que usted, por
cierto, protege, ampara y alienta con su inacción de gobierno. Régimen con el
cual, usted no tiene ningún reparo en mantener un diálogo bizantino que no conduce
a ninguna parte. Antes al contrario, presume de ello y choca con su actitud de
negarse a hablar con el PP - en el pasado -, a pesar de ser un partido
demócrata y de haber obtenido la mayoría de los votos de los españoles, en dos
ocasiones consecutivas, mientras usted, señor Sánchez, cosechaba para el PSOE
los dos más espantosos de los ridículos de toda la democracia.
Allí, en Cataluña, señor Sánchez, la policía de la Comunidad Autónoma,
está siendo utilizada por el gobierno nazi del señor Torra, para perseguir a
aquellos que, en defensa de su libertad, se dedican a quitar los lazos
amarillos, que no son otra cosa que un oprobioso símbolo de una minoría que
considera a los golpistas catalanes, presos de conciencia. Y mientras usted, su
Vicepresidenta y la Fiscal General del estado, hacen de Don Tancredo, hay
ciudadanos honrados y bien vivos, que se están jugando su integridad física contra
una caterva de catalibanes exaltados y embrutecidos por las soflamas de unos
dirigentes políticos que deberían estar en la cárcel, no por defender sus
ideas, sino por no acatar la Constitución.
Allí, presidente, en Cataluña, los inmigrantes ilegales que vienen
invadiendo nuestro territorio desde hace años, - para después cometer atentados
terroristas- , disfrutan de más derechos y más privilegios que los honrados
comerciantes que pagan sus impuestos, de los cuales, por cierto, viven usted,
sus colegas del Consejo de Ministros y sus amiguitos de la Generalidad.
Allí, en Cataluña, los inmigrantes ilegales que venden productos
falsificados de todas las marcas del planeta, a la vista de todo el que lo quiera ver, se han constituido en un
sindicato: el sindicato de manteros, lo cual ya de por sí, resulta totalmente kafkiano
y una afrenta al resto de empresarios del comercio.
Allí, en Cataluña, señor Sánchez, hay pequeños comerciantes que no
pueden emprender el camino que ya han seguido más de 3.000 empresas con sede en
Cataluña y se han marchado de allí, ante el cariz que están tomando los acontecimientos
desde hace tiempo. No se pueden ir, pero además, se sienten abandonados por un
gobierno, el suyo, el de los okupas, que no ha sido ganado en el libre
ejercicio de unas elecciones democráticas, sino bajo las triquiñuelas de un ambicioso
advenedizo y sin escrúpulos: usted. Esos catalanes, los pequeños comerciantes,
los empleados de las empresas, se las tienen que ver a diario con sus vecinos
separatistas, ex amigos y demás, sin ayuda del gobierno de todos los españoles,
el suyo, que se muestra mucho más inclinado a mirar hacia atrás y para otro
lado, antes que afrontar seriamente el estado de la cuestión en Cataluña.
Déjese usted, señor Sánchez de mandangas. Déjese de gestos para la
historia. La historia, esa a la que tanto interés parece que usted presta, le
recordará como el político español que accedió al poder utilizando métodos muy
similares a los que utilizó el propio Hitler. Recordemos que cuando Hitler fue
nombrado Canciller, lo fue por el nombramiento directo del Káiser y no por ser
elegido en ningunas elecciones generales.
Dedíquese a defender a esos catalanes que siendo catalanes, quieren
que sus hijos disfruten de la enorme ventaja de ser educados en dos idiomas, el
español y el catalán, entre otras cosas porque el catalán, tiene el mismo
futuro en el mundo que el serbo-croata.
En vez de desenterrar muertos a los que ya nadie reconoce y de
malgastar el dinero en mover restos de cadáveres de un lugar a otro, preocúpese
de los vivos, señor Sánchez. Y de entre los vivos, especialmente de los
catalanes, a los que da la impresión de que usted, con su actitud contemplativa
y condescendiente para con el gobierno nazi de Torra, parece haber abandonado a
su suerte.
¿O es que es esa su estrategia para ir consiguiendo con la política
del supositorio (poco a poco) el famoso concepto de “nación de naciones”? Da la
impresión de que sus objetivos personales e ideológicos de partido, pasan por
destruir la convivencia entre los ciudadanos. Parece que esa es su estrategia
para conseguir finalmente, ese estado de “nación de naciones”. Consiguiendo que
los españoles se acaben odiando entre sí y unos con otros, se podría obtener
que esos mismos ciudadanos, hastiados de tanto problema generado por los
políticos, decidieran que es mejor vivir aislados, separados y sin saber de los
demás. ¿No le recuerda a usted algo, señor Sánchez? ¿No es eso precisamente lo
que intentaba su partido socialista en los años inmediatamente anteriores a la
guerra civil española? Repase los discursos de sus padres ideológicos en el
Congreso, Indalecio Prieto o Largo Caballero, entre otros.
La historia de España no debería ocupar la mayor parte del tiempo de
un político elegido para gobernar el futuro del país. Claro que, a fuer de ser
sinceros, usted no ha sido elegido por nadie, excepto por una masa de
filibusteros disfrazados de diputados, que venden sus votos al mejor postor,
como así lo han demostrado en multitud de ocasiones.
Deje la historia de España en paz, de una santa vez, señor Sánchez.
Asuma su parte alícuota de responsabilidad que tuvo su partido socialista en la
creación de una atmósfera prebélica y en el posterior comportamiento durante la
guerra civil española. Asuma la responsabilidad que tienen todos sus correligionarios,
de las tropelías y asesinatos que cometieron. Asuman, de una puta vez, que ni
usted ni ninguno de sus colegas socialistas, son superiores a nadie, ni moral
ni éticamente hablando. Una vez que asuman que su complejo de superioridad es
falso, mejor nos irá a todos los españoles. Incluyendo a los catalanes.